EL PRECIO JUSTO

Si Joaquín Prats levantase la cabeza alucinaría con la imitación de su programa en la que se ha convertido la política patria. Si recuerdan el concurso “El precio justo” el escaparate fínal lo ganaba el que sin pasarse se aproximase más al precio total de todos los objetos exhibidos. Por lo tanto el objetivo era no pasarse, la táctica.

Ahora que la política no son valores y menos principios se ha convertido en un concurso, también la táctica es lo importante, lo definitivo. La estrategia ya no es el bienestar de los ciudadanos, mejorar las políticas públicas y la prosperidad del país, es mantenerse en el poder o conseguirlo a toda costa, o mejor dicho a cualquier socio, para obtener el cuantioso botín que suma controlar todos los poderes y resortes de estado.

La dificultad para ellos se configura a partir del panorama que hemos dibujado los españoles votando a pesar de nuestro bajón estival. Los prebostes de los partidos tradicionales siguen demostrando que son más analógicos que nunca, siguen tratando ganar su escaparate final, en la mayoría absoluta. Como si nada hubiese cambiado.

Capaces son de repetir incesantemente las elecciones, millones mediante, hasta que quede el resultado con el que les sea más fácil gobernar. Parece imposible pero miren Madrid, un poco de ciencia del comportamiento con datos y redes y hecho.

Ahora hay que decidir las declaraciones en el momento, dependiendo de lo que digan los demás, por oposición, buscando la diferencia y la teatralización, polarizando y abriendo brecha que es lo que la transformación que necesitamos requiere, eso sin pasarse.

Mientras la táctica y la estrategia no tengan que ver con la verdadera política, la defensa de lo común y la ultilidad y efectividad de las políticas públicas nos entretendrán lo mismo que los pocos asuntos que han tenido toda nuestra atención durante este verano. Algunos esperamos que algo cambie, a cubierto por si acaso.

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