Estamos demasiado ocupados en nosotros mismos, nuestros intereses y deseos. Hasta el punto de que no somos conscientes que desde fuera se nota y ve demasiado y tiene su impacto.
Se ve que solo queremos a los demás en función de nuestras deseos e intereses y que cuando estos cambian y no los “necesitamos” somos incapaces de mantener el interés por los que antes nos servían cumplidamente. Simplemente queremos quedar bien por si acaso o a veces ni eso.
Esta es una de las razones por las que fracasan organizaciones y empresas. El propósito final no solo tiene que cumplir un objetivo personal sino que tiene que tener en cuenta los deseos y los propósitos de los que van uniéndose al proyecto para que el objetivo sea común y la visión compartida.

Colaborar y servir a los que te sirven es la máxima que aplica para evitar que la competición absurda y que resta se imponga en ellas y cada uno trate de hacer la guerra por su cuenta. Esto hace que tengan los días contados pero es algo en lo que pocos reparan tratando de que su yo llegue el primero y ocupe todo el espacio.
Una base leal y justa del acuerdo con todos es imprescindible para fomentar la necesidad del amor por la humanidad que parte del reconocimiento del otro y del respeto, sabiendo que juntos llegaremos más lejos.
Todos seguro que podemos trabajar en equipo y poner algo de nuestra parte para empeñar nuestro esfuerzo y trabajo en no tratar de llegar el primero y brillar solos dejando a los demás atrás. No es tan difícil y hace que la aventura sea realmente apasionante.

