Quienes creen que el liderazgo es una cuestión innata, en su mayor parte, han vivido a la sombra de alguien que parecía un líder pero no lo era.
Un lider no hace seguidores, ni quiere súbditos, ni tratar de brillar por encima, ni a costa de los demás. Sabe que el cambio es tan necesario como difícil y que conlleva mucho trabajo para el que se necesita cómplices con actitud y por eso su carta de presentación es el ejemplo.
El primer eslabón de muchos liderazgos es la posición. A esta se cree que se llega por méritos propios o características innatas pero en una sociedad en la que prima la visión egocéntrica, poca gente está pendiente de lo que hacen los demás y mucho de lo que hacen por él o a él y de llegar a costa de cualquier valor. Sin descontar por supuesto factores como la suerte, la amistad o la similitud con quien decide.
Una vez que se ostenta esta ansiada posición hay como mínimo dos opciones. Una, entrenar y crecer hacia la siguiente posición validando cada paso para asegurar las habilidades que se van consiguiendo y dos, creer que lo que has hecho hasta ahora te trajo hasta aquí, sin comprobarlo y seguir haciendo lo mismo hasta que seguramente la pierdas.
Recuerda que si necesitas reglas, medidas y organigramas y estás en la posición, más pronto que tarde sufrirás el “ Principio de Peter” que será el principio del fin. Prepararse está al alcance de todos.


