PENSAR POR SISTEMA

Nuestro enfoque a menudo se centra en soluciones puntuales, creyendo erróneamente que la modificación de un solo elemento puede alterar el curso de situaciones complejas. Esta visión simplista nos lleva a pensar que cambiando un compañero de trabajo, un jefe, o incluso un miembro de la familia, los problemas que enfrentamos en dichos contextos se resolverán mágicamente.

Esta tendencia a conectar causa y efecto de manera lineal nos hace idealizar escenarios alternativos sin considerar la complejidad de las relaciones y dinámicas subyacentes. Sin embargo, esta aproximación omite una verdad fundamental: las situaciones que vivimos son el resultado de una red de interacciones dentro de un sistema.

Cambiar un elemento sin considerar el sistema en su totalidad a menudo resulta en la repetición de patrones no deseados, llevándonos a atribuir a la mala suerte la persistencia de problemas tras el cambio de una pieza que considerábamos clave.

La especialización ha afinado nuestras habilidades en áreas concretas, pero a veces, a costa de nuestra capacidad para apreciar el panorama completo. Nos obsesionamos con tener la razón sobre un elemento disruptivo, perdiendo de vista cómo cada componente interactúa y afecta al conjunto.

En el liderazgo es imperativo reconocer y aplicar el pensamiento sistémico se convierte en una habilidad imprescindible para comprender la interacción entre decisiones y acciones individuales y su impacto en el colectivo permite anticipar efectos, reconocer patrones y adaptarse con agilidad no solo mejora nuestra capacidad para resolver problemas de manera efectiva, sino que también nos prepara para construir sistemas más resilientes y adaptativos.

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