A veces, no resolver ciertos temas personales o laborales enfanga nuestro día a día. Junto a las pequeñas decisiones, insignificantes decepciones y alguna que otra derrota se acumulan, haciéndonos creer que enfrentamos dificultades insalvables. Pero, en realidad, es solo la vida misma, convertida en una gran bola de nieve que nos obstaculiza el paso.
Es cierto que, cuando dejamos para después las decisiones, las revisiones y los planes, incluso alguna llamada o conversación pendiente, caemos en el efecto bola de nieve. Creemos que más adelante habrá tiempo, que las cosas se resolverán solas o que, al preguntar e investigar tanto lo haremos mejor y en realidad, no hacemos más que enredarlo todo en nuestra mente hasta no saber por dónde empezar.
A veces, escribirlo en papel ayuda. Otras veces, contarlo en voz alta o explicárselo a alguien nos ayuda a colocar las piezas. Cualquiera de estas estrategias puede funcionar. Pero lo realmente importante es dar el primer paso.
El miedo nos puede bloquear, esa bola es tan grande que nos asusta, y la pereza nos lleva a dejarlo para otro momento o a mirar hacia otro lado. Pero cuanto más postergamos, más complicado se vuelve.
Busca ayuda para romper esa gran bola en pequeñas partes. Así podrás ir resolviendo paso a paso, y cada pequeño logro te dará la satisfacción de haber conseguido pequeñas victorias diarias.
Salir de lo conocido requiere energía y decisión, especialmente cuando parece que esa gran bola de problemas nunca desaparece de tu puerta , por mucho que intentes que se derrita sola.
Lo determinante es tener un plan, una hoja de ruta que te permita celebrar cada paso como un avance hacia tu victoria final. Y recuerda, no tienes que hacerlo solo. A veces, compartir el peso con otros hace que esa gran bola se vuelva más ligera. Lo importante es que empieces, paso a paso, y cada pequeño avance te acercará a salir por esa puerta totalmente despejada.


