Ocurre algo y estamos demasiado acostumbrados a escuchar “ yo no he sido”. Estoy casi segura de que en esto la mayoría somos proactivos. Este hábito desde la infancia nos afecta el resto de nuestra vida porque entre otras cosas aprenderemos y arriesgaremos siempre menos en cualquier situación.
Por eso quiero hoy reflexionar sobre el “Blameless Postmortem”, o análisis sin culpables, como práctica poderosa tanto en las empresas como en la vida personal. Su objetivo es aprender de los errores sin señalar a nadie, creando un ambiente de confianza y crecimiento. En lugar de buscar a quién culpar cuando algo sale mal, se trata de comprender qué falló y cómo podemos mejorar para que no ocurra de nuevo.
En una empresa, este enfoque no solo ayuda a resolver problemas, sino que también impulsa la innovación. Los equipos se sienten seguros para experimentar y arriesgarse, sabiendo que si algo no sale bien, se analizará desde la perspectiva de aprender, no de castigar. El resultado es un equipo más unido y creativo, capaz de enfrentarse a cualquier desafío con confianza.
En casa, el “Blameless Postmortem” puede cambiar la dinámica familiar. En lugar de peleas o frustraciones cuando algo no funciona, todos pueden colaborar en encontrar soluciones. Esto no solo fortalece los lazos, sino que también enseña a los niños a ver los errores como oportunidades para aprender y crecer.
Practicar esta filosofía, tanto en el trabajo como en la vida personal, nos permite ser más empáticos, aprender colectivamente y avanzar juntos, sin miedo al error, ni buscando culpables.


