A pesar de que cada vez empezamos la Navidad con más anticipación es ahora cuando se acercan las fechas señaladas, cuando muchas personas se debaten entre sentirse más como el Grinch que como un espíritu festivo.
Si realmente te vas a dejar llevar por los tópicos deja de leer tranquilo, todos tenemos derecho a no cambiar y amargarnos la vida tontamente. Aunque aún estás a tiempo de planificar darle la vuelta y no seguir los polarizados estereotipos a favor y en contra y reconectar con tu propia magia de estas fechas.
Has pensado alguna vez en cambiar tu perspectiva, en pensar diferente. La Navidad no se trata de centrarse en lo que falta o en quién falta, ni en lo que “debería ser” sino en pequeños momentos de agradecimiento que puedes poner en marcha con una llamada, un abrazo o simplemente sonreír más y romper barreras como la del mal humor.
Salir de ti mismo y tus pensamientos y hacer algo por alguien más lo puede cambiar todo. El espíritu navideño crece cuando pensamos menos en lo que nos molesta y más en cómo alegrar el día a los demás. Regala tu tiempo preparando algo casero, ayudando a alguien que lo necesite, o dejando una bonita nota de gratitud. Descubrirás que dar es la mejor forma de recibir.
No pierdas la oportunidad de crear tu propia tradición, de hacer de este tiempo algo que realmente cuente en tu vida. Si las antiguas rutinas no te emocionan o te emocionan demasiado y para mal, inventa nuevas. Una noche de películas, un paseo con luces navideñas o escribir deseos para el año nuevo. La clave está en disfrutar a tu manera.
El cambio empieza por ti. Con pequeños gestos, pasarás del “¡Bah, humbug!” al “¡Feliz Navidad!” sin darte cuenta.


