EL REY Y LA DANZA DE BAMBÚ 

Había una vez, en un reino lejano, un sabio rey que deseaba fortalecer su gobierno. Observaba con preocupación cómo sus ministros y generales competían entre sí, desgastando la energía del reino en disputas internas. Un día, el rey reunió a todos en el jardín real y les entregó a cada uno un trozo de bambú.

—Hoy aprenderán una lección que cambiará el destino de nuestro reino —dijo el rey mientras les pedía que intentaran romper su pedazo de bambú.

Cada uno lo hizo fácilmente. El rey, entonces, juntó todos los trozos de bambú en un haz y los ató con una cuerda.

—Ahora intenten romperlos juntos —ordenó.

Uno tras otro, los ministros y generales fracasaron. La fuerza combinada del bambú era inquebrantable.

El rey sonrió y les explicó:

—Cuando cada uno actúa por separado, son como esos trozos de bambú: fáciles de quebrar. Pero cuando se unen en propósito, son inquebrantables. En este reino, no necesitamos competencia interna, sino colaboración. No se trata de ser el más fuerte individualmente, sino de cómo todos juntos podemos sumar nuestras fortalezas para crear algo que nadie pueda romper.

Desde ese día, los ministros y generales trabajaron como un equipo, enfocándose en sus talentos y aportando al bienestar del reino. Los campos prosperaron, el comercio floreció y el pueblo vivió en paz.

¿Os suena de algo? En la vida y las organizaciones, no se trata de demostrar quién es más fuerte, sino de construir un propósito común donde cada miembro suma su fortaleza. El éxito duradero no se logra compitiendo, sino colaborando. Como en el haz de bambú, la verdadera fortaleza está en la unión. Hasta que no comprendamos esto, nada cambiará… 

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