Aunque Keynes predijo que en 2030 trabajaríamos solo 15 horas semanales gracias al avance tecnológico, no sabía que seguiríamos atascados en sus tesis del gasto público sin más objetivo manteniendo jornadas extensas, a pesar del crecimiento de la productividad.
La reducción de la jornada laboral en España vuelve al debate público con la propuesta de bajar de 40 a 37,5 horas semanales. No es la primera vez que ocurre. En 1983, la reducción de 44 a 40 horas fue recibida con entusiasmo por los trabajadores, pero con escepticismo por la patronal, que argumentaba un impacto negativo en la competitividad. Cuatro décadas después, los argumentos se repiten en ambas partes. Muy moderno todo.
Experiencias recientes en empresas como Software DELSOL o Microsoft Japón han mostrado que jornadas más cortas pueden aumentar la productividad y mejorar el bienestar de los empleados. Sin embargo, casos en Francia y Alemania han demostrado que la reducción de horas no siempre genera más empleo ni mejores condiciones laborales.
Los estudios científicos presentan un panorama mixto: algunos revelan mejoras en la eficiencia y la salud de los trabajadores, mientras que otros advierten sobre un aumento de costos y dificultades en sectores como la hostelería y la sanidad.
Si queremos evitar un déjà vu sin progreso, esta medida debe aplicarse con pragmatismo: pruebas piloto, ajustes sectoriales y medición de impacto real. Como cualquier startup. Sin que el café para todos acabe por denostar la medida. Solo así podremos saber si la reducción de jornada será un avance o un espejismo laboral que se repite en el tiempo sin generar verdaderos cambios. Solo para ganarse medallas.
Como nos gusta lo antiguo, Keynes argumentaba que este aumento en la productividad permitiría a las personas dedicar más tiempo al ocio y al desarrollo personal, ya que las necesidades económicas básicas estarían cubiertas con menos horas de trabajo. Sin embargo, reconocía que uno de los principales desafíos sería cómo emplear el tiempo libre de manera satisfactoria y significativa. Pues con ese desafío me quedo a la velocidad que va esto.


