“Cuando la política es un meme, ya no hay sitio para el humor”
Caiga Quien Caiga cierra, y no porque el humor político haya dejado de tener sentido, sino porque ya no hace falta. La política se ha convertido en su propio chiste, un meme infinito donde los propios políticos son su avatar. Ya no necesitamos a nadie que los ridiculice, se bastan ellos solos. Pero ha llegado a más, están orgullosos de sus propias jaimitadas y las llevan a gala como muestra de seguridad y desempeño.
Antes, programas como CQC servían para desenmascarar, exponer contradicciones y poner en evidencia lo absurdo del poder. Hoy, la realidad ha superado a la sátira. Los discursos políticos ya parecen sketches, las declaraciones más disparatadas corren por las redes antes de que nadie las parodie, y el espectáculo está servido sin guionistas de por medio. La verdad está sobrevalorada dicen.
El problema es que lo hemos normalizado. Nos reímos, compartimos el clip, hacemos nuestro propio chiste… y seguimos adelante. Pero mientras la política se convierte en entretenimiento, los problemas siguen sin resolverse y se agravan.
Quizá lo que necesitamos ahora no sean más programas de humor políticos o tertulias donde ellos opinan sin saber y sin resolver sino espacios donde se busquen soluciones reales. Donde en lugar de analizar el último ridículo parlamentario, se sienten expertos a debatir cómo navegar la incertidumbre que vivimos y adaptarse para mejorar la sanidad, la educación o la economía. Porque si los parlamentos han decidido convertirse en platós, alguien tendrá que contraprogramar con propuestas serias.
Cierra CQC, pero no porque haya perdido su función, sino porque el absurdo ya no necesita presentadores de negro para revelarse. Ahora nos toca decidir si seguimos riéndonos… o si empezamos a buscar alternativas. Aunque para ese nombre se me ocurren muchas ideas que tiene que ver con la política.


