EL FENÓMENO FAN FAKE 

Repítelo las suficientes veces y lo creerán eso que el  político nazi hizo que pasara a la historia es una realidad cotidiana de la que no podemos permanecer al margen ni inadvertidos. Demasiada terrorífica casualidad  oír y ver tanta alusión a ese aberrante periodo de la Historia. 

Repítelo con entusiasmo y se convertirá en verdad. No importa si fue una acción inventada, una historia distorsionada o una imagen manipulada. Si genera emoción, si crea adhesión, si enciende el fenómeno fan, ya está hecho.

 Cialdini lo explicó con claridad, el principio de la prueba social nos lleva a confiar más en una afirmación cuando vemos que otros la aceptan. No investigamos, no cuestionamos; simplemente seguimos la corriente porque el grupo ya decidió por nosotros. Y en la era de las redes, esa corriente se mueve con la velocidad de un clic.

Un ejemplo clásico de manipulación es cuando se exagera el apoyo de un sector a un político  o se utiliza un gesto mínimo para inflar una narrativa regando medios y redes previamente. Basta con que un solo familiar  fan o ellos mismos se envíen una carta o un mensaje de apoyo para que el líder lo publique como si representara la voz de todo un colectivo. 

Se usa un tuit de un trabajador para decir que “todos los empleados están con él”, una foto con un científico para afirmar que “la comunidad científica le apoya” o un mensaje de un empresario para declarar que “el sector está de su lado”. Lo anecdótico se convierte en generalidad, lo particular en una verdad incuestionable.

El fanatismo político, cultural o ideológico funciona igual que el de un concierto, se alimenta de la emoción, de la identificación, de la sensación de pertenecer a algo más grande. Y cuando eso ocurre, los hechos dejan de importar.

El problema no es solo que alguien manipule la verdad. El problema es lo fácil que es manipularnos cuando ya no nos interesa contrastarla. Sobre todo cuando el aislamiento y la desconexión a la que nos someten con el miedo y es más fuerte que nuestro deseo de colaborar y cooperar que siempre han sido las señas de identidad para salir adelante. 

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