LEER COMO ACTO DE LIBERTAD

Ya sabéis que aprendí a leer con cuatro años gracias a mi abuela maestra que tuvo la paciencia de enseñarme letra a letra como quien siembra sabiendo que daría cosecha. Y además crecí viendo cada noche a mi padre leer en silencio con la misma naturalidad con la que se respira.

No recuerdo un solo día en que no hubiera un libro cerca. En casa ya gracias de nuevo a mi padre, no había contradicción entre alimentarse del cuerpo y de la mente, ambas eran obligatorias. Aquella colección de estanterías llenas de mundos fue un refugio que no solo he cuidado con esmero sino que he ampliado y que hoy me hace profundamente feliz.

Leer me enseñó a pensar a hacer preguntas a dudar a entender que hay muchas formas de mirar el mismo hecho. En un mundo acelerado que nos lanza titulares sin pausa leer es detenerse. Es crear un espacio propio donde la información no nos arrastra con repetidos clics sino que se deja reposar y habitar.

Por eso escribo cada día. Aunque sea en textos breves aunque sean solo reflexiones. Porque creo que escribir y  pensar críticamente son músculos que se entrenan y que necesitan disciplina para estar alerta.

Leer sigue siendo un acto de libertad. Y escribir con honestidad un acto de compromiso. Ojalá cada línea que comparto ayude aunque sea un poco a pensar distinto a mirar más allá o a recordar que en medio del ruido aún quedan voces que invitan al silencio y la reflexión que nutre. Feliz día de leer! 😘

Deja un comentario