LO HUMANO NO SE DELEGA

En nuestro país y por desgracia, en muchas otras democracias modernas se ha instalado una práctica perversa, cuando aparece una urgencia humana, las instituciones discuten de quién es la competencia.Mientras tanto, las personas esperan. O sobreviven y desesperan con la ayuda. O mueren. La crisis de responsabilidad es tan bestial que avergüenza a cualquiera escucharles echar balones fuera. 

No importa si hablamos de personas sin hogar refugiadas en aeropuertos, de incendios, inundaciones, de emergencias sin resolver y sin avisar, de menores no acompañados, de mujeres en riesgo o de ancianos con dependencia severa. El patrón se repite, unos dicen que es competencia municipal, otros que es de la Comunidad Autónoma, otros del Estado. Y en esa danza de trámites y silencios, la realidad sigue avanzando y los políticos siguen. Todo lo contrario a lo que significa poner a las personas primero, eso que cacarean en campaña.

Cuando una vida está en peligro, no hay tiempo para firmar convenios. Hay que actuar.No podemos seguir permitiendo que las soluciones dependan del organigrama institucional. No podemos tolerar que una persona con una necesidad urgente de atención de emergencia, de salubridad, médica, refugio o apoyo psicológico reciba como respuesta: “Eso no me corresponde”.

Por eso debe nacer un grito y una indignación colectiva para que lo humano no se delegue y si no pueden cooperar voluntariamente que sea obligatorio por ley y desde alguna posición dirigida y supervisada por ciudadanos elegidos por sorteo. 

Pedimos protocolos de acción conjunta, mecanismos de intervención directa, y sobre todo, una transformación ética que ya alarma, pasar de la excusa al compromiso. Porque gobernar no es administrar lo posible. Es responder a lo necesario. Para eso pagamos impuestos y seguimos con  el anacrónico formato estado-nación. 

Cuando la política no responde, la ciudadanía debe despertar. Y lo hará. Porque esta vez no se trata mas que de humanidad. Porque ellos fueron los que voluntariamente nos prometieron acabar con los problemas, no crear y resolver otros distintos y ficticios. O forman parte de la solución, o sobran. 

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