LA SOMBRA DEL PASADO

Solo pensar en chivatazos y deportaciones en la misma frase me hace retrotraerme a tiempos brutales de la historia que creí ya olvidados. Evoca las peores imágenes de la humanidad, esas que se suponía que habíamos superado, esas que prometimos no repetir jamás y a los que algunos partidos han abierto las puertas avivando el miedo. 

Es un retroceso tan grande para las democracias y para los países que se enorgullecen de ser libres y justos que no me sorprende que los estadounidenses, mezcla donde las haya, más de un 50% de latinos en California, se hayan echado a la calle para defender un país que siempre ha sido sinónimo de acogida y oportunidades.

Porque Estados Unidos, con todas sus contradicciones, ha sido un país de oportunidades, de sueños compartidos, de mezcla y de futuro. Y eso no se defiende con leyes que señalan al diferente ni con medidas que discriminan al que llegó después.

Los norteamericanos, que no son nada súbditos y que esperan poco de su gobierno pero mucho de su libertad, han salido a decir basta. Porque su grandeza no está en las vallas ni en los muros ni en las listas de sospechosos, sino en su capacidad para integrar, para convivir y para defender la libertad que les define.

Me duele ver que el mundo se repliega, que el miedo al otro vuelve a estar de moda. Porque detrás de cada chivatazo hay un interés vergonzante, un silencio cómplice y detrás de cada deportación hay un trozo de dignidad que perdemos todos.

Deja un comentario