CEREBRO EN MOVIMIENTO

Para mantener mi cerebro en plena forma este verano, he decidido aprender algo nuevo, he empezado un taller intensivo de Tai Chi. Y está siendo mucho más que una actividad física, un viaje hacia dentro.

El Tai Chi, arte marcial interna de origen chino, combina movimiento lento, respiración profunda y concentración. No se trata de fuerza, sino de presencia. De observar cómo te mueves, cómo respiras, cómo habitas tu cuerpo. Cada gesto, cada desplazamiento, se convierte en un acto de atención plena que puedes adecuar a tu estado físico haciéndolo más o menos duro.

Aprender algo nuevo activa zonas del cerebro asociadas a la memoria, la coordinación, la plasticidad y la motivación. Es una de las mejores formas de mantenerlo en forma. Y si además ese aprendizaje está vinculado al cuerpo, los beneficios se multiplican, equilibrio, flexibilidad, respiración consciente y calma mental.

Estoy descubriendo sensaciones y detalles de mi cuerpo que en otras actividades físicas bi había notado, ni siquiera en el yoga. El ritmo lento me obliga a estar presente, a escuchar, a dejar de anticipar. Y eso, para una mente inquieta como la mía, es un regalo. Además de compartirlo con personas a las que no conocía siendo esto un aporte relacional muy sano. 

Este verano he elegido moverme de otra forma. Más lento. Más consciente. Para aprender, para conectar, para empezar la estación desde otro lugar. Porque moverse también es pensar. Y pensar, a veces, empieza por sentir.

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