EL ORGULLO DE NO LEER

No es nuevo que a alguien le parezca moderno e incluso motivo de orgullo decir que no lee. Ahora crear polémica está por encima de casi todo.Captar la atención se lleva a toda costa a pesar de captar también la de todos los que solo se dedican a amenazar e insultar anónima e incivicamente. 

El inicio de todo esto, lo sitúo hace muchos años, cuando cierto personaje televisivo presumió de ello en horario de máxima audiencia. Desde entonces, cualquier valoración intelectual o profunda parece fuera de lugar.

Se instalaron los mensajes cortos, simples y repetitivos. Compramos los packs electorales sin pensar. Las conversaciones profundas pasaron a considerarse innecesarias y demasiado intensas. Y la vida, poco a poco, se ha resumido en vídeos de un minuto, la misma atención que hoy prestamos a casi todo.

Yo sigo siendo activista de la lectura. Defensora de la reflexión y del reposo que imprime cada página. De los beneficios neurocientíficos que hoy la ciencia demuestra y que esta imagen refleja con claridad. Leer fortalece la memoria, reduce el estrés, mejora la regulación emocional, estimula el cerebro y nos protege frente al deterioro cognitivo.

Pero más allá de los datos, leer es vivir otras vidas, viajar sin moverse del sitio y entrenar la mente en la mejor de las gimnasias. Es una forma de crecer y de ensanchar la mirada.

Vivir aventuras y pensar son dos placeres de los que no pienso renunciar, por mucho que algunos se empeñen. Y no porque me crea mejor por hacerlo, sino porque estoy convencida de que leer me hace más humana.

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