A quienes nos apasiona la música tenemos claro el efecto que tiene sobre nosotros y nuestro estado interior. Hay canciones que no solo se escuchan, se sienten. Entran en el cuerpo, bajan el pulso y aquietan la mente.
Existe reciente estudio de Mindlab International y demostró que la música puede ser medicina. En su experimento, los participantes realizaban tareas estresantes mientras se medían su ritmo cardíaco, presión arterial y respiración. Al escuchar distintas piezas, una canción destacó sobre todas Weightless, de Marconi Union. Diseñada junto a terapeutas del sonido, logró reducir la ansiedad hasta un 65 % y disminuir la frecuencia cardíaca en torno al 35 %.
La ciencia explica este efecto con precisión. Weightless comienza a unos 60 latidos por minuto y desciende lentamente hasta los 50, ayudando a que el cuerpo sincronice su ritmo con el de la música, un fenómeno conocido como entrainment.
Además, su estructura fluida evita que el cerebro anticipe los compases, liberándolo de la tensión de estar siempre “preparado”. Este tipo de armonía reduce el cortisol y activa circuitos de recompensa y bienestar en el sistema límbico. Escucharla es permitir que el cerebro y el corazón respiren al mismo tiempo.
Incorporar esta práctica al día a día es sencillo. Basta con reservar unos minutos, cerrar los ojos y dejar que el sonido haga su trabajo. La música no necesita que la entiendas, solo que la sientas.
Convertirla en un ritual antes de dormir o en momentos de sobrecarga puede ser un antídoto real contra el estrés. Cuando el cuerpo se armoniza, la mente se aquieta. Lo mismo que la usamos para activarnos y bailar.
Si escuchas música con ritmos progresivamente más lentos entrenas al sistema nervioso para entrar en coherencia, fortaleciendo la autorregulación emocional y la capacidad de concentración. Prueba con Weightless aquí te dejo en enlace.

