A pesar de que muchas veces no tenemos ningún dato sobre cómo irá algo,la mente se empeña en mostrarnos siempre la misma cara de la moneda. La gris. La pesada. La que nos recuerda lo que falta, lo que falló, lo que podría ir mal. Y sin darnos cuenta nos quedamos atrapados en ese lado, convencidos de que es toda la realidad. Pero ninguna moneda tiene una sola cara. Ningún pensamiento tampoco.
Quiero compartir con vosotros algo que hago a menudo. Cuando aparece una idea que oscurece el día, basta un gesto interior para recordarlo. Darle la vuelta. No para negar lo que duele, sino para ampliar el horizonte.
Ver la otra cara de la moneda no es un pensamiento mágico, es una perspectiva distinta, una útil herramienta.Es preguntarte qué más puede ser verdad además de lo que te estás contando. Es permitir que la mente busque alternativas en lugar de hundirse en un único relato. Mirar el otro porcentaje que evitamos.
La creatividad empieza ahí, en ese giro pequeño que lo cambia todo. Cada vez que transformas un “y si sale mal” en un “y si sale bien”, tu cerebro activa nuevas rutas, reduce el estado de alerta y abre espacio a la calma. Ese giro contrario no es autoengaño, es equilibrio. Es recordar que tu mente, igual que la moneda, siempre tiene dos lados.
A veces basta imaginar esa moneda girando en el aire para sentir que la rigidez se afloja. Porque mientras gira, todo es posible. Mientras gira, la historia no está escrita. Palabra de emprendedora.
Es importante detener la rumiación, permitiendo que el cerebro encuentre soluciones creativas en lugar de repetir viejos miedos. Cada pensamiento tiene otra cara, tan real como la primera. Solo hay que atreverse a mirarla. Tú, ¿te atreves?


