Hoy ha sido mi primer día de prueba en mi Closet Connection. Ha sido un éxito compartido con las que ya son mis tres Closet Sisters. A ellas y su apuesta agradezco lo que he disfrutado y a la vez comprobado que la moda es medicina.
Por muy frívola que le parezca a algunos detrás de como te ves y como esto te afecta hay mucha ciencia. Hay días en los que basta ponerse algo distinto para que algo dentro de nosotros también cambie. Un color que nunca te atreviste a usar, un corte que te hace sentir más alta, un tejido que te abraza de otra manera. Y de pronto el espejo te devuelve una versión nueva de ti, o quizás una antigua que habías olvidado. La ropa no solo viste el cuerpo, viste la percepción.
La neurociencia lo llama enclothed cognition: lo que llevas afecta a cómo piensas, cómo te mueves y cómo te relacionas con el mundo. No es magia, es biología. Si el cuerpo se siente poderoso, la mente responde como si lo fuera. Si el cuerpo se siente cuidado, el interior respira con más calma. Una prenda puede elevarte o encogerte, abrir el pecho o cerrar los hombros. La ropa es mensaje. Hacia afuera, pero sobre todo hacia adentro.
Porque cuando cambias la manera de vestirte cambias la narrativa. Te atreves más, cuestionas menos, te sostienes mejor. Y algo aún más curioso sucede: el mundo responde. Una mirada que antes te pasaba por alto se detiene. Una conversación nace donde ayer había silencio. No es que el mundo haya cambiado, es que tú te muestras.
Vestirse no es esconderse ni decorarse. Es declararse. Es elegir quién quieres ser hoy y permitir que esa versión camine, ocupe espacio y respire.
Estoy segura que habrá muchas más Closet Sisters que se atrevan a comprobar cómo una prenda que te puede hacer sentir siendo capaz de activar tu corteza prefrontal y reducir la autocrítica. El cuerpo le recuerda al cerebro quién puede ser y el cerebro, cuando se lo cree, empieza a actuar en consecuencia. Atrévete a ser la siguiente #ClosetSister.


