KASHIWA: 25 AÑOS DE SABOR, ARTE Y TESÓN

Ayer no solo se celebró un aniversario, se rindió  homenaje a una historia de esfuerzo, pasión y excelencia en nuestra ciudad. Hace 25 años mi querida amiga Asun abrió las puertas de su restaurante japonés en Tres Cantos. Una pionera que arriesgó,con una comida entonces poco conocida, sin imaginar que se convertiría en uno de los mejores de todo Madrid.

Cada plato que sale de su cocina lleva el delicioso sello de su dedicación silenciosa y constante. Detrás de cada vino elegido con mimo, su constante aprendizaje y de cada detalle cuidado, hay una mujer que ha convertido su restaurante en un lugar donde el tiempo se detiene y los sentidos despiertan. No hay nada que no lleve un mmmm aparejado. 

Admiro profundamente su manera de trabajar, de crecer sin alardes, de mejorar cada día. Su compromiso con la calidad no es solo profesional, es un acto de amor. Y ese amor se nota. En el plato perfecto, en el ambiente  divertido y acogedor, en cada sonrisa con la que te recibe.

Gracias por regalarnos  felicidad a través de tu casa y tu cocina, tu ejemplo y tu amistad. Que sigamos brindando muchos años más por esta aventura tuya que también sentimos un poco nuestra.

Porque cuando una mujer como tú inspira querida Asun, deja huella.

Y tú, amiga, has dejado muchas.

乾杯 (kanpai) por ti y por todo lo que viene.

EL MITO DE NO TENER TIEMPO

Cuando alguien dice no tengo tiempo casi siempre está diciendo otra cosa. No lo he decidido. No lo he priorizado. No me veo haciéndolo de verdad. Porque cuando algo nunca ha estado en tu mapa mental no aparece hueco alguno en la agenda. El tiempo no se encuentra, se asigna. Y en el caso de la actividad física, más. 

Algunos de mis coachees insisten en que pasan el día trabajando y que no queda espacio para nada más. Es decir para ellos y su cuidado, no. Lo dicen convencidos. 

Recuerdo a mi padre llevándonos, a mis hermanos y a mí,  al gimnasio todos los días. Refunfuñábamos claro. Decía que el día que inventaran un jarabe que te mantuviera sano y fuerte dejaríamos de ir. Hasta entonces había que encargarse uno mismo. A día de hoy ,ese jarabe sigue sin aparecer.

Sin llamarme nadie por el camino del deporte encuentro el momento. Cambio de actividad cuando hace falta. Caminar, pilates, yoga, fuerza. Cambio de horario por la mañana, a mediodía o por la noche. No lo idealizo. No lo hago perfecto. Hago posible. Todo mientras sigo esperando el elixir de la vida sin perder la esperanza.

Para quienes siguen convencidos de que no tienen tiempo propongo un ejercicio incómodo pero revelador. Sentarse con papel y boli. Dibujar un horario como los que teníamos de pequeños. Todas las horas del día. Rellenar con obligaciones reales. Siendo honestos. Y luego mirar los huecos.

La pregunta no es si tienes tiempo. La pregunta es si estás dispuesto a verte cuidándote. Porque cuando algo importa de verdad siempre encuentra su lugar. Aunque no sea bonito. Aunque no sea ideal. Aunque sea tarde.

LOS DE SIEMPRE, PARA TODO

Hoy lo hemos visto con “Alegría” y es que, a veces parece que en la televisión, en las redes, en la política es como esa casa en la que se siguen usando los mismos muebles por costumbre, aunque chirríen y ya no encajen en los tiempos que vivimos. No importa el reto ni la función, siempre aparecen las mismas caras, los mismos nombres, los de siempre, los que hacen y saben de todo.

Este fenómeno tiene un nombre del que todos abusan por la ley del mínimo esfuerzo, el efecto de la familiaridad. Cuanto más vemos a alguien, más confianza nos genera. Aunque no sea la persona más preparada. Aunque no tenga la mejor propuesta. Aunque haya fallado antes. La repetición nos tranquiliza, y el marketing y ma política lo saben.

Pero a diferencia de la televisión, la democracia necesita urgentemente algo más que familiaridad, necesita energía, diversidad, nuevas voces, nuevos enfoques. Requiere de personas que no estén desgastadas, que aún escuchen, que tengan algo distinto que aportar para mejorar el sistema.

Sin embargo, seguimos atrapados en un bucle de caras repetidas. Algunos porque les viene bien. Otros porque no se atreven a cuestionarlo. Y muchos porque, simplemente, no saben que hay alternativa.

Lo previsible da seguridad, pero también puede ser el mayor freno al cambio. En tiempos de transformación acelerada, repetir fórmulas caducas solo nos garantiza más de lo mismo. Y lo de siempre ya no basta.Ya queda menos. 

CUANDO TODO SUCEDE EN TU CABEZA

Hay días en los que llegas al final de la jornada agotada. No queda luz, no queda energía y sin embargo, si haces un repaso honesto, descubres algo inquietante: casi todo ocurrió en tu cabeza. Pensaste, anticipaste, analizaste, imaginaste escenarios. Viviste muchas vidas… pero ninguna en la realidad.

Cuanto más inteligente eres, más intensa es esa actividad interna. Más variables, más peros, más capas. La mente se vuelve brillante, pero también exigente. Cada decisión pasa por un filtro infinito y cada paso se retrasa porque hay demasiado que considerar. Así, lo que podría ser un gesto sencillo se transforma en un laberinto. No es falta de capacidad, es exceso de análisis.

El problema no es pensar. El problema es convertir el pensamiento en sustituto de la acción. La cabeza se cansa porque trabaja sin descanso, mientras el cuerpo espera. Y cuando eso ocurre, la realidad empieza a parecer más difícil de lo que es. Todo se vuelve obstáculo porque no se contrasta con hechos, solo con hipótesis.

La salida no está en pensar mejor, sino en pensar menos y probar más. Hacer de la realidad tu campo de pruebas. Avanzar aunque no tengas todas las respuestas. Permitir que la experiencia corrija lo que la mente exagera.

Estar alerta a este patrón es clave. Detectar cuándo llevas horas viviendo hacia dentro y recordarte que la vida ocurre fuera. La cabeza necesita descansar del análisis constante y el descanso real llega cuando el cuerpo actúa.

A veces, la claridad no aparece pensando un poco más, sino atreviéndote a hacer algo antes. Porque no todo se resuelve en la mente. Algunas cosas solo se entienden cuando se viven.

DE LA INVISIBILIDAD A LA DIGNIDAD

Hoy he tenido la suerte de asistir a una jornada de la Fundación del Secretariado Gitano como  cierre  del año dedicado a este pueblo, y me ha resultado imposible no sentir  indignación y vergüenza por todo lo que aún no está resuelto desde hace tantos años.

No por falta de discursos, que palabra y postureo no falta sino de leyes. Porque como han recordado   “convivir no es coexistir.”Porque “normalizar no es legislar”. Porque hablar de igualdad sin acción es seguir alimentando una desigualdad disfrazada.

Discriminar por identidad, por aspecto o por cultura es una herida que desangra cualquier democracia y es para mí  una injusticia a extinguir. Y esa herida se agrava cuando se mezcla con la pobreza, con la falta de datos oficiales, con el silencio institucional. Con lo que  llaman “el discurso del asco”.

La comunidad gitana ha sido ejemplo de resistencia pacífica, pero no me extraña que esté cansada de luchar frente a etiquetas. Harta de promesas huecas, de una supuesta discriminación positiva que solo perpetúa el estigma. Harta de que se cuestione su derecho a tener derechos.

No se trata solo de incluir. Se trata de reparar. De reconocer. De legislar. De garantizar, por ley, lo que ya debería ser normal, igualdad de oportunidades, acceso real a la educación, conexión digna con la formación profesional, respeto y protección frente a la discriminación.

Decimos que somos un país avanzado. Pero seguimos sin mirar de frente a quienes llevamos siglos empujando a los márgenes y enjaulándolos en tópicos. Quizá sea hora de que la justicia vuelva a ser también cosa de los juristas.Y de que esta ley deje de ser una promesa. 

Agradezco también la oportunidad de conocer al genial Catedrático de Constitucional, Fernando Rey y su arte para arrojar luz y esperanza desde el humor al profundo drama que rodea la discriminación. Menudo Inluencer!  Toda mi admiración.

CUANDO LA VOZ INTERNA IMPORTA MÁS QUE LOS SUPLEMENTOS

Estamos tan metidos en la carrera por vivir más y mejor que se nos olvida lo esencial. Tomamos magnesio, omega 3, vitaminas, antioxidantes y cualquier cosa que prometa longevidad, pero prestamos poca atención a cómo nos hablamos. Y esa conversación silenciosa vale más que todos los suplementos que podamos ingerir en años.

Si te fijas, cada vez que aparece un pensamiento que te inquieta tu cuerpo reacciona al instante. El corazón se acelera, las manos tiemblan, la piel se enrojece y el estómago se encoge. Esa reacción no es casual, es la fisiología de lo que piensas. Tus palabras internas se convierten en señales químicas que recorren tu cuerpo como si fueran verdad absoluta.

Lo que no se ve se olvida. Por eso ignoramos la salud mental hasta que duele. Reaccionamos tarde porque los pensamientos no hacen ruido, pero desgastan igual que cualquier enfermedad. Y sin una mente tratada con cariño ningún suplemento podrá hacer el trabajo por ti.

Si quieres empezar a cuidarte de verdad, empieza por cambiar la forma en la que te hablas. Háblate como te hablaría tu mejor amiga, esa que te conoce, que te quiere sin condiciones, que te recuerda tus virtudes cuando tú solo ves defectos. A partir de ahora, pregúntate por qué pudiendo usar su voz eliges hablarte con dureza.

Imagínala sentada a tu lado. Pregúntate qué diría ella cuando fallas, cuando dudas, cuando no llegas. Esa es la voz que necesitas. Esa es la voz que sana. Porque al final el cuerpo responde a lo que le dices. Y si puedes hablarte con amor, para qué seguir haciéndolo desde la herida.

CUANDO LA COMODIDAD DRAMATIZA

Desde el drama exagerado de mi simple resfriado que ni siquiera llega a gripe me he sorprendido pensando en la comodidad que disfrutamos cada día y en el efecto silencioso que está teniendo en nuestras vidas. 

Con el frigorífico lleno, el armario desbordado, la calefacción funcionando sin límite, el agua caliente siempre lista y una farmacia entera en casa para cualquier síntoma es fácil creer que todo está bajo control. Sobre todo ahora con una IA que de vez en cuando alucina en nuestros teléfonos. Pero esa ilusión nos está llevando a un lugar confuso y peligroso.

Muchos de los males que nos inquietan y castigan nuestra salud mental, vienen de nuestra poca acción y nuestro exceso de pensamiento. De vivir tan cómodas que tememos perder esa comodidad en un futuro cada vez más incierto. Y el miedo, cuando se instala, quita fuerza, quita energía y convierte la vida en un espacio pequeño. Llegando a  hacer de la supuesta  zona de confort un lugar asfixiante. 

Las modas de las duchas frías, los baños de hielo o los ayunos intermitentes van por ahí. Son intentos de recordarnos algo que nuestra rutina ha borrado. Que salir del confort, aunque sea un poco, nos despierta. Nos hace fuertes. Nos devuelve la sensación de que aún tenemos poder sobre nosotras mismas. Pero incluso así solemos practicarlas poco. Lo probamos un día, lo abandonamos al siguiente y volvemos al calor de la comodidad.

Todo sin pensar que cada pequeña victoria sobre lo cómodo aumenta nuestro autocontrol. Nos demuestra que todavía podemos con mucho más de lo que imaginamos. Que el cuerpo responde. Que la mente se aclara. Que la voluntad existe.

Y aun así aquí estamos, dramatizando un constipado como si fuera una tragedia épica y haciendo que dar un paseo cada día sea una gesta inigualable. Quizá por eso es tan necesario recordarnos que la incomodidad, en dosis pequeñas, no nos quita bienestar. Nos lo devuelve.

¿Qué vas a hacer tú? 

CARTA A LA NIÑA DEL ARMARIO MÁGICO

Querida pequeña mía,

Hoy cumples 6  años. Te miras al espejo con esa falda de tul que te hace sentir valiente, con ese sombrero de flores que te transporta a París, ya te gustaban los monos y es jardín  era tu  pasarela secreta. No lo sabes, pero estás entrenando tu mirada, tu alma… y tu revolución.

He pasado la vida intentando cambiar el mundo y sigo haciéndolo desde muchos lugares, la política, el coaching, el liderazgo. Y aunque cada paso ha sembrado algo, hoy siento que el proyecto que nace es aún más grande, más útil y más yo.

Hoy empiezo a compartir mi armario.

Ese que he construido durante años con mimo, con estilo, con piezas únicas llenas de historia y emoción. No es solo ropa, es un legado de historias e ideas. Una colección de versiones de mí misma que quiero poner al servicio de otras.

Y lo hago para que muchas mujeres puedan vestirse sintiéndose vistas, cómodas con su cuerpo, aceptadas por otras, sin necesidad de seguir comprando sin alma ni llenar el planeta de residuos.

Ahora sé que tu sueño tenía forma de prenda. Que detrás del juego había propósito. Y que cada vez que alguien se prueba algo tuyo, una semilla de transformación germina.

Gracias por soñar sin medida. Gracias por vestirte como si pudieras volar.

Hoy, la moda se convierte en puente.

Y tú, en arquitecta de un mundo más humano.

Con amor,

Yo, cincuenta y un años después

P.D.  A veces, la revolución comienza abriendo un armario con amor y dejando entrar a otras mujeres.

CUANDO LA MODA SE CONVIERTE EN UN REGRESO A NOSOTRAS

Muchas de las mujeres que vemos en reels, posts y vídeos viven en un universo que parece ajeno. Cuerpos perfectos. Edades eternas. Armarios infinitos. Outfits diarios que no encajan ni con nuestra vida ni con nuestro tiempo. Ese bombardeo constante nos va alejando de algo esencial, no de la ropa, sino de nosotras mismas.

Desde que la vida femenina se reduce a parecer lo más joven posible todo se vuelve una carrera. Tratamientos imposibles. Expectativas sin sentido. Comparaciones que duelen. Y mientras intentamos parecernos a esas mujeres de pantalla, nos alejamos de nuestro cuerpo real, de nuestra historia, de nuestra belleza verdadera. No solo dejamos de aceptarnos, dejamos de querernos.

La moda, en su origen, nunca fue una cárcel. Es un juego. Una posibilidad infinita de expresar quién somos cada día. Una forma de crear atmósferas y no disfraces. No se trata de vestirte según tu humor, sino de vestirte para acompañarlo, elevarlo, transformarlo. Cuando llevas algo que te hace sentir bien, el mundo lo nota. Cambia tu postura, tu energía, tu manera de pisar la vida.

Mi intención con #ClosetConnection es precisamente esa. Conectarnos con nosotras mismas. Explorarnos. Atrevernos. Recuperar la alegría de vestir y usarla como una forma de autoestima, no de castigo. Descubrir lo que somos a través de lo que elegimos ponernos.

He abierto las redes sociales de este proyecto que quiero que sea de todas las #ClosetSisters. Un espacio donde mostremos al mundo lo que somos capaces de hacer sin decir una sola palabra. Porque a veces, una prenda bien elegida es un acto de amor propio.

YA NO JUEGAN A LA LIMA

El otro día recordaba con algunos amigos nuestros juegos en la plaza del pueblo, a la lima, el truque, el béisbol, rescate, balón prisionero, patinar sobre ruedas, al rescate… ¿qué tienen todos ellos en común? 

Dos cosas principales se jugaban al aire libre a pesar del frío, el viento y la lluvia y se jugaban en grupo. Además también conllevaban movimiento y actividad física. Todas esas cuestiones parece que ocurren ahora dentro de una pantalla.

En la que no hay compañeros, tampoco aire libre y menos movimiento. Cuando el mundo no ha sido nunca tan seguro como ahora el acceso a tanta información hace que temamos por los pequeños más que nunca, asfixiándolos entre nosotros y  enjaulándoles en nuestras casas. 

Es más importante para nosotros su rendimiento y multiplicar sus habilidades que que disfruten de su infancia. Quizá no  dure tanto tiempo y a lo mejor tampoco les estamos preparando para el mundo que van  a vivir. 

Apenas se aburren, tampoco saben hacer más amigos que los que la propia proximidad física les procura en clase o la parental con los hijos de sus amigos. Tan aislados son carne de cañón de los infames de las redes. 

Todo está protección afecta a su autonomía a su desarrollo y sobre todo a la frustración que les genera. no conseguir con la inmediatez que exige su tiempo, lo que quieren. 

No lo estamos haciendo demasiado bien con los jóvenes pero parece que tampoco con los pequeños que a pesar de ser responsabilidad de sus padres, todos formamos parte de su comunidad en la que deben vivir y ahora parece que también sobrevivir. 

ANGUSTIA: SIN NADIE A LOS MANDOS

Eso es lo que me produce observar con detenimiento la situación actual. Las distintas velocidades, capacidades, perspectivas, preocupaciones y soluciones que se proponen a los escenarios tan dispares que cada uno ve.

Mientras unos vaticinan la desaparición de muchos de los empleos que conocemos y nos remiten a rentas básicas y un ocio obligado, otros lo comentan entre risas nerviosas por todavía conservar los suyos.

Unos hablan de ampliar la edad de jubilación mientras empresas antaño públicas prejubilan a los nacidos en 1971 y cuando los mayores de 50 que salen del mercado laboral apenas pueden volver a entrar en condiciones dignas para sumar algún beneficio a la nunca asegurada jubilación.

Mientras quienes adquieren habilidades novedosas pueden hacer el trabajo de tres, otros tratan de reducir  en el discurso la jornada que en particular ninguno de los que tiene que aplicársela a sus  trabajadores piensa hacerlo. 

Mientras los que necesitan conciliar son obligados a volver a las oficinas, los que requieren por salud mental hacerlo son obligados al remoto en cualquier caso. Todo al revés. 

Nunca ha sido tan fácil ir dal detalle y tenerlo en cuenta con tantas tecnologías  y algoritmos pero parece que solo es interesante para buscar la manera de manipular el comportamiento de los scrollers irredentos. 

Mientras por encima de las capas de los  gobiernos están los que van y vienen al espacio y a Marte y nada les aplica, los de debajo tratamos de sacar la cabeza entre tanta capa de grasa que asfixian y angustian.

CUANDO UNA PRENDA CAMBIA TU MUNDO

Hoy ha sido mi primer día de prueba en mi Closet Connection. Ha sido un éxito compartido con las que ya son mis tres Closet Sisters. A ellas y su apuesta agradezco lo que he disfrutado y a la vez comprobado que la moda es medicina. 

Por muy frívola que le parezca a algunos detrás de como te ves y como esto te afecta hay mucha ciencia. Hay días en los que basta ponerse algo distinto para que algo dentro de nosotros también cambie. Un color que nunca te atreviste a usar, un corte que te hace sentir más alta, un tejido que te abraza de otra manera. Y de pronto el espejo te devuelve una versión nueva de ti, o quizás una antigua que habías olvidado. La ropa no solo viste el cuerpo, viste la percepción.

La neurociencia lo llama enclothed cognition: lo que llevas afecta a cómo piensas, cómo te mueves y cómo te relacionas con el mundo. No es magia, es biología. Si el cuerpo se siente poderoso, la mente responde como si lo fuera. Si el cuerpo se siente cuidado, el interior respira con más calma. Una prenda puede elevarte o encogerte, abrir el pecho o cerrar los hombros. La ropa es mensaje. Hacia afuera, pero sobre todo hacia adentro.

Porque cuando cambias la manera de vestirte cambias la narrativa. Te atreves más, cuestionas menos, te sostienes mejor. Y algo aún más curioso sucede: el mundo responde. Una mirada que antes te pasaba por alto se detiene. Una conversación nace donde ayer había silencio. No es que el mundo haya cambiado, es que tú te muestras.

Vestirse no es esconderse ni decorarse. Es declararse. Es elegir quién quieres ser hoy y permitir que esa versión camine, ocupe espacio y respire.

Estoy segura que habrá muchas más Closet Sisters que se atrevan a comprobar cómo  una prenda que te puede hacer sentir siendo capaz  de activar tu corteza prefrontal y reducir la autocrítica. El cuerpo le recuerda al cerebro quién puede ser y el cerebro, cuando se lo cree, empieza a actuar en consecuencia. Atrévete a ser la siguiente #ClosetSister. 

CUANDO EL PÁNICO SE CONTAGIA

Cada vez que intentas salir de tu zona de confort tu cerebro levanta todas las barreras posibles. Es su forma de quererte, aunque a veces parezca lo contrario. Te protege con exceso, te susurra peligros, te recuerda fracasos que no existieron e inventa otros posibles. Quiere que vuelvas a lo conocido, a lo repetido, a lo cómodo. Ese lugar pequeño donde no pasa nada… pero tampoco crece nada.

Y si lo compartes, el miedo se multiplica. Ya no es solo tu voz interna repitiendo “cuidado”. Se suman las de quienes te quieren bien, pero te imaginan débil. Personas que te sostienen pero también te frenan porque proyectan en ti sus propios temores, sus propios límites no cruzados. No te aconsejan desde tu capacidad sino desde la suya. No te protegen del riesgo, te protegen del movimiento.

El pánico se contagia rápido. Si no estás despierto acaba filtrándose en tus decisiones, apagando tu impulso inicial, saboteando el resultado. Después, como una sombra muy educada, confirma que no debiste intentarlo. La profecía se cumple. Pero no porque no pudieras, sino porque cediste al miedo que no era tuyo.

Hay antídotos. Buscar a quienes también se atreven, a quienes se equivocan creando en lugar de quedarse quietos mirando. Pero hay otro más poderoso aún: avanzar. Empezar aunque tiemble el pulso, aunque la mente grite que vuelvas atrás. Demostrarte que puedes antes de demostrar nada al mundo.

Porque los sueños no se discuten, se construyen. Paso a paso, fallo a fallo, con el miedo sentado al lado pero sin el volante en la mano.

A veces lo único que necesitas para que el pánico deje de contagiarse es convertirlo en acción. Y entonces, el miedo ya no manda. Solo acompaña.

CUANDO LA MODA VUELVE A SER LIBERTAD

Nuestra relación con la moda se ha vuelto tóxica cuando dejamos que ponga el foco en un solo tipo de cuerpo. Lo verdaderamente interesante de la moda nunca fue la perfección sino la creatividad. No es una talla lo que nos define sino la intención. Esa pierna que se ve, ese gesto de color o esa silueta inesperada hablan más de lo que queremos transmitir que de lo que queremos ocultar.

La moda no va de belleza sino de atracción. No va de delgadez sino de seguridad. No va de tapar debilidades sino de mostrar orgullo. Cuando nos reconciliamos con esa idea entendemos que vestir no es disfrazarnos de una versión aceptable sino mostrarnos con fuerza.

A veces creemos que usamos la ropa como terapia pero lo que realmente nos daña son esas compras impulsivas que terminan restando libertad. La creatividad se pierde entre prendas que no amamos y que solo sirven para llenar huecos emocionales. Así se crea un armario lleno de culpa y de distancia, un lugar que nos aísla de lo que somos en lugar de ayudarnos a expresarlo.

Cambiar nuestra relación con la ropa es cambiar la relación con nosotros mismos. Es dejar de pelear con el cuerpo y empezar a escucharlo. Es abandonar el juicio y recuperar la presencia. Son muchos años soportando una violencia silenciosa que ha debilitado nuestra seguridad. Por eso es urgente rebelarnos.

Es momento de apoyarnos, de mirarnos sin miedo y de volver a vestirnos con intención. Que la creatividad sea visible. Que nuestra fuerza se note. Que dejemos atrás las chaquetas negras que esconden y volvamos a elegir lo que nos sostiene. Porque cuando la moda recupera su libertad también lo hacemos nosotros.

CUANDO LA OTRA CARA DE LA MONEDA NOS SALVA

A pesar de que muchas veces no tenemos ningún dato sobre cómo irá algo,la mente se empeña en mostrarnos siempre la misma cara de la moneda. La gris. La pesada. La que nos recuerda lo que falta, lo que falló, lo que podría ir mal. Y sin darnos cuenta nos quedamos atrapados en ese lado, convencidos de que es toda la realidad. Pero ninguna moneda tiene una sola cara. Ningún pensamiento tampoco.

Quiero compartir con vosotros algo que hago a menudo. Cuando aparece una idea que oscurece el día, basta un gesto interior para recordarlo. Darle la vuelta. No para negar lo que duele, sino para ampliar el horizonte. 

Ver la otra cara de la moneda no es un pensamiento mágico, es una perspectiva distinta, una útil herramienta.Es preguntarte qué más puede ser verdad además de lo que te estás contando. Es permitir que la mente busque alternativas en lugar de hundirse en un único relato. Mirar el otro porcentaje que evitamos. 

La creatividad empieza ahí, en ese giro pequeño que lo cambia todo. Cada vez que transformas un “y si sale mal” en un “y si sale bien”, tu cerebro activa nuevas rutas, reduce el estado de alerta y abre espacio a la calma. Ese giro contrario no es autoengaño, es equilibrio. Es recordar que tu mente, igual que la moneda, siempre tiene dos lados.

A veces basta imaginar esa moneda girando en el aire para sentir que la rigidez se afloja. Porque mientras gira, todo es posible. Mientras gira, la historia no está escrita. Palabra de emprendedora. 

Es importante detener la rumiación, permitiendo que el cerebro encuentre soluciones creativas en lugar de repetir viejos miedos. Cada pensamiento tiene otra cara, tan real como la primera. Solo hay que atreverse a mirarla. Tú, ¿te atreves? 

CUANDO NO ESCUCHAMOS, NOS PERDEMOS

Para alguien que quiere sacar sus propias conclusiones  escuchando todas las versiones el mundo se han convertido en un infierno. Primero para separar los hechos de lo inventado y después no desesperar entre la guerra entre unos y otros, sin reparar en cuestiones de sentido común.

Aún así todos  vivimos  rodeados de información y opiniones. Nos cruzamos con ideas distintas a las nuestras cada día. Y sin embargo, cada vez escuchamos menos. No porque no tengamos oídos, sino porque nos cuesta aceptar que podríamos estar equivocados.

Este fenómeno se llama sesgo de confirmación, esa tendencia del cerebro a buscar, procesar y recordar solo aquello que refuerza lo que ya creemos. En el fondo, ignoramos lo que desafía nuestras ideas, no porque no sea cierto, sino porque resulta incómodo.

En un mundo tan polarizado, esto se vuelve un peligro real ser objeto de burdas manipulaciones para que todo siga igual. Si no somos capaces de escuchar a quienes piensan diferente, si nos cerramos al diálogo, lo único que conseguimos es encerrarnos en burbujas que no reflejan el mundo, sino solo nuestros miedos y certezas.

Ocurre que cuando escuchamos un argumento contrario, nuestro cerebro entra en “modo defensa”. El área encargada del razonamiento lógico se desconecta y activa el sistema límbico, el de las emociones. Lo tomamos como un ataque personal. Pero si aprendemos a reconocer este mecanismo y calmarnos, recuperamos la capacidad de razonar con apertura.

Escuchar de verdad no significa ceder. Significa aprender. Porque incluso si no cambiamos de opinión, entender al otro nos hace más fuertes, más sabios y más humanos.

Aunque hoy no hay sido el mejor día, la próxima vez que sientas rechazo automático ante una idea u opinión diferente, respira. Escucha. Pregunta. Ahí empieza el pensamiento crítico. Ahí empieza el verdadero liderazgo de uno mismo. 

CAMBIAR EL MUNDO COMPARTIENDO ARMARIO

Hoy Día de la Mujer Emprendedora quiero contaros mi nueva aventura

Siempre he querido cambiar el mundo desde las ideas y las decisiones, primero a través del coaching después también desde la política. Ayudar a las personas a pensar mejor a elegir mejor y a liderar mejor ha sido siempre mi manera de hacerlo.

Ahora siento que también puedo cambiar el mundo desde algo tan cotidiano como la ropa cambiando la forma en que consumimos moda y la forma en que nos conectamos entre nosotras.

He creado Closet Connection, un armario compartido por suscripción para mujeres que quieren experimentar con prendas especiales sin llenar el armario ni vaciar la cartera

Probar estilos nuevos, sentirse distintas sin compras impulsivas ni perchas llenas de culpa. 

Y empieza hoy. Si lo sigo pensando me quedo en la zona de confort y mi ilusión de conectar personas se queda en teoría. Prefiero probar en pequeño aprender rápido y hacerlo acompañada

Busco tres mujeres que quieran ser la avanzadilla de este proyecto piloto compartir propósito estilo y ganas de hablarle al mundo sin tener que usar palabras compartiendo armario conmigo

Si te vibra escríbeme por mensaje privado y te cuento. 

Acaba de empezar Closet Connection!! 🚀

LA CUESTA ABAJO DEL SISTEMA

La decadencia de un sistema se hace evidente cuando los propios actores principales no solo no lo respetan, sino que como ellos mismos dicen “les importa tres pepinos en vinagre”, por decirlo de manera educada y probiótica.

Abrir cualquier periódico o escuchar los cinco primeros minutos de un telediario basta para que, a diestra y siniestra, se sienta el mismo desapego y la misma vergüenza, a partes iguales.

Ya vivimos momentos en nuestra historia en los que el buenismo inútil y la corrupción terminaron en una dictadura. Hoy, el hartazgo y los sainetes hacen que incluso eso parezca, a algunos, oportuno, aunque solo pensarlo de forma reflexiva ya debería abrirnos las carnes.

La solución ya no pasa por otros partidos con otras caras. Porque el sistema termina captando a los que quieren vivir de la política y expulsando a muchos de los que llegan a servir desde ella.

Esto necesita un cambio que no lo reconozca ni la madre de aquel. Que impida que una posición jerárquica lo domine todo para no hacer nada. Y que ahora, con la digitalización, permita que esté todo en manos de todos.

Una mirada honesta entre lo que nos dirige y lo que nos entretiene da buena cuenta de que esta cuesta abajo no se salva como se nos tiene acostumbrados. Ni llamando a un teléfono, ni enviando un mensaje. Porque no es que cuatro años sean eternos para votar.

Es que ya no queremos que esté solo en sus manos.

CUANDO EL MUNDO  ES DE LAS MENTES FLEXIBLES 

Cada día sentimos que el suelo se mueve un poco bajo los pies. La tecnología avanza, las certezas se deshacen y el futuro parece más una pregunta que una respuesta. En un mundo así, aferrarse a lo de siempre solo genera miedo. Lo que verdaderamente nos sostiene es la capacidad de adaptarnos, de ser flexibles, de abrir la mente sin rompernos por dentro.

Quienes cuidan de una familia, quienes lideran un equipo o quienes sostienen una organización ya no pueden hacerlo dando órdenes o pretendiendo tener el control absoluto. Hoy el liderazgo se parece más a acompañar que a dirigir, más a escuchar que a mandar, más a sumar miradas que a imponer una sola.

La creatividad es una aliada, no un adorno. Es la manera de transformar la incertidumbre en posibilidad. La colaboración es la nueva fuerza. No porque suene bien, sino porque nadie puede con todo solo. Y la participación es la energía que hace que las ideas cobren vida. Con la información al alcance de cualquiera, el poder dejó de estar en saber más que los demás y pasó a estar en saber construir juntos.

El futuro no se dominará desde la rigidez, sino desde la capacidad de movernos con él. Ser flexibles no es ceder, es crecer. Adaptarnos no es renunciar, es elegir seguir avanzando.

Practicar la flexibilidad mental reduce el estrés y mejora la capacidad de tomar decisiones creativas. El cerebro se expande cuando dejamos de proteger certezas y empezamos a explorar posibilidades. En un mundo incierto, esa es la verdadera fortaleza.

EL CÍRCULO DE LAS TAZAS ROTAS

En un pueblo rodeado de colinas, cinco mujeres que habían compartido la infancia, la juventud y los silencios de la madurez, decidieron reunirse cada jueves para tomar té.

Eran diferentes: una hablaba sin parar, otra escuchaba con profundidad. Una se había casado joven, otra nunca, otra había amado en secreto. Y aunque sus vidas tomaron caminos distintos, algo las unía más allá del tiempo: el deseo de no quedarse solas por dentro.

Cada una llevaba su propia taza. Un día, la de Lina cayó y se rompió.

—Lo siento —dijo avergonzada—, soy tan torpe últimamente…

Eva, sin decir nada, se levantó, recogió los pedazos y los guardó.

—Vamos a repararla con oro —dijo al día siguiente—. Como hacen los japoneses. Así recordaremos que las cicatrices bien acompañadas se convierten en arte.

Desde ese día, cada vez que una hablaba de su miedo, su duelo o su duda, las demás no intentaban resolverlo. Solo sostenían la taza.

Y así, en cada encuentro, las grietas se volvían doradas. No porque desaparecieran, sino porque eran compartidas.

Con el tiempo, las reuniones se volvieron sagradas. Nadie juzgaba, nadie exigía. Solo se escuchaba, se reía, se lloraba y se tejía la red invisible del cuidado mutuo.

Porque entendieron que, en la vejez, la amistad no es un lujo.

Es el lugar donde el alma respira.

Os dejo esta reflexión sobre la importancia de las relaciones de calidad cuando vamos siendo más mayores. Las tazas se rompen. Pero las que se reparan entre amigas… sostienen más vida que las nuevas.

Conectar no es hablar mucho, es estar de verdad.