Llevo toda la vida sabiendo que la energía es nuestro tesoro más valioso. Es lo que nos permite levantarnos cada día, perseguir nuestros sueños y conectar con quienes amamos. Sin embargo, no todas las personas que se cruzan en nuestro camino suman a ese valioso recurso. Algunas, incluso sin mala intención, drenan tu tranquilidad y nubla tu claridad y ni siquiera te reconoces.
A veces creo que tengo la suficiente energía para compartir e impulsar a quienes no tienen tanta o no saben cómo utilizarla positivamente en su día a día sin reflexionar mucho sobre el desgaste personal que ello supone. No porque no lo reconozcan o agradezcan sino porque tampoco lo han pedido ni les es útil. “Malgastándonos” como canta Arde Bogotá.
Poner distancia no es un acto de egoísmo, es un aprendizaje para quererse y respetarse a uno mismo. Imagina tu energía como un jardín. Lo riegas con esfuerzo, lo cuidas con dedicación, pero si permites que las hierbas crezcan sin control puede que ahoguen todo lo hermoso que has cultivado. ¿No es justo que pongas límites para protegerlo?
Ser empático no significa cargar con los comportamientos, emociones y problemas de los demás. Puedes comprender, acompañar y apoyar, pero no es tu responsabilidad sacrificar tu bienestar por alguien que no cuida su propio equilibrio. Aprender a decir “hasta aquí” es una de las lecciones más poderosas para proteger tu paz.
Distancia no significa desprecio. Significa valorar tu bienestar lo suficiente como para saber cuándo retirarte. Y en ese espacio que creas, florece algo maravilloso, la claridad, calma y fuerza para atraer personas y experiencias que nutran, no que drenen.
Cuida tu energía. No pidas disculpas por protegerla. Quien verdaderamente te valora, entenderá que tu paz no es negociable. Porque al final del día, la tranquilidad que cultivas es el lugar desde el que puedes dar lo mejor de ti al mundo. ¿Qué vas a hacer hoy para cuidar tu jardín en 2025?
Yo ya he empezado 🍀


