¿ Qué cuelgas en tu árbol?

arbol

 

 

El alumbrado navideño que cada año inunda nuestras calles, recordándonos estas fechas, me hace reflexionar sobre numerosas cuestiones de toda índole, económica, política, medioambiental, pero sobre todo en lo que este tiempo significa y esto sí me aporta amor, calidez y buenos sentimientos.

Es cierto que la nostalgia hace su aparición de vez en cuando, al echar de menos la compañía de quienes  nos dejaron, pero recordar haber tenido la oportunidad de haberlos conocido y compartir momentos, experiencias y aprendizajes con ellos, hace que mi sentimientos de agradecimiento por haberles disfrutado,  sean infinitamente mayores que la tristeza por no poder tenerles a mi lado, y de paso, uso esa energía para que quienes no están tan acompañados en estas fechas, sientan la alegría del calor humano que les rodea  y entre todos generar una alegría contagiosa.

Mi mente cada vez está menos condicionada y por lo tanto no espera una fecha clave para agradecer y celebrar, no pide que las condiciones sean otras, o mejores, simplemente pienso en que cada día que pasa, todos, desde hoy hasta el próximo año, quiero que me acompañe este espíritu de concordia y hermandad, que se promueve en estos días.

Me encanta ir sonriendo por esas calles iluminadas, de manera que el asombro que produzco en los demás, les acabe invitando a saludarme, o a que me sonrían de vuelta, o incluso  que se queden pensando de qué me conocen. Me encanta. Habéis sentido lo que reconforta que con ese mismo espíritu te salude un extraño¿lo has probado?

Acostumbré a mi mente a guardar y almacenar emociones para compartir, de alegría, de agradecimiento, de generosidad. Acabé asociando la Navidad a emociones potenciadoras que van más allá de mis propias experiencias o circunstancias, trabajando mi interior y buscando la infinita cantidad de cosas por las que debo estar agradecida. Desenfocando de lo cotidiano, de lo que antes consideraba problemas y ahora ni siquiera considero retos, sino que es “lo que tiene vivir” que nunca se está preparado para todo pero sin embargo no tengo esperanzas de que no me ocurra nada en absoluto y como trabajo para lo bueno espero todo lo que conlleve, sin grandes aspavientos.

Mírate, si te ves reflejado en los cuentos de Dickens del lado de quien no le gustan estas fechas, quizás deberías tomarte la vida menos en serio. Seguramente sea más divertido poder disfrutar sin complejos de todo, es más, todavía puedes pensar en un jersey de renos o con un árbol de Navidad, cantar un villancico o cualquier cuestión que hasta ahora considerases una estupidez que no iba contigo. Verás qué liberación y lo que supone de cambio en tu persona. Sé flexible. Sólo porque con cualquier mínima acción  puedes ponerle alegría a la Navidad, animar a los que te rodean y no sólo con cosas materiales, sino mostrándoles y diciéndoles lo mucho que los quieres.

Si buscamos y pensamos  haciendo una lista, todos tenemos mucho que celebrar. Este año te invito a que en tu árbol, todo los tuyos, cuelguen escrito en algún adorno especial, cada día tres cosas que quieren agradecer  y que si no lo hacen podrían desaparecer de sus vidas.

Te sorprenderá en unos días comprobar por qué cantidad de cosas puedes estar alegre esta Navidad.

Para ti, ¿es Navidad?

Navidad

Cada vez que pienso en Navidad, un montón de tópicos asaltan mi mente. Es cierto que en mi rostro se dibuja una sonrisa que me hace recordarlos con cariño y merecen mi reflexión.

Los fanáticos de estas fechas, sacan a relucir su mejor sonrisa y sus mejores sentimientos,  adornos, todo es poco para celebrar estos momentos, ser poseídos por un espíritu de desprendimiento, de solidaridad, de pensar en los demás y para ello, decoran las casas por dentro y por fuera, árboles, luces, guirnaldas, estrellas, belenes… Todo para impulsar ese espíritu navideño que debería durar el resto del año.

Por el contrario están los detractores, los que dicen, no poder soportar tanta impostura, artificialidad, dulzura y consumismo. Son los que prefieren pasar estos días sumidos en una nostalgia constante y una recriminación igual, a la alegría de los demás.

En medio, sitúo a los que hacen de esta época un tiempo para recordar constantemente lo que no tienen o echan de menos, y obligan a que en sus familias estos momentos, en lugar de disfrutar lo que tienen y aprovechar al máximo a los que están, prefieren hacer de su cara y de su actitud un castigo para los que graciosamente les rodean, como si mañana estuviese asegurado para alguien.

En muchas casas  los niños pequeños son la excusa perfecta para no tener que saltarse ni uno de los rituales y pasos que exige la Navidad, decorar y decorarse, cantar, comer en exceso y lucir un entusiasmo a prueba de creencias en renos,  Santas  y Reyes oriundos de tierras lejanas.Tú no necesitas excusas, ¿verdad?, ni estímulos externos…

Si recordamos cuentos antiguos, como el Navidad de Dickens o nos recreamos en nuevas versiones en películas o dibujos, alguna duda nos asalta, ¿podríamos ubicarnos o identificarnos con alguno de sus personajes?, ¿con cuál?

La Navidad es una excusa perfecta para poder lucir una actitud positiva, hacernos más felices, que esto revierta en los demás y realizarnos una cura momentánea frente a todo lo que ocurre a nuestro alrededor el resto del año. ¿por qué no poner de nuestra parte?

Te propongo que actúes como sí se gustase la Navidad, como si todos los tópicos de los que huyes y contra los que construyes, te pareciesen  instrucciones de uso de esta época.  Sé que crees que te producirá urticaria, que irás contra tus principios, que no puede funcionar esta chorrada, ¿qué te cuesta probarlo? ¿eres capaz de hacer esto por ti?, ¿ ver cómo te sienta?

Tienes casi veinte días para poder llevarlo a cabo. Alguna vez seguro que has pensado cómo te quedarían esos cuernos de reno o ese jersey de Santa o tu cara con los reflejos de las luces del árbol.

Haz algo diferente. ¡Haz como si te encantase la Navidad!

¡La actitud lo es todo!