El lenguaje que utilizamos dice mucho de nosotros, de cómo almacenamos nuestras experiencias, de qué nos preocupa y de cómo funciona nuestro cerebro. En la mayoría de las ocasiones, le hacemos poco o ningún caso y continuamos nuestra vida como si nada. Creyendo, que lo que ocurre en el exterior es objetivamente como nosotros lo vemos, sin ir más allá.
Intentar entender la experiencia subjetiva de un ser humano es difícil, si no se tienen las herramientas necesarias y se es consciente del reto, puesto que estamos todos demasiado ensimismados en nuestros pensamientos y con nuestras batallas para prestar a los demás tanta atención.
La parte inexplicable es que si somos más conscientes de cómo funciona nuestro cerebro, podemos ser mucho más felices sólo almacenando mejor nuestras experiencias y rescatando y practicando las emociones que nos son beneficiosas, en lugar de refocilarnos en todas esas que nos crean ansiedad y entristecen con sólo atisbarlas.
Ahora que llega el verano y que para la mayoría el estrés deja de ser la base de nuestro trabajo, quizá estemos más proclives a probar y experimentar con nuevas estrategias. Hoy lo que quiero compartir con vosotros es la importancia del brillo en nuestra vida.
Hablamos de la capacidad visual, de cómo recordamos con imágenes. Utiliza unos minutos para probar. Elige una experiencia pasada muy agradable.Vuelve al recuerdo. Cierra los ojos si te resulta más fácil.
Fíjate en la imagen y modifica el brillo, nota cómo cambian tus sentimientos hacia ella. Cuando arrojas luz sobre ella, se vuelve más intensa la emoción, menos, igual. Y si le quitas brillo, ¿qué ocurre? Dedica unos minutos a observar los cambios.
La mayoría solemos tener unas sensaciones más intensas al aumentar la intensidad y menos al oscurecerla. Pero puede ser diferente. ¿Has pensado en que puedes hacer esto intencionadamente para variar los sentimientos sobre tus recuerdos?
Y si bajases la intensidad a todos esos pensamientos que desagradables que aparecen en tu mente de repente.
El brillo es sólo una de las submodalidades que puedes utilizar. Observarte te permite descubrir tus propias excepciones. Igual tus recuerdos peores son enmedio de la oscuridad y les puedes arrojar luz para minorarlos o quizá oscurecerlos aún más para que desaparezcan. Igual, si el brillo lo incrementas, incluso esa imagen tan blanca también minora tus sentimientos.
Cualquiera que sea la relación merece la pena dedicar unos minutos a descubrirla puesto que puede cambiar tu experiencia. Recuerda que eres tú mismo, con tus pensamientos, quien puede hacerte feliz o infeliz, ¿qué eliges?
Es la misma fotografía con distinto brillo, ¿te sugiere lo mismo?
Muchas veces, haciendo depender nuestro destino de cuestiones externas y pensando que es fruto, más del azar que de lo que nosotros podamos hacer o decir, eludimos la responsabilidad sobre, las decisiones que podemos tomar, las herramientas que podemos usar y la actitud que podemos adoptar, rindiéndonos antes, incluso, de haber empezado el camino.
Observando el «éxito» de los demás, es más fácil decirnos a nosotros mismos que nos faltan habilidades y capacidades, que reconocer que no estamos dispuestos a hacer ninguna inversión o esfuerzo para cambiar algo o hacer realidad el sueño.
Una de las acciones más fructíferas que podemos realizar, mejorar y perfeccionar es nuestro uso de lenguaje, qué cosas decimos y cómo lo hacemos para almacenarlas en nuestra mente.
¿Quién no ha escuchado a alguien hablando de lo “ilusionante” de su futuro en condicional? “Me gustaría estudiar chino, querría levantarme antes, sería genial ser más paciente…». Cualquier deseo que manifestemos en condicional, lo vemos tan lejos que lo «condicionamos» mentalmente por si no encontramos las ganas, la motivación para hacerlo y no queremos decepcionarnos admitiendo un posible fracaso, permitiéndonos no invertir un ápice de energía.
Por si condicionarlo, no fuese suficiente, generalizamos con el lenguaje también lo negativo, para hacerlo tan pesado que mentalmente no nos apetezca retomarlo más. Eso lo hacemos, por ejemplo, con los devastadores “ siempre” y “ nunca”. Sobre todo cuando a lo que nos referimos con ellos, seguramente, ha sucedido muchas menos veces de las que creemos.
“Siempre que he tratado de dejar de fumar, a los pocos meses he vuelto”. Seguramente te hará pensar que lo hiciste muchas más veces de las que han sido en realidad pero es tan impactante la frase, que la bandera blanca de rendición salta antes de incluso acabarla, considerándote un fracasado, algo que extrapolas a otros muchos ámbitos de tu vida sin apenas darte cuenta.
El otro extremo, «nunca», es tan demoledor como éste, “nunca he conseguido hablar bien inglés, nunca voy al gimnasio más de un mes, nunca consigo controlar mi ira, …”. Si lo piensas esto no es del todo cierto. Si no, haz la prueba.
Dibuja en un papel una línea larga que pueda representar los años de vida que puedes llegar a tener, sé optimista, fíjate la esperanza de vida de tu país, por ejemplo. Ahora dibuja en proporción dónde te encuentras en este momento y cuándo y cuánto tiempo ha ocurrido eso que generalizas. De verdad, ¿es siempre?, ¿nunca?
Como entiendo que instalarse todas estas alarmas en nuestro lenguaje no es fácil y queréis empezar ya. Solo recordaros la frase del maestro Yoda para hacer intensivo el entreno “lo haces o no lo haces pero no lo intentes”.
Así que no te digas una vez más que lo vas a intentar porque no va a funcionar. ¡Buen trabajo!
Cuando nos ocurre algo en nuestra vida ya sea familiar, laboral o personal, casi siempre tenemos la tentación de buscar la relación causa- efecto entre este hecho y algo que ocurrió en el pasado.
Pocas veces pensamos que la causa y el efecto pueden ser inmediatos o incluso que es el efecto de algo a lo que encontraremos la causa en el futuro. Ese afán de simplificar para entender, nos induce en numerosas ocasiones a errar en el análisis y a complicar más la cuestión al poner remedio con esa explicación.
En numerosas ocasiones rápidamente nos hacemos o hacemos reo de los errores a las personas y si embargo de los éxitos a los sistemas por el simple hecho de que en nuestro modelo mental sólo buscamos culpables en lugar de ir más allá en los criterios y múltiples elementos que gestionan los responsables y encontrar una mejora.
Decía Einstein que no se pueden resolver problemas con el mismo nivel de pensamiento con el que se crearon y sin embargo nosotros seguimos sacando conclusiones con los mismos modelos mentales de siempre creyendo que en ese refuerzo se encuentra nuestra fortaleza, cuando es todo lo contrario, ya que cuando volvemos a comprobar que con esa causa no se llega a ese efecto entonces es, cuando barajamos otra opción sin ver que el contexto, en el primer momento, no lo tuvimos en cuenta.
Los modelos mentales como los define O´Connor son :” las ideas y creencias que guían nuestros actos. Nos sirven para explicar las cadenas de causa y efecto y para dar significado a nuestras experiencias”.
Estas ideas a veces en lugar de ayudarnos a comprender el mundo desde varios prismas, lo que producen es un efecto por el cual a priori tenemos nuestra explicación del posible hecho y más tarde lo que hacemos es deformarlo para que quepa en ella como una profecía autocumplida que nos refuerce.
También difiere en muchas ocasiones la responsabilidad que tengamos sobre el tema, puesto que si es mucha, procuraremos multiplicar los elementos y la influencia del control externo y si es al revés, incidiremos en que el responsable, en mayor medida, es quien debe responder por el total.
Con estos modelos mentales que apenas cuestionamos conseguimos análisis erróneos al faltar muchos elementos en el sistema, teniendo una visión sesgada del hecho en cuestión.
Nuestros modelos mentales en función de lo que entendemos o comprendemos : eliminan filtrando, construyen sobre lo que no existe, distorsionan con las interpretaciones y generalizan dando prioridad sólo a un tipo de experiencias.
O´Connor nos propone la posibilidad de detectar los modelos mentales limitadores:
Enumerando las dificultades de una situación dada y cuestionando, si están en el exterior o en nuestro pensamiento.
Prestando atención a determinadas frases: juicios operadores modales y universales.
Preguntándonos:
¿Cuáles son mis presuposiciones al respecto?
¿De qué otro modo se puede plantear?
¿Qué más puede significar?
¿Para qué más cosas podría servir esta explicación?
Conocer nuestro modelo mental es el mejor inicio para poder producir cualquier cambio que nos haga crecer y mejorar.
“Había un rey de corazón puro y muy interesado por la búsqueda espiritual. A menudo se hacía visitar por yoguis y maestros místicos que pudieran proporcionarle prescripciones y métodos para su evolución interna. Le llegaron noticias de un asceta muy sospechoso y entonces decidió hacerlo llamar para ponerlo a prueba.
El asceta se presentó ante el monarca, y éste, sin demora, le dijo:
–¡O demuestras que eres un renunciante auténtico o te haré ahorcar!
El asceta dijo:
–Majestad, os juro y aseguro que tengo visiones muy extrañas y sobrenaturales. Veo un ave dorada en el cielo y demonios bajo la tierra.
!Ahora mismo los estoy viendo! ¡Sí, ahora mismo!
–¿Cómo es posible -inquirió el rey- que a través de estos espesos muros puedas ver lo que dices en el cielo y bajo tierra?
Y el asceta repuso:
–Sólo se necesita miedo.”
De nuevo utilizo un cuento hindú como inicio de una reflexión de lo que el miedo puede hacer por y con nosotros.
Si te das cuenta nos hayamos sometidos en nuestra vida diaria a miles de «usos del miedo», por parte de la publicidad, de los gobernantes, de la familia. Muchas de las frases que escuchamos son del tipo “si no usas, haces, dices,… tal o cual cosa, te pasará esto o lo otro”.
Casi siempre cuando las escuchamos estamos haciendo o pensando otra cosa y dejamos deslizarse estas amenazas dentro de nosotros, en nuestra mente inconsciente sin apenas cuestionarlas. De forma que en el mejor de los casos acabamos siendo sujetos activos de la obligación motivo de la amenaza.Convirtiéndolo en creencias automáticas que rigen nuestro comportamiento.
Sin apenas pensarlo nos habremos echado ese producto para no tener arrugas, habremos comido eso para no engordar, tendremos ese otro dispositivo para no parecer desfasado, ese coche para no parecer fracasado. Pronto nos daremos cuenta de que nuestras acciones parten de alejarnos del dolor, no de acercarnos al placer. De objetivos negativos. No estar gordos, no parecer ignorantes, no parecer mayores, no dejarnos pisar…y todos ellos fruto del miedo que pueden llegar a ser, con nuestra obsesión y colaboración incluso profecías autocumplidas.
Nuestras alertas ancestrales que nos hicieron sobrevivir a tantos peligros que en el pasado tenía la naturaleza para nuestra supervivencia, ahora nos traicionan formando parte de nuestros automatismos sin apenas darnos cuenta.
Y no es más que este miedo automático, el que luego nos lleva a ver mejoras y progresos donde nos dicen, aunque no los haya, donde todo es una entelequia y aún así, nos atrevemos a decir, por miedo, que vemos el ave dorada que quienes nos intentan dirigir quieren que veamos.
Cada uno ya tenemos suficiente diálogo interior para lidiar con nuestros propios miedos, fruto de creencias sin explorar, como para que alguien externo, nos insufle más y merme nuestra autoestima haciendo mella en la libertad que, a pesar de todo, tenemos para tomar decisiones.
No dejes que estos automatismos entren por la puerta de atrás , cuestiona todas y cada una de esas creencias que van a conseguir perturbar tu paz interior.
Siempre y cuando hagas ese trabajo desde dentro, serás capaz de discernir entre lo que tú sabes y lo que por otros creías.
No olvides sonreír ante esto. Lo normal es tener miedo, aunque lo esencial es que continúes haciendo en lo que crees a pesar de él, para que ni te paralice, ni te gobierne.
Empezar a plantarle cara en cualquier momento es el principio de una vida en paz.
Seamos libres, como escribía Viktor Frankl , «teniendo el poder de elegir»
Gracias a mi móvil he encontrado un entretenimiento que no sé en qué momento, se transformó en necesidad y pasión, la fotografía.
Buscar un lugar, una persona, un encuadre, una luz, querer captar un momento, un gesto, es algo que me entusiasma, me motiva y me alegra.
Gracias a mis amigos ahora puedo hacerlo además con una estupenda cámara reflex, que además me implica tener que aprender cosas nuevas, interesarme por otras cuestiones y poner mi cerebro a trabajar.
Todo esto no sería posible además, sin que, hace ya muchos meses, me hubiese propuesto entrenarme en ser más observadora.
Trabajar esta habilidad me está ayudando a ser consciente de muchas cuestiones, como poder conocer mejor a las personas, conectar con ellas, leyendo sus gestos, observando sus ademanes y dándoles la importancia que tienen, muchas veces por encima de nuestras propias palabras o articulados y automáticos mensajes.
Ser un espectador de la vida, a veces, tiene un sentido más allá de permanecer inactivoy para mí ha supuesto darme cuenta del tiempo que perdemos en cuestiones negativas y que lejos de ayudarnos a seguir, nos estancan y atan a esas perjudiciales emociones. Estoy aprendiendo a darle más importancia a llenar el tiempo con lo que quiero, con quienes quiero, a darle vida a cada minuto, para no tener que lamentarme tarde de no haberlo hecho.
También me hace salir de mí misma de mis pensamientos y tribulaciones, aparcar ese ser tan importante con el que convivo, para poder vivir las emociones de los demás y poder compartirlas con ellos. Minimizando así esas horribles premoniciones con las que nos traicionamos a veces, que sólo ocurren en mi cabeza y que apenas se cumplen, haciéndome padecer sin razón y que ahora consigo relativizar y cuestionar.
A través de lo que observo y busco conscientemente para fotografiar, imagino qué emociones podrán producir, tanto en los demás, como en mí y cuántas me transportarán a ese momento al poder volver sobre ellas, una y otra vez.
Igual que a mí las fotografías me son útiles, cada una para recordarme un momento que me provoca emociones positivas, os propongo que a partir de ahora, de vez en cuando, hagáis una foto conscientemente para recordar ese momento y la llenéis con más sensaciones. Ponedle una música que os evoque esos mismos sentimientos y asociarla a algún olor, sabor o tacto que trabaje en el mismo sentido.
Si conseguís tener una galería llena de fotos con «muchos sentidos», tendréis una almacén de emociones en vuestras propias manos, accesible para esos momentos en los que vuestro estado interior necesite un empujón extra para seros útil.
Aunque el lunes es un día en el que apetece hablar más de lo entretenidos que hemos pasado el fin de semana que de reuniones y estrategias para afrontarlas, sí que sé que es el mejor día para que os hable de ésta y así os pueda ser de utilidad practicarla.
Una de las cuestiones que más me impactó, de mi primer encuentro con el alemán, fue la posición de los verbos conjugados en las frases, había que esperar al final o casi de la misma para saber qué hacía el sujeto. Eso que en principio me parecía una complicación, acabó teniendo una parte positiva para mí, para el desarrollo de las conversaciones. La necesidad de escuchar toda la frase, evitaba que fueses interrumpido en los preliminares de tu intervención.
En castellano, sin embargo es casi lo primero que decimos, de esta forma intervenir para modificar, agregar, suponer, lo que otros van a decir o hacer, es una debilidad que, a veces, hace imposibles nuestras reuniones.
Ya sean en los “Consejos de Administración Familiares” o en las reuniones de trabajo, no dejar que las personas hablen con tranquilidad, exponiendo sus argumentos y relacionando temas, es algo bastante cotidiano.
Impide que escuchemos lo que quiere transmitirnos la persona y por lo tanto, evita enriquecer nuestras ideas, además muestra poco respeto por nuestro interlocutor y sus reflexiones. Puede que además coarte la iniciativa de personas para proponer, o que las indisponga frente a nuestra posición por defecto de forma. Tiene tantas implicaciones negativas que verdaderamente hacer un esfuerzo para que esto no ocurra, puede ser definitivo en nuestras estrategias para optimizar el tiempo y el talento.
Lo que hoy os propongo es acordar un “Objeto-altavoz” para cada reunión. Puede ser cualquier cosa que tengamos e identifiquemos como tal, un bolígrafo, un objeto decorativo, etc. Puede ser siempre el mismo o cambiar si conviene por logística. Este objeto va a tener un poder vinculado a su posesión y es la escucha de todos los demás sin interrupciones. Representa el derecho a expresarse con libertad,eso sí, respetando también el tiempo de los demás. Las instrucciones de uso podéis establecerlas antes, si es necesario que todos intervengan o no, si se puede hablar o pasar, si se puede coger aleatoriamente o si se requiere alguna otra acotación previa.
Esta estrategia permite, ser conscientes al ver el objeto de que escuchar con atención evitará muchos malentendidos, entrenará la paciencia del equipo, el respeto y la empatía con quien está hablando. Hará que todo el mundo pueda tener su espacio para expresarse, sin miedo a ser interrumpido con opiniones y apostillas y concentrará la atención de todos en la reunión.
Seguro que si estáis concentrados y conscientes, la reunión durará mucho menos y la productividad será mucho mayor.
Prueba, ¿qué te cuesta?, y si sale bien 😉
“Saber escuchar es el mejor remedio contra la soledad, la locuacidad y la laringitis.” William George Ward
Escucho a una persona hablar de todos los “tengos” y “deberías” que tiene su día a día y veo cómo físicamente todas esas cuestiones se le acumulan en cabeza y hombros, haciendo que para su cuello sea cada vez más difícil salir a flote y no desparecer, a medida que se encorva cada vez más.
Entre ellos se esconde lo que hemos oído o leído o nos han dicho que debe ser, por ejemplo una madre o un padre, lo que debe hacer, lo que tiene que hacer para ser bueno, qué se supone que debe hacer un jefe, un empleado, qué deberías hacer si tienes que estar saludable, qué no, todos, tópicos y lecciones tienen algo en común, vienen del exterior.
Aún viniendo de ahí ejercen sobre nosotros una presión que difícilmente encajamos para bien, principalmente, porque la usamos para castigarnos con lo que deberíamos sin cuestionarnos si es lo mejor para nosotros.
¿Has reparado alguna vez en cuántas veces al cabo del día decimos “tengo que” o “debería esto o lo otro”?, acaso alguien mejor que nosotros sabe lo que queremos.
Esta presión en muchos casos acaba teniendo su consecuencia en que hagamos algo que no queremos o dejemos de hacer algo que sí. Implican una regla que hemos almacenado, sin pensar conscientemente en ello.
A veces incluso vamos más allá y se los imponemos a otros, “tendrías que” o “deberías hacer esto o lo otro” lo decimos sin reparar en las implicaciones que tiene en los demás y en que, en la mayoría de los casos, lo recomendamos cuando ni siquiera nosotros los hacemos, aunque parece que sí tenemos claro cómo se debería.
“Debería hacer algo de ejercicio” ¿Qué posibilidades tiene de hacerse o de mantenerse en el tiempo?
“Tengo que perder peso”, esto seguro que lo diré para castigarme mientras me como algo hipercalórico.
“Debería cambiar de trabajo” lo pienso cuando me va mal y porque nadie en su sano juicio aguantaría lo que yo pero ¿lo voy a hacer?
“Para conseguir esto tengo que esforzarme” ¿quiere esto decir que a mí me costará ese esfuerzo o existe la posibilidad de que lo consiga de otra forma?
Cuando alguien “tiene que hacer algo” es una imposición externa que no viene de dentro, si no, decimos “quiero hacer esto o lo otro”. Cuando modificamos nuestro lenguaje y dejamos fuera esos términos, nuestra presión baja.
¿Quién dice realmente quién tiene qué ?
¿Tienes que o quieres?
¿Cuándo tienes más entusiasmo, cuando quieres o cuando tienes que o deberías?
¿Qué te parece transformar tus “debería”, “no debería” y “tengo que” o “no tengo que” por “quiero” o no “quiero”? ¿Cambia o no, la película?
El modo en el que relacionamos la información y los filtros que usamos para analizarla y darle respuesta hace que nuestra personalidad y nuestras habilidades se desarrollen en uno u otro sentido.
Si estamos ávidos de cambios o los rechazamos de entrada, tiene mucho que ver con cómo miramos los asuntos, en este artículo quiero darte alguna pista sobre lo que puede estar ocurriendo basado en planteamientos sobre la personalidad de Tad James y Wyatt Woodsmall.
Conoceréis a personas que parten de las similitudes, son capaces de ver, en cualquier lugar, entre dos trabajos, dos personas, dos argumentos, las similitudes que existan y en otros casos, a personas que partirán de la diferencia entre ambos escenarios.
Para quienes parten de la diferencia será muy difícil que lleguen a ver argumentos, cuestiones o puntos en común convergentes, algo que dependiendo de las profesiones y del momento, puede ser de gran ayuda o un gran obstáculo. Imaginad a quienes se dedican a la política y parten de la diferencia qué conseguirán y por ejemplo a contables que sólo vean similitudes.
Ahora que tienes una idea más o menos de lo que este filtro puede hacer por ti o cómo puedes calibrar a los demás, seguro que te interesa saber a qué grupo perteneces tú y las personas de tu entorno.
Como el ser humano no es un puro 100% en casi nada, puedes tener estos filtros mezclados, partir de las similitudes y después atisbar las diferencias o viceversa, o ver similitudes y diferencias por igual.
Quienes ven sólo diferencias pueden tener algún problema para ver modelos o patrones y sin embargo pueden ser buenos a la hora de encontrar lo que no casa o está fuera de sitio en cualquier lugar. Buscan el cambio, la variedad y la innovación.
Mientras una persona de similitudes puede permanecer en un trabajo toda la vida, haciendo lo mismo, sin innovar y no ven problema, sintiendo gran aversión al cambio, una persona con filtro de diferencias querrá cambios constantemente.
Imaginaos las implicaciones que esto tiene a nivel relaciones personales, laborales, cuando entre parejas, amigos o empleados y managers existe esta diferencia de filtros. Conocer que existe este sesgo entre las personas te puede resultar muy útil tanto para acercarte a los demás como para mejorar tus relaciones y comunicación.
Tanto la motivación como el entrenamiento serán diferentes en ambos casos y tenerlo en cuenta mejorará tu gestión de equipos.
A partir de ahora jugarás a encontrar diferencias o similitudes. Tú eliges lo que entrenas.
Piensa en alguna persona que proponga lo que proponga casi siempre parece ser atractivo seguir su plan. No sabes exactamente el porqué pero te gusta estar con ella, contarle tus cosas, que te transmita su energía.
Seguramente hasta ese momento no habías pensado en hacer cosas como saltar en paracaídas, correr una maratón, ir a ese viaje tan lejos, participar en actividades de voluntariado, políticas o en alguna aventura empresarial y ahora tras su conversación, te lo planteas.
Te has preguntado alguna vez qué es lo que diferencia a esa persona de ti, crees que hace cosas más interesantes, tiene un trabajo mejor, más comodidades, oportunidades, experiencias.
Ahora que ya sabes que no, qué te parece si valoras algo tan importante para enganchar como el entusiasmo. Es quizá esto lo que te atrae. Las ganas de vivir, lo que disfruta con todo y con todos. Cómo lo transmite.
Quieres ser así pues sólo tienes que tomar la decisión y ponerte manos a la obra.
Piensa en esa persona que transmite entusiasmo, seguro que no se lamenta del tiempo, ¿y tú? A que tampoco cuenta lo ocurrido con un tono regular, pesado y monótono. Quizá a sus eventos negativos o no les da el protagonismo que tú o no los cuenta o les pone el suficiente humor como para relativizarlos y sacarte una sonrisa. A lo mejor, no se queja. Quizá se interesa por los demás más que tú y no se cansa de agradecer todo.
¿En qué os parecéis o en qué os diferenciáis?
Además de esos ejemplos de comportamiento también he comprobado otro, que quiero que valoréis y seáis conscientes: lo que influye por teléfono el estado de ánimo con el que contestas y hablas, sobre la persona que está al otro lado del teléfono. Si no vas a estar al 100% y a trasmitir entusiasmo, ganas de vivir y buenas noticias, no llames, ni escribas. No te ven ,con lo que lo que trasmites, es lo que perciben y no son adivinos, ni intérpretes.
Muchas personas llaman a sus seres queridos y no se cuestionan su estado interior para hacerlo, algo que sin embargo si hacen en sus trabajos y eso ¿a qué se debe?, acaso no merecen el doble de tu esfuerzo para no preocuparles o ponerles nerviosos. Si no vas a mejorar su estado por lo menos no lo empeores, no marques.
Si quieres ser una persona entusiasta que trasmita buena onda, vibraciones, rollo, comienza por imprimir energía positiva a tu actividad diaria más trivial. Empezarás a disfrutar de todos tus momentos.
Sonríe con ganas, que tu apretón de manos diga exactamente que te alegras de conocerle, que tu tono demuestre que estás vivo y lo agradeces, que tus “gracias” sean sinceras, de verdad y si tienes algo bueno que decir de alguien no te lo calles, díselo.
Todos estos pequeños cambios tendrán un efecto multiplicador estimulante en tu vida y aumentarán tu entusiasmo. Construye tu circuito de retroalimentación para aprovecharlo.
De ti depende empezar a llenarlo o que siga con la válvula abierta siendo tu propio sumidero de energía.
Pensar es un verbo que suelo utilizar muy a menudo y que recomiendo encarecidamente. Sin embargo desde que me dedico al desarrollo personal y tengo claro que “el mapa no es el territorio” he podido indagar en este concepto hasta poder llegar a la conclusión de que mi pensar y el de muchos otros, no consiste en lo mismo.
He descubierto que para muchas personas pensar, implica dejarse caer por rocosas laderas de pensamientos nada gratos que lastiman y desgastan, casi siempre tiene connotaciones negativas y pocas veces constituye una herramienta de análisis exenta de juicios personales del pasado.
A veces, para algunos, incluso es mejor no pensar nada a que la imaginación vuele siempre a los oscuros parajes que visita. Estoy segura de que puedes trabajarlo, ya que la imaginación bien utilizada, es una herramienta que nos puede proporcionar increíbles momentos de disfrute, de paz y de tranquilidad.
Si no cejo en mi campaña para que medites y empieces a disfrutar de la concentración y del cese del diálogo interior, es para trabajar en esta dirección. Hoy os propongo ir más allá y utilizar nuestra mente y nuestros poderes creativos para que jueguen en nuestro favor.
Seguro que casi todo tenéis un lugar favorito en vuestra vida que asociáis con vuestro descanso, vuestro refugio, donde os cuesta poco recargar la batería y disfrutar.
Pensad por unos minutos en ese lugar, con todo tipo de detalles, colores, olores, sonidos, si tenéis una fotografía cerca echadle un vistazo y memorizarla. Asocia esa imagen con todas las emociones positivas que os recuerde, para convertirla en una imagen potenciadora.
Practica la visualización durante una semana para que la mente haga bien el almacenamiento.
A partir de entonces cuando necesites esa sensación, porque te invadan poderosos sentimientos agresivos, de orgullo, de deseo o envidia, cierra los ojos y vuelve a ese momento, siéntate en ese lugar, sereno con la mente abierta, experimenta esa calma. Abstráete de lo que ocurre a tu alrededor.
Haz ese viaje siempre que lo necesites, no requiere mucho equipaje, ¿verdad?
Utiliza la imaginación para mejorar tu estado, para modificar el sufrimiento, no para incrementarlo con agoreras profecías.
“La imaginación es más importante que el conocimiento” A. Einstein
Si estamos dispuestos a romper con nuestros hábitos negativos: hablarnos mal, hacerlo sobre los demás, sobre problemas, recordar cosas tristes, enfadarnos, compararnos, etc, vamos a necesitar hacer acopio de grandes dosis de energía para impactar definitivamente en el 65% de agua que es aproximadamente nuestro cuerpo y cambiar las vibraciones.
Por cierto, si quieres observar la belleza de este impacto de manera gráfica te invito a que pinches en este link y veas el documental de Masaru Emoto sobre “ Los secretos ocultos del agua” no te dejará indiferente.
La psicóloga Bárbara Fredrickson, asegura que para alcanzar la felicidad, la clave es aprovechar las emociones positivas y considerarlas “impulsoras de recursos”.
Las 10 emociones que Friedckson desarrolla en su libro “Positividad” son, como resume en su blog Happynewcomer: Alegría, gratitud, serenidad, interés, esperanza, orgullos, diversión, asombro y amor.
A raíz de esta relación y teniendo en cuenta los planteamientos de Seligman, lo que he aprendido en Programación Neurolingúística y mi pasión por la tecnología, os propongo que hagáis de vuestro smartphone, tablet u ordenador un DIS- POSITIVO.
Todos esos Gigas de almacenamiento que rápidamente llenamos, hagamos que trabajen en nuestro favor, almacenemos felicidad, nuestras emociones positivas impulsoras. Guardar estos momentos positivos te puede ayudar a optimizar tu vida, no los subestimes. Recurrir a ellos en el futuro será de gran ayuda.
Elige la aplicación que prefieras para almacenar imágenes, música y notas y abre diferentes carpetas o temas para cada emoción positiva de las propuestas. Piensa en cada una de ellas y relaciónala con un momento de tu vida, una persona, música, una imagen o un pensamiento, sé lo más descriptivo posible, lo que ves, todo, colores, formas, lo que oyes, lo que sientes, grábalo. A partir de ahora recuerde hacerlo con lo que te ocurra y le produzca estas emociones, moléstate en guardarlas, merece la pena.
«Alegría – Piense en la experiencia más positiva y memorable que ha tenido. Una vez que se sintió seguro, feliz y cómodo. Esto fue probablemente un momento en el que experimentó la alegría. Alegría viene de experiencias agradables y eleva nuestro bienestar en el que sentimos la luz y es vibrante.
Gratitud – Esto implica una emoción o actitud de agradecimiento en el que reconocemos algunos beneficios que hemos recibido. La gratitud puede girar en torno a cualquier cosa con la que te sientes agradecido por algo o alguien que haya estado o dado en su vida.
Serenidad – Esta emoción llega cuando las cosas van bien. Puede experimentar un estado de paz y tranquilidad. Su mente no está inundada de preocupación, y es capaz de sentarse y relajarse. Serenidad proviene de esos momentos de quietud y calma en la que sólo puede “ ser”.
Interés – Es estar con ganas de aprender más y descubrir nuevas cosas fascinantes. Interés viene de ser curioso o participando en algo. Es un estado de intriga y asombro, donde usted quiere saber más y se lanza hacia un objeto de interés. Cuando se sienta interesado, y abierto a nuevas experiencias y tener un deseo de explorar el mundo que te rodea.
Esperanza – Se trata de una creencia y sensación de que las cosas salgan mejor. Es saber que nuestros problemas actuales no son permanentes y que el futuro sigue siendo prometedor a pesar de las circunstancias difíciles. Una persona esperanzada cree que obtendrá las cosas, y no importa lo terrible de las circunstancias mantiene fe en que las cosas van a cambiar.
Orgullo – Esto viene de sentirse digno e importante en lo que uno hace o logra. No se trata de tener una abrumadora sensación de satisfacción, pero es tener algo terminado que es socialmente valorado y por lo que se siente orgulloso. Puede venir de un propósito del sentido que le damos y el significado de nuestros logros, esto ofrece un aumento de la confianza para expandir la fe en nuestro potencial para hacer grandes cosas.
Diversión – Cada vez que experimentamos situaciones divertidas, humor, con los demás nos sentimos divertidos. Podemos obtener entretenimiento por reír con los demás con una broma divertida, viendo un cachorro o jugando un juego o una actividad divertida . La diversión nos ayuda a construir relaciones con los demás.
Inspiración – Esto viene de vivir una experiencia muy conmovedora y edificante, tales como los momentos en la vida cuando vemos la verdadera bondad o cuando alguien pasa por encima y más allá de lo ordinario. Hazañas asombrosas del intelecto, fuerza, agilidad y puede conducir a la inspiración. Un instante de excelencia puede ser un momento de inspiración.
Asombro – La noción de ser impresionado viene de sentir reverencia hacia algo muy poderoso y que cause admiración. Fredrickson señala que esto puede venir de experimentar fenómenos naturales, como el Gran Cañón, una hermosa puesta de sol, o el romper de las olas del mar. También puede provenir de maravillosas creaciones de arte o desarrollos muy impresionantes. Estos son los momentos en los que nos damos cuenta de lo pequeño y ordinario que realmente son comparados con la inmensidad del mundo que nos rodea.
Amor – El amor es la recopilación de todas las emociones anteriores. En general, el amor tiene que ver con un sentimiento de afecto y el apego personal, es cuando tenemos un sentimiento muy positivo de conexión hacia otra persona. Esta sensación puede ser mejorada al ver que alguien realiza una hazaña increíble, riendo y divirtiéndose juntos. El amor es una amalgama de todos los estados emocionales que se reúnen a lo largo de nuestra vida.»
Cuando ya tengas hecha esta tarea, podrás recurrir a esta base de datos, siempre que necesites cambiar tu estado interior, si te abaten las emociones negativas, el miedo, la tristeza, la ira… siempre te podrás beneficiar de tu almacenamiento de emociones positivas, volviendo a ellas y rememorandolas, con los cinco sentidos, las veces y el tiempo que requieras para modificar tus sentimientos.
Esto no sólo repercutirá en ti sino que «cuanto más feliz y satisfecho estés con tu vida, más podrás dar a los demás», palabra de Martin Seligman.
¿Alguna vez te ha ocurrido un evento en tu vida, cuyo resultado no ha sido el esperado y tras hundirte en el abatimiento y la impotencia, lo has generalizado inoculándolo en tu mente como una generalización?
Te pondré un ejemplo, ¿recuerdas a cuántas entrevistas de trabajo te has presentado en tu vida, en cuántas conseguiste el resultado esperado, cómo archivaste ese acontecimiento y lo que eso ahora te hace pensar sobre quedarte sin trabajo o conseguir uno nuevo?
Imagina cuando empezaste a buscar trabajo, cuando no tenías más experiencia que la de estudiar, acudir a clase y pasar los exámenes. De repente te enfrentabas a buscar trabajo sin ninguna experiencia previa en estas lides, pero con un ambiente propicio para el éxito en la búsqueda, pongamos por ejemplo, en el ciclo expansivo económico que vivió España.
Todo jugaba en tu favor, las ofertas llovían, los salarios eran altos, los trabajos no exigían demasiado y casi todo, “se vendía solo”.
Casi a la primera conseguiste el trabajo y te pusiste manos a la obra en lo que en principio creías que podía ser el trabajo de tu vida. Sin darte casi ni cuenta te adaptaste tanto que te creíste ser tu padre, viéndote jubilarte en esa empresa y disfrutando de esos beneficios el resto de tu vida. ¿Para quiénes crees que funcionaría la globalización?
Si durante el tiempo de la “crisis financiera y económica” has perdido tu empleo, y has intentado conseguir otro, has ido a varias entrevistas que no han fructificado, o has conseguido uno con el que no estás muy emocionado, tus condiciones y experiencias no habrán sido muy positivas, sientes y oyes como en tu entorno, todo, se confabula para pintarte un oscuro panorama que sólo inocula virus como “no se puede encontrar un buen trabajo”, “las empresas no contratan”, “los sueldos son bajísimos”, “me va a costar el doble conseguirlo”, “ sin esto o sin lo otro no conseguiré empleo”, “mejor estoy aquí calladito aunque esté mal”. Casi todo y todos parecen haberse conchabado contra ti y contra tu afán de salir adelante.
Pero qué crees que hacen todos esos mensajes que se empeñan en repetir hasta la saciedad, la cantidad de miseria y de despropósitos que se gestan día a día, y te radian, televisan y cuchichean, crees que estar atento e informado de este tipo de cuestiones, ¿te potencia o por el contrario te anula?
Un virus mental es, según Robert Dilts una “clase particular de creencias limitadoras susceptibles de interferir seriamente con los esfuerzos propios y ajenos para sanar y mejorar”.
Si para tu ordenador compras antivirus y también te proteges y vacunas contra los biológicos, qué te ocurre con los virus mentales, qué te hace que te entregues a ellos, los insertes en tu disco duro y sean tus drivers.
Para luchar contra un virus debes reconocer que lo tienes, neutralizarlo y filtrarlo para que tenga la importancia que debe en tu día a día.
Para poder inmunizarte contra él necesitas clarificarte, ver y sentir qué creencias son tuyas y con cuáles del ambiente te has mimetizado, ser congruente con las que son tuyas y son potenciadoras, te ayudará, sobre todo si consigues alinearlas con tus valores personales.
En este caso, porunas cuantas entrevistas y comentarios inespecíficos y sin base, no puedes generalizar tu creencia limitante.
Si tienes un virus busca un médico, un informático o un coach pero no dejes que acabe contigo sin luchar.
Vuelves del trabajo y te encuentras agotado, malhumorado y sin ganas casi de hablar pero sin embargo surge la idea de salir a correr, a bailar, a charlar con los amigos o a disfrutar de una obra de teatro, cine y no te lo piensas dos veces, sales y vuelves como nuevo.
¿Qué tipo de cansancio es ese que te agota hasta el extremo de dejarte casi inerte en el sillón pero que de repente te permite hacer muchas otras cosas?
Seguro que quien pasa toda la semana trabajando y dedica el fin de semana al senderismo, montañismo, a viajar, etc., y sabe del esfuerzo físico que requieren todas estas actividades no se lo piensa dos veces antes de apuntarse a estos planes, a pesar de que haya sido una semana «agotadora».
¿Has pensando alguna vez que el trabajo mental, realmente no produce agotamiento sino va acompañado de otros sentimientos como la frustración, la preocupación y el resentimiento?
Si reflexionas sobre esto, toman significado las palabras de Jobs en Standford cuando recomienda que busquemos nuestra pasión y que ya apuntaba Confucio “ Elige un trabajo que ames y no tendrás nunca más que volver a trabajar”.
El aburrimiento, el tedio fagocitan tu energía, tu alegría y convierten las ocho horas que sueles estar trabajando en un castigo diario, por el que desesperas hasta poder, el viernes, en el mejor de los casos, salir de él.
En realidad, puede que estés tan absorto en pensar qué no te gusta tu trabajo, que te mereces algo mejor o que has tenido mala suerte, que puedes ser incapaz de ir más allá y encontrarle un sentido a lo que haces.
En muchas ocasiones ni siquiera apreciamos el tener una forma de contribuir de alguna manera al avance de la sociedad entendiendo qué misión tenemos en la vida y cómo podemos desarrollarla a través de nuestra tarea, has pensado por un momento, ¿cuál es la tuya?
Si esto ya lo has hecho, puede que no hayas ido más lejos y no hayas visualizado que tu actual trabajo puede ser una etapa o un estadio anterior a otro que te llene más, que te motive y por ello puedes establecer una hoja de ruta que te acerque cada día más a tu objetivo. No te pongas límites, ponte retos.
Y finalmente has pensado en actuar como si tu trabajo te gustase, si creas un interés real en él y un objetivo diferente cada día lo harás cada vez más interesante e incluso puede que esto te ayude en las cuestiones anteriores, a la vez que disminuyen tu fatiga, tus tensiones y tus preocupaciones.
Si tú no le das importancia y significado a tu tarea, ¿quién esperas que se la dé y la encuentre interesante, provechosa y digna de tener en cuenta?
Piensa en esta frase de Sartre, “Felicidad no es hacer lo que uno quiere, es querer lo que uno hace”.
Es irónico que lo que leo en publicaciones y libros científicos y compruebo que funciona para mí o para otras personas, a veces, cuando se lo traslado a otras personas, lo toman como una premisa que hay que rebatir y derribar con argumentos de lo más espurios para ellos mismos.
Cierto es que renunciar a hábitos que confundimos con nosotros mismos, puede infundir algún temor, pero muchas de estas acciones no tienen, ni quieren, la intención de ser ni siquiera consejos, como tampoco lo pretende ser este blog, sino un entrenamiento de prueba y error hasta encontrar la estrategia que nos funciona y nos hace feliz a cada uno.
Realmente me parece increíble que, al margen de la hilaridad que pueda producir, las personas no crean, que “engañar” al cerebro con una correcta posición andando, con una sonrisa, con el lenguaje, con determinados gestos y hábitos posturales, te cambia la percepción de ti mismo, tu confianza y tus decisiones y sin embargo no cuestionen que son ellos mismos quienes generan los pensamientos que les hace infelices, que es esa misma mente a la que también engañan basándose en experiencias pasadas vagamente testadas y que les amargan la vida a diario.
Si alguien te pregunta cómo estás y le respondes “fenomenal”, ¿te estás engañando? Y si te lo preguntan y le respondes “fatal” o “podría estar mejor” ¿no?, ¿con quién te estás comparando?,¿en qué?,¿acaso tienes los datos suficientes para saber cómo se ve y se siente esa otra persona?, ¿en qué caso estás haciendo un resumen alejado de una visión apreciativa de lo que tienes?
Si comparas tu interior, es decir, todo eso que estás pensando sobre ti, tu vida y tu entorno con el exterior de otras personas, en la mayoría de la ocasiones, saldrás perdiendo, porque nunca sabrás ni la mitad de cómo esa persona interpreta su realidad.
No te rebeles contra un cambio que te puede allanar tu camino hacia la felicidad. De pensar en ser algo a serlo, es decir, que sea natural, espontáneo e inconsciente, sólo hay entrenamiento.
Si comienzas por cambiar tu postura ante la vida, notarás un gran cambio. Si caminas erguido, seguro y con confianza, con paso firme y fuerte, mirando al frente, esto acabará trasladándose a tus pensamientos y reforzando tu persona y la creencia en ti mismo.
¿Qué fue antes que pensaste que eras inseguro y anduviste mirando al suelo y dubitativo o que andando así te sentiste y actuaste de esa forma?
Vigílate porque así será tu día y por ende tu vida 😉
Cada vez que pienso en Navidad, un montón de tópicos asaltan mi mente. Es cierto que en mi rostro se dibuja una sonrisa que me hace recordarlos con cariño y merecen mi reflexión.
Los fanáticos de estas fechas, sacan a relucir su mejor sonrisa y sus mejores sentimientos, adornos, todo es poco para celebrar estos momentos, ser poseídos por un espíritu de desprendimiento, de solidaridad, de pensar en los demás y para ello, decoran las casas por dentro y por fuera, árboles, luces, guirnaldas, estrellas, belenes… Todo para impulsar ese espíritu navideño que debería durar el resto del año.
Por el contrario están los detractores, los que dicen, no poder soportar tanta impostura, artificialidad, dulzura y consumismo. Son los que prefieren pasar estos días sumidos en una nostalgia constante y una recriminación igual, a la alegría de los demás.
En medio, sitúo a los que hacen de esta época un tiempo para recordar constantemente lo que no tienen o echan de menos, y obligan a que en sus familias estos momentos, en lugar de disfrutar lo que tienen y aprovechar al máximo a los que están, prefieren hacer de su cara y de su actitud un castigo para los que graciosamente les rodean, como si mañana estuviese asegurado para alguien.
En muchas casas los niños pequeños son la excusa perfecta para no tener que saltarse ni uno de los rituales y pasos que exige la Navidad, decorar y decorarse, cantar, comer en exceso y lucir un entusiasmo a prueba de creencias en renos, Santas y Reyes oriundos de tierras lejanas.Tú no necesitas excusas, ¿verdad?, ni estímulos externos…
Si recordamos cuentos antiguos, como el Navidad de Dickens o nos recreamos en nuevas versiones en películas o dibujos, alguna duda nos asalta, ¿podríamos ubicarnos o identificarnos con alguno de sus personajes?, ¿con cuál?
La Navidad es una excusa perfecta para poder lucir una actitud positiva, hacernos más felices, que esto revierta en los demás y realizarnos una cura momentánea frente a todo lo que ocurre a nuestro alrededor el resto del año. ¿por qué no poner de nuestra parte?
Te propongo que actúes como sí se gustase la Navidad, como si todos los tópicos de los que huyes y contra los que construyes, te pareciesen instrucciones de uso de esta época. Sé que crees que te producirá urticaria, que irás contra tus principios, que no puede funcionar esta chorrada, ¿qué te cuesta probarlo? ¿eres capaz de hacer esto por ti?, ¿ ver cómo te sienta?
Tienes casi veinte días para poder llevarlo a cabo. Alguna vez seguro que has pensado cómo te quedarían esos cuernos de reno o ese jersey de Santa o tu cara con los reflejos de las luces del árbol.
Haz algo diferente. ¡Haz como si te encantase la Navidad!
“Si puedes soñarlo, puedes lograrlo” esta frase atribuida al genial Walt Disney que pone de manifiesto los resultados positivos de la ensoñación, no deja de tener su vertiente sustentada por la neurociencia, que se resume en el “ensayo mental”.
Es cierto que cada vez escuchamos más a menudo palabras como “visualización” ya sea en tono sarcástico o como método de trabajo, el caso es que esta técnica está calando hondo.
Si recordamos a Aristóteles con su frase “Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia no es una acción sino un hábito” podemos tener otra pista más.
Teniendo en cuenta que la práctica mental de instrumentos, como el piano, ha demostrado una mejora en la ejecución por las personas que la han llevado a cabo, podemos estar más cerca de creer que el ensayo mental realmente puede ayudarnos.
«Cuentan que la atleta olímpica estadounidense Laura Wilkinson, estaba entrenándose para las Olimpiadas del 2000, y sufrió un accidente, se fracturó tres dedos de los pies. Wilkinson siguió adelante con su entrenamiento, sentándose durante horas en el trampolín a visualizar cuidadosamente cada uno de sus saltos. Tras una reñida competición logró la medalla de oro en la modalidad de salto desde la plataforma de diez metros en los Juegos Olímpicos del 2000.
Muchos atletas se sirven del ensayo mental para visualizar el éxito. Es una de las estrategias de entrenamiento más poderosas. Es una excelente estrategia de autocontrol que utilizan muchos atletas para reducir la ansiedad o aumentar la concentración.
Muchos líderes utilizan el ensayo mental para visualizar con claridad la actuación ideal y mantener la atención en esa imagen. Es una de las estrategias de entrenamiento más poderosas para conseguir un mayor control de la mente y las emociones, así como para efectuar cambios deseables en la conducta. La práctica del ensayo mental también llamada “programación de la imagen positiva o visualización”, revierte la ansiedad y consigue focalizar la atención, la confianza y la creatividad.»
Para poder llevar a cabo esta experiencia, depositar la mente en un solo pensamiento es básico, por lo tanto la atención y la focalización completas será lo importante que tengamos que trabajar.
También necesitamos tiempo para ensayar y permanecer en silencio sentados con nosotros mismos.
El comienzo pasa por explorar territorios nuevos y por elegir y mapear nuestro cambio. Lo que queremos ser y por lo que estamos dispuestos a esforzarnos.
Como asegura el Dr. Dispenza “ensayar un nuevo estado de confianza en nosotros mismos puede abrirnos puertas en nuestro empleo y en todos los ámbitos de nuestra vida. La mayoría de las personas cree que las emociones son reales. Las emociones y los sentimientos son el producto final, el resultado de nuestras experiencias. Si no hay experiencias nuevas o vividas de otra manera, vivimos siempre en la actualización de sentimientos pasados. Se trata del mismo proceso químico vez tras vez. Una pregunta que ayudaría a cambiarnos es: ¿qué sentimiento tengo cada día que me sirve de excusa para no cambiar? Si las personas empiezan a decirse: yo puedo eliminar la culpa, la vergüenza, las sensaciones de no merecer, de no valer….; si podemos eliminar esos estados emocionales destructivos, empezamos a liberarnos, porque son estos estados emocionales los que nos impulsan a comportarnos como animales con grandes almacenes de recuerdos. ¿Cuál es el mayor ideal de mí mismo? ¿Qué puedo cambiar de mí mismo para ser mejor persona? ¿A quién en la historia admiro y qué quiero emular?
Además ¿qué podemos perder en algo que no nos va a costar “mover un dedo”?
Si estás decidido a cambiar, vas a tomártelo en serio y dedicarle tiempo, trabajar para dominar la habilidad de la observación y bajar tu volumen interior. Comienza por
Recordar el cambio o la práctica que quieres llevar a cabo
Experimentar cómo es la acción
Crear un ideal de lo que se quiere ser o hacer
Pensar en la persona en la que nos queremos convertir
Hacerlo concentrado durante mínimo diez minutos al día, todos los días.
Por ejemplo si queremos ser más pacientes:
Pensar en la paciencia, ¿qué pasaría si fuésemos más pacientes? en la persona en la que nos queremos convertir, en qué haría en las distintas situaciones a las que se enfrenta. Comparar los datos antiguos con los nuevos, bloqueando eso sí a nuestro crítico interior, al que nos dice que no seremos capaces o que no lo conseguiremos.
La ciencia está de nuestra parte” una nueva mente crea un nuevo cerebro”.
¡Visualízate!, ¡Comienza tu ensayo!
fuentes: blog direccionhabilidosa/ entrevista DR. Joe Dispenza
Cuando uno entra en su casa por primera vez puede actuar de muchas formas dependiendo de lo que imagine, piense o tenga en mente hacer en ella o de ella.
En cualquier caso para cada uno su casa puede significar una cosa distinta, libertad, independencia, refugio y cada uno trasladará en ella su forma de pensar o parte de su personalidad. Hay quien puede vivir años con un casquillo de bombilla como lámpara y quien por el contrario tiene que tener hasta el más mínimo detalle para encontrarse a gusto. Hay quien atesta de muebles y adornos la casa, la pinta y rápido le pone cortinas porque le da calidez y a quienes les sobra todo y con lo mínimo se sienten inspirados porque facilita su deambular, su claridad en el pensamiento y su organización. Algo que en comunidad habrá que negociar.
A pesar de todo esto, sobre todo cuando se va a convivir, se olvidan, en aras de la amistad o el amor, las bondades de establecer unas reglas mínimas y sin embargo se van dando bandazos a base de discusiones y malos humos, hasta que se establecen a la fuerza, con el tiempo o directamente, cesa la convivencia.
Me pregunto yo, ¿no será más importante acordar una estrategia desde el principio?
Para poner en marcha una idea, qué mínimo que establecer un plan de negocio. Eso que parece tan obvio a nivel laboral y empresarial y que requiere expertos de todo tipo, en nuestro entorno personal, lo dejamos al albur de la compatibilidad de caracteres o a que éstos, en el mejor de los casos, los lime y armonice el tiempo.
Pues mi propuesta de hoy, si estás dispuesto a tener un plan estratégico con tus “socias” o “socios” es establecer un lugar en la casa que sea “Espacio de los acuerdos amistosos” (EAA) o si queréis darle un carácter más business J un “Friendly Agreement Space” (FAS) en el que lo que se diga, será siempre pensando en el otro, sólo se dirá lo que se piensa, que sirva para algo y sea verdad que, para alguna de las partes, necesita tratamiento y un acuerdo
Si es así, proceder con esta estrategia:
Seleccionar un espacio en la casa especificando una posición, que no sea habitual para que la podáis utilizar sólo en este caso, aclarad si es sentado, de pie, apoyado, cómo, para que sea el lugar que denominaréis como vuestra zona de consenso, ahora y en el futuro. El primero que se proponga será por pragmatismo el elegido en caso de que no exista acuerdo, aunque si os lo habéis tomado en serio, seguro que esto no ocurre. Colocaos en ese espacio y en esa posición.
Recordad cada uno algún momento en el que habéis llegado a un acuerdo que os satisficiera. Recuperar el estado en el que lo tomasteis, la respiración, las sensaciones, las imágenes, los sonidos, todo lo que recordéis de aquella ocasión. No tiene por qué ser la misma situación para todos. Si os ayuda cerrad los ojos.
Haced un rápido inventario de todo: imágenes, sonidos, sensaciones… asociadas a ese estado.
Seleccionad algún color, símbolo o cualquier otro indicador, palabra o sensación interna que sirva para recordarlo, para anclar ese estado.
Sal del espacio elegido y despréndete del estado que has generado con el recuerdo. Ahora comprobad que funciona volviendo a la posición, entrando y saliendo del estado.
Repetid los pasos hasta que tengáis un acceso fácil a esa grata sensación de consenso en cuanto estéis en ese espacio.
No os parece útil tener un lugar donde siempre se establezca consenso en casa, sin tener que callarte cosas y discutir luego por ellas. Usad vuestra Zona Libre de Interferencias.
Construimos nuestro modelo de ver el mundo con una correlación de causas y efectos que convertimos en presupuestos verdaderos y que acaban dirigiendo nuestra mente.
En pocas ocasiones revisamos estos planteamientos aunque si supiésemos la trascendental importancia que tendrán en nosotros lo haríamos más a menudo.
A casi todo le buscamos la causa, es cierto que no es del todo difícil, señalamos un hecho, buscamos alrededor de él algo que para nosotros haya sido significativo y con estas presuposiciones avanzamos, archivándolo como si hubiese sido una hipótesis altamente analizada.
Este mecanismo hace que nosotros pongamos todo nuestro esfuerzo en esa causa que hemos detectado, por lo tanto imaginaos la importancia de la relación que hemos establecido.
Seguro que como yo habéis oído a vuestro alrededor un montón de frases que relacionan causa y efecto a las que habéis dado poca importancia pero que revelan mucho de las personas.
Una frase que a mí me llama la atención significativamente es “todo me pasa por ser buena persona”. Si analizamos la frase, seguramente podemos encontrar a alguien que no ha obtenido el resultado esperado de una relación o interacción con otra u otras personas, eso le lleva a pensar en que su esfuerzo para con ellas, ha supuesto un extra de energía o algo especial que relaciona con “ser bueno o buena”.
Lo que a partir de ahora interioriza es una relación causa-efecto en la que todo lo que asocia a ser buena persona no trae buenas consecuencias y por lo tanto juzguen ustedes mismos si volverá a hacerlo.
Además de esa reflexión, esa relación servirá también de excusa para continuar teniendo actitudes egoístas, no prestar atención a los demás y encerrarte en tu mundo, ya que a todos los demás les relacionas con un esfuerzo espurio.
Si lo pensamos, ser buena persona puede significar muchas otras cosas “dar sin recibir”, “ayudar a los demás sin esperar contraprestación”, “no dejar que la actitud de otros interfiera en tu buen comportamiento”, “ hacer el bien independientemente de a quién”…etc y sin embargo de un plumazo, con una creencia, en una frase, la reduces a ti misma, a tus sentimientos y emociones.
Si auditases el valor de ser buena persona seguramente tendrías otra perspectiva de ello y lo que almacenas o resumes puede cambiar.
Te mostraré como comenzar a auditar tu creencia con un práctica de Robert Dilts, requiere lápiz, papel e interés 😉
Comienza por preguntarte si tu valor, en este caso “ser buena persona”, responder a estas preguntas, según Aristóteles es descubrir las causas subyacentes relacionadas con el valor.
¿es importante y deseable? ¿por qué es importante y deseable?
¿es posible conseguirlo? ¿por qué es posible cosegurilo?
¿cuál es el camino que debe seguirse para conseguirlo? ¿Por qué ese es el camino adecuado?
¿soy capaz de completar eses camino? ¿ por qué?
¿merezco completar ese camino y conseguir lo que quiero? ¿por qué lo merezco?
Si contestas con sinceridad a estas preguntas podrás descubrir, qué hay detrás de este valor para ti, a lo mejor tienes que cambiarle el nombre, quizá tengas que reflexionar sobre si ser buena persona está dentro de ti o depende de tu relación con los demás, de quiénes sean, preguntarte si el esfuerzo que implica cambiar tus automatismos para serlo te merece la pena, si eres capaz…
Continúa la práctica y termina las siguientes afirmaciones con lo que tú piensas:
Ser buena persona es importante y deseable porque yo___________________
Ser buena persona es importante y deseable por consiguiente yo________________________________
Ser buena persona es importante y deseable siempre que yo________________________________
Ser buena persona es importante y deseable de modo que yo________________________________
Ser buena persona es importante y deseable, si yo________________________________
Ser buena persona es importante y deseable aunque yo __________________________________
Ser buena persona es importante y deseable del mismo modo que yo___________________________
Ahora lee cada una de ella suprimiendo la palabra en negrita ( «aunque» no está en negrita).
Repasa este conjunto coherente de afirmaciones y valora tu compromiso y tu creencia sobre el valor de “ser buena persona». Adelante,¡¡ descúbrete!!
Si compartes este pensamiento, este post te va a gustar porque no sólo de la música podemos extraer la parte emocional y evocativa sino que podemos experimentar para observar cuál es la más indicada para nuestra cuestión a resolver.
La música es universal, todas las culturas de alguna forma la han ido extendiendo a lo largo de la Historia. Algunos arqueólogos han encontrado flautas hechas de hueso de hace 40.000 años e incluso antes ya se hacía música con palos y piedras.
Los neurocientíficos han demostrado durante la década pasada que la música estimula numerosas regiones de nuestra mente a la vez, las que responden a las emociones, la memoria, el control motórico , el ritmo y el lenguaje, es decir, que la mente “¡está que se sale!” cuando escucha música.
Gracias a esto se han desarrollado muchos tipos de terapia con música. Incluso se ha demostrado que tiene un particular efecto para manifestar un sentimiento de unidad, pertenencia y confianza entre individuos, que podéis comprobar con los diferentes himnos.
Pero lo interesante de este post no son estas peculiaridades sino trasladarte algo que puedes practicar y que los antiguos griegos ya sabían, cómo la música afecta a mente y cuerpo.
Al influir sobre las ondas cerebrales, cada música puede cambiar tu estado de ánimo. Por ejemplo la música barroca te ayuda a crear una conciencia relajada conocido como estado alfa.
Para poder disfrutar de los efectos de la música puedes:
Diversificar la música que escuchas: pasarte del rock, al jazz, pop, cualquier cambio introducirá nuevas sensaciones en tu mente.
Al cambiar el ritmo alentarás tu creatividad, descubriendo lo inesperado.
Si algún tipo de música no te gusta, no te empeñes, tu intuición te ayuda a sentirte mejor.
Cambia las noticias de la mañana por una música que te inspire. Tu día comenzará de una forma muy distinta.
Para que crees consciencia de lo que la música puede hacer por ti, te dejo una práctica de Romilla Ready:
1.Piensa en un asunto pendiente o problema que te mortifique; califícalo en una escala del 1 al 10 y anota el resultado en un folio.
2. Escoge tres piezas musicales de distinto estilo.
Por ejemplo, inténtalo con música del barroco, música instrumental y baladas suaves.
3. Pon a sonar la primera pieza mientras piensas en tu asunto; luego califica tus reflexiones en una escala del 1 al 10. Ahora toma nota de cómo te sientes al respecto.
4. Repite el paso anterior mientras suena la segunda pieza; no olvides calificar tus sensaciones y opinar sobre tus reflexiones.
5. Repite una vez más el ejercicio escuchando la tercera pieza; no olvides calificar tus sensaciones y opinar sobre tus reflexiones.
¿Has cambiado tu manera de pensar? ¿Qué música crees que te ha hecho más poderoso y recursivo?
Anímate a hacer la práctica y descubre “la Banda Sonora de tu Vida”
Agradecemos a Alfred Korzybski la disciplina de la semántica general, en ella este polaco desarrolla una teoría sobre cómo influyen en el ser humano y en su percepción de las cosas, tanto la estructura del sistema nervioso, como la de las lenguas que utilizamos.
Su cita más famosa es la que se refiere a que “el mapa no es el territorio” con ella, expresa como, a pesar de estar todos asistiendo a la misma realidad, el hecho de tener diferentes filtros sensoriales, nos hace que percibamos diferente.
La realidad la percibimos a través de nuestros sentidos: oído, vista, sensación táctil , olfativa o sabor. Cuántos más sentidos intervengan en esa percepción más rica será la fotografía que tengamos de ella, pero esto no significa que otra persona, incluso aquella que está a nuestro lado no pueda tener otra mezcla de estas herramientas y no percibir lo mismo,tener otra experiencia. Por lo tanto, tenemos entre otras muchas, dos opciones para sintonizar con los demás.
La primera es preguntar, no dar nada por hecho, no pensar que la otra persona está advirtiendo lo mismo y que va a responder de la misma forma que nosotros. Tenemos un ejemplo muy claro en los colores, sin tener en cuenta cuestiones de visión como el daltonismo, lo que para nosotros puede ser rojo, para otros puede ser naranja y para otros incluso marrón. Por lo tanto, si vamos a pintar algo para otros, mejor que delimitemos de antemano el color exacto que percibe el receptor del trabajo.
Esto que en este ejemplo parece tan simple, trasládelo al lenguaje, cuando nos expresamos con palabras, dando por hecho que tienen el mismo significado para todos. Llévelo al extremo, con palabras como felicidad, éxito, amor. Experimente, pregunte sobre su significado a otras dos personas.
Seguramente, se ha cuestionado pocas veces si significan lo mismo para usted que para su interlocutor.Esta es una de la cuestiones principales de la mala comunicación, dar por hecho que se piensa y se percibe lo mismo, imaginar, creer que se poseen poderes de adivinación y que con pocos datos que le den y nada que pregunte, le tomarán por un cerebro genial. Cuál será su sorpresa cuando compruebe, tras concluir la tarea asignada, el encargo o la acción, que nada tiene que ver con las expectativas de quien lo delegó. Pregunte, no tiene más implicación que aclarar, sobre todo, para evitar malentendidos, será mejor esto a que alguien piense a posteriori que usted, a pesar de poner esa cara de interesante y no preguntar, no se entera de nada.
Siempre es mejor cuestionar y revisar lo que creemos y hemos entendido, a tener que lamentarlo después.
Nuestros filtros sensoriales, que eliminan, distorsionan y generalizan, descargan al sistema nervioso de la ingente cantidad de información que recibe, haciendo que esta selección sea personal e intransferible. Por lo que, si queremos ponérselo fácil también a los demás, deberemos preguntarles a su vez, qué han entendido de lo que les hemos contado y explicarnos mejor o con más detalle si confirmamos que difiere.
Otra cuestión a tener en cuenta para sintonizar, es el canal que predomina en nuestro interlocutor, visual (vista-ver) auditivo (decir-oir) o kinestésico (sentir-hacer) técnicamente se denominan submodalidades, pero lo interesante , es que lo que decimos, los verbos, sustantivos y expresiones que utilizamos, nos dan mucha información de cómo conectar mejor con la otra persona.
Por ejemplo si la frase reiterada fuese “ no veo nada claro mi futuro” sería visual, ¨todavía oigo su voz como si estuviese aquí” sería auditivo y “ me siento desilusionada con su comportamiento” sería kinestésico. Si estamos pendientes de en qué canal “trasmite” nuestro interlocutor y utilizamos el mismo, seguro que sintonizamos antes y mejor. Si no, también podemos utilizar un sistema que aglutine todos : Cómo lo ves, dime qué te parece, cómo te sientes cuando te lo cuento.
Hay un ejemplo muy curioso que seguro que os aclara todo esto, amplía vuestro conocimiento y lo hace más ameno. Se trata del amor y sus fases. En la fase inicial de enamoramiento todos ponemos todo de nuestra parte, hacemos regalos, preparamos cenas, ponemos música, decimos frases románticas, hacemos caricias, damos abrazos y besos. Todo, por llevar a cabo muestras de nuestros sentimientos inequívocos para conseguir nuestro objetivo, trasladar que esa persona es importante para nosotros y estamos dispuestos a hacer, decir, y mostrar todo lo que esté en nuestra mano. Con el paso del tiempo, ese sobresfuerzo del principio, lógicamente se desvanece y cada uno vuelve a su canal original. Mientras estábamos en la primera etapa no echábamos de menos nada porque fuese cual fuese nuestro canal estaba satisfecho ampliamente pero ahora, sin saber porqué tenemos la sensación de que ya no nos quieren o nos quieren cada vez menos. Esta percepción puede darse porque si alguien fuese principalmente auditiva y su pareja kinestésico, ella estaría esperando palabras y frases reconfortantes, mientras él querría abrazos, caricias y besos. Cuando se acercase a ella en busca de estas, le rechazaría al no oír nada de lo que espera y entonces pensaría que sólo quiere sexo. Él tampoco entendería nada porque estaría esperando estas acciones y llevaría recibiendo todo el rato, “te quieros” y frases románticas, que cuestionaría por su nulo contenido en sensaciones físicas.
Esto que ahora les habrá resultado sencillo entender, ocurre en todos los ámbitos, en el del aprendizaje, en el laboral, exposiciones en público, cada uno usa su canal. Así que busquen el suyo, el de quien quieran sintonizar y dependiendo del interés y de la relación, acuerden y recuerden transmitir por los mismos.
Os dejo este link a un test de Robert Dilts para que averigües tu submodalidad. Y un paperpor si quieres ampliar información.