HACIA LA CULTURA POLÍTICA DE LA TRANSPARENCIA Y EL DEBATE CONSTRUCTIVO

Si seguimos por esta ruta donde la política española se alimenta de escarnio público, ataques personales y el uso indebido de fondos públicos para manipular opiniones e invisibilizar opciones, el paisaje político podría volverse desolador.

Las mentes brillantes y los corazones nobles, aquellos inspirados por un verdadero deseo de mejorar la sociedad, podrían alejarse, dejando el campo libre para los maestros del engaño y la manipulación.

Seguro que podemos cambiar el juego. Imaginemos una España donde la transparencia no sea solo un eslogan, sino una práctica arraigada en la cultura política. Podríamos introducir plataformas digitales abiertas donde cada euro gastado se registre y publique en tiempo real, permitiendo que los ciudadanos supervisen directamente el uso de los fondos públicos.

No dejo de pensar en si redefinimos y recuperamos el arte de debatir. Si en lugar de enfrentamientos cargados de veneno, que trasladen a la calle lo que no se puede conseguir en las urnas, establecemos debates estructurados en escenarios neutrales, tal vez moderados por inteligencias artificiales programadas para valorar la honestidad y las soluciones sobre la retórica vacía y no por los mercenarios de turno en platós amigos.

Si respetamos que lo elegido en las urnas y lo que sume en un sistema parlamentario es lo que nos representa a todos, como la bandera, el himno y tantas cosas que deberían unirnos y no separarnos. Nada por sí solo cambiará todo pero cualquier pequeño cambio podrá ayudar.

Pensemos en transformar la política en una carrera digna de los más altos aspirantes. Esto no es solo un sueño, podría ser una realidad palpable si cultivamos una atmósfera donde la integridad y la innovación no solo sean bienvenidas, sino exigidas.

Que sea un lugar donde servir sea un honor y atacar sea, simplemente, inaceptable. Así, no solo recuperaríamos la confianza en nuestros líderes, sino que inspiraríamos a la próxima generación a soñar con un cargo público como una noble vocación y no ahuyentarles o darles este nefasto ejemplo.

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