¿Qué más da?

guiño

Esta frase que ya es motivo de sorna entre mis allegados, muestra mi evolución sobre el concepto de ganar que tenía impregnado en mi  ADN. A pesar de que ahora les produzca hilaridad y en el peor de los casos, parezca de un relativismo apabullante, es el resultado de meses de entrenamiento y análisis.

Una característica que comparten quienes tienen éxito en la vida es que están acostumbrados a ganar, esas personalidades forjadas a base de llevar adelante sus planteamientos y triunfar sobre los demás casi siempre, incluso cuando no es necesario o no se obtiene nada.

Discuten hasta la saciedad para que su postura prevalezca, agotando o desarmando al oponente con un juego de acoso y derribo. A pesar de que más tarde se arrepientan de chafar o humillar a las personas, su costumbre de ganar les puede en ese momento. En otras ocasiones para poder hacerlo es posible que la táctica sea ignorar al otro para que pierda protagonismo y descartarle como competidor.

Creo que es bueno competir con un mismo para ser mejor, pero este comportamiento de  ganar a toda costa, no ayuda a ningún cambio ni desarrollo personal y levanta más ampollas que otros entre los compañeros o amigos. Incluso cuando todo el mundo te da la razón, tú ya crees que es por tus grandes planteamientos, pero ¿has pensado alguna vez que es porque ya no te soportan?

Estoy de acuerdo cuando Marshall Goldsmith plantea  que este el de “ganar demasiado” es el peor comportamiento que podemos observar en las personas exitosas.

Él plantea un caso que quiero proponeros para vuestra reflexión: “Tú quieres ir a cenar a un restaurante y tu pareja/amigo/familiar a otro, tras tratar de convencerle con numerosos argumentos y referencias, acabas cediendo y yendo al otro restaurante. Cuando llegáis han olvidado vuestra reserva, tardan en sentaros, en serviros y  la comida no está buena. Tienes dos opciones: criticar la elección, poner de relevancia que ya lo dijiste, quejarte e intentar quedar por encima o callarte y comer” ¿Tú qué harías?

La respuesta a este caso dice mucho de ti mismo y de lo que priorizas. Yo misma después de tantos años en la política, me he podido dar cuenta de que este comportamiento es la raíz de muchos de los males de esta dedicación y es que la cuestión es ganar, que tu planteamiento prevalezca por encima del de los demás, si es similar, buscando diferencias, si es el mismo, reclamando yo lo vi primero, si  es diferente, no sólo defendiendo el mío sino echando por tierra el de los demás y no agotarse hasta que te sales con la tuya por KO o el combate ha finalizado por tiempo.

Este comportamiento limita el progreso, el éxito y el buen curso de las relaciones sociales. Si realmente quieres modificarlo puedes aprender a ser consciente de cuándo lo llevas a cabo y te dejas dominar por él, e ir tomando medidas. En muchos casos simplemente haciendo un análisis coste-beneficio te darás cuenta de que vale mil veces más el cariño, la sonrisa y el relajo de tu pareja o amigo que quedar por encima. Total ¿qué más da? 😉 ¡Déjalo fluir!

Es un cambio que no sólo te aporta paz y tranquilidad a ti, sino que la esparces allá donde vas y eres mucho más productivo  y conciliador.

¡Suerte en el cambio!

Reacción en cadena

en cadena

La mayoría de las veces somos conscientes de cómo nos responden las personas con las que interactuamos en nuestro entorno pero en pocas ocasiones somos capaces de observar qué decimos o cómo nos dirigimos a ellas antes.

Pensar en cómo ocurre esto, seguro que su reacción hace que les califiquemos y, o estemos encantados de seguir a su lado o huyamos despavoridos en cuanto les vemos.

Seguro que recordáis a alguna persona a la que le cuentas algo emocionado y la respuesta te coloca en una desagradable posición con una crítica o una contestación no demasiado apropiada.

Del tipo: “He conseguido entradas para tal concierto”, “he comprado este libro que buscaba hace tiempo”, “se me ha ocurrido una idea de cómo mejorar el proyecto” con respuestas como: “seguro que te han salido más caras que a mí y además no has contado con tal o cual”, “el libro lo tengo hace tiempo y no merece la pena”, “emplear tanto tiempo en el proyecto no te va a servir de nada”.

¿Qué nos impide celebrar como se merece lo que los demás consideran un éxito? Quienes suelen compartir  sus éxitos depositan en nosotros la confianza suficiente para que sepamos acompañarles en su alegría.

De tu reacción dependerá lo que esa persona interiorice de ti. Si piensas en cómo sueles reaccionar a estos acontecimientos y en cómo los celebras recordarás cómo entablas distintos tipos de relaciones con las personas.

Si tras un aumento de sueldo, tu reacción sin contacto visual  con un tono plano, se basa en  que “seguro que tendrás que trabajar más y por lo tanto no tendrá tiempo para gastarlo”, es una reacción negativa, crítica, que no aporta nada más que una imagen de quien lo dice en el mismo sentido, pasiva y destructiva.

 No importa si el tema es trivial o trascendental, aprender a reaccionar de forma constructiva  y activa, no sólo mejorará tus relaciones sino que enfocarte en lo positivo y conseguir alegrarte de los éxitos ajenos redundará en tu felicidad.

Permitidme que empiece la semana con un entrenamiento que propone Martin P. Seligman en su Psicología Positiva, seguro que no os resultará fácil, requiere un esfuerzo grande pero merece la pena.

“Escucha con atención cada vez que una persona que te importe te cuente algo bueno que le haya sucedido. Desviese de su camino habitual  para reaccionar de forma activa y constructiva. Pida a la persona que lo reviva con usted; cuanto más tiempo se pase reviviéndolo mejor. Dedique mucho tiempo a reaccionar activamente, no sea lacónico. Busque también sucesos en su propia vida y deje constancia de cómo debe reaccionar para valorar más positivamente el hecho”.

Si crees que no se te da bien, entrena hasta que se convierta en un hábito.

Cuando se empieza a poner en práctica, caes mejor a los demás, pasan más tiempo contigo y confían más en ti. Te sientes mejor y todo ello refuerza tu capacidad de reaccionar activa y constructivamente.

Si alguien consiguió el objeto de sus sueños, qué te hace pregunta por la utilidad, recordarle que tiene miles  o dar tu opinión sobre él. ¡¡Sólo disfruta de su éxito!! 

Foto: caotero