La mala suerte (II)

mala suerte

Continuación de » Tu  galleta de la fortuna «[…]

Al salir del coche nos miramos, una mueca de desagrado fue el desencadenante de un aciago día.

Con todas las personas que había allí y tuvo que pasarnos a nosotros, siempre igual, además quién nos creería. Sólo pensábamos visitarlo unos minutos y volver a Madrid. Estábamos muertos, el sueño y el calor en una peligrosa mixtura amenazaban.

Habíamos  cambiado alguna rueda antes, hacía siglos, ese no era el momento idóneo, queríamos volver a casa, teníamos muchas cosas que hacer. Eso era mala suerte, estábamos tan lejos.

Debíamos avisar de las novedades. Cogí el teléfono para avisar del incidente  a la familia y en el trabajo. Qué pasó que nadie nos creía. No nos había  ocurrido nada grave. Se suscitó mas controversia, entre unos creyendo que intentábamos ocultar algo importante y los que creían que era una excusa, acabamos de arreglarlo.

Comenzamos una discusión sobre quién se encargaba de las revisiones del coche, quién cambiaría la rueda. La cuestión se complicó cuando descubrimos que la rueda de repuesto nos llevaría como mucho 200 kilómetros más cerca.

Aquello era insostenible, los reproches cada vez tenían su origen en hechos más antiguos ya discutíamos sobre la tarde anterior. Ni siquiera habíamos visitado todo lo que nos proponíamos y la cuestión era ahora otra muy diferente.

Cambiamos de mala gana la rueda, a pleno sol y proseguimos nuestro viaje. Teníamos 200 kilómetros para encontrar un taller, las emociones negativas nos asaltaban constantemente. El domingo era un mal día para todo y  los teléfonos acabaron sin cobertura intentando localizar una tienda de repuestos abierta.

La cuestión se complicaba por momentos… más a nivel personal. Hubiese hecho cualquier cosa por salir de aquel coche. Volverme en autobús era una opción cada vez más sólida.

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