«Evaluación continua»

juicio

 

 

“Aquel es un …”, “mi vecino es…”, “mi compañero es…”, “ mi pareja es…”, “ mi hijo es…”

Si has rellenado los puntos suspensivos con cuestiones positivas,  has modificado la oración o dudado sobre algún apelativo a adjudicar, ¡Enhorabuena!

En otro caso, sé que te interesará reflexionar sobre la evaluación  a la que sometemos a las personas sin ser incluso conscientes. Sólo tienes que estar atento a cuántas veces en una conversación adjudicamos juicios y vertimos opiniones en forma de adjetivos sobre personas, sin ni siquiera darnos cuenta.

Hasta ahora puedes no haber reparado en ello, pero vivir en el mundo de los juicios y las opiniones, asumiéndolos a modo de observación objetiva y de manera inconsciente, te puede estar causando más de un problema, precisamente porque como tú lo haces, juzgar, también te afecta que otros lo hagan sobre ti, no siendo inocuos sus comentarios para la montaña rusa en la que habrás subido a tu autoestima.

Piensa en tu trabajo, con tus empleados, tu jefe. En tu casa con tu familia, con tus amigos. Cuántas veces dices que “ellos son” algo. Esa insostenible y no continua evaluación de una simple acción, que no llega a los estándares que tú exiges para considerarla buena, de repente se pega a la persona etiquetándola para siempre, dándole pocas oportunidades para el cambio.

En primer lugar porque, como te afecta la opinión de alguien a quien le otorgas esa autoridad,  tú crees que eres eso y en segundo lugar para no decepcionar a tu público,¿ para qué cambiar?

Si tú crees que eres o no eres algo, difícilmente estarás abierto al cambio y al aprendizaje porque ser parece un marchamo de serie que te acompañará siempre.

Cuántas veces has oído hablar a personas de alguien que conoció o trató hace años, o que ha visto o tratado una o dos veces y le describe como si hubiese sido fruto de una evaluación continua hasta este momento, cuando en realidad habla de una foto congelada del pasado de la persona.

Como si el cambio no tuviese lugar en la vida de las personas, como si los acontecimientos vitales tanto positivos como negativos no tuviesen impacto en nuestro aprendizaje o en nuestro ser.

 Lo que no parece justo, a mi entender, es que juzguemos a nadie por minutos o acciones de su vida, sin darles la oportunidad de cambiar o mejorar. O que extrapolemos un comportamiento extemporáneo a todos los ámbitos de su vida.

Es cierto que quienes hacen estos juicios tan negativos de los demás también son duros con ellos mismos pero esa reciprocidad no les exime de no generalizar y agotar la libertad que tienen las personas para ejercer su libre albedrío.

 Si pensamos que podemos cambiar lo que somos, abrimos una puerta al aprendizaje y si además tenemos a alguien cerca que nos ayude a dejar de ser lo que nunca fuimos o a dejar de tener la imagen que congelaron de nosotros, más que mejor.

Ni siquiera hace falta que nos lo pidan, concedamos la oportunidad de desligarse de sus propios fantasmas a todos los que nos rodean y dejemos de unirles a situaciones, acciones y eventos pasados que no son potenciadores.

Os cuento mi propósito para 2015 a este respecto: Gracias a alguna conversación con buenos amigos y al sabio consejo del más pacificador, 😉 junto con algunas películas con humor sobre tópicos me han llevado a un firme objetivo: llamaré a todo el mundo por su nombre, no me referiré a nadie, ni por  apodos, cariñosos o no, ni epítetos, ni apellidos, sino por lo que según Carnegie es la palabra que a todo el mundo le suena a música celestial “su propio nombre”.

Tira del freno de mano

frenodemano

 

 

“La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias.” Antonio Fraguas Forges 

 

Otra de las estrategias que utilizamos cuando nos enfrentamos a una situación que nos resulta difícil manejar es la violencia. Cuando nos sentimos inseguros, otra de nuestras reacciones distinta del silencio es enturbiar las aguas hasta formar la tormenta perfecta.

La mayoría de las veces no somos capaces de frenar ese torrente de pensamientos que nos auguran que el tema se pondrá peor, que nos arrepentiremos de muchas de las cosas que vamos a decir y que nuestro estado interior estará alterado durante horas e incluso días.

La reacción automática primitiva que dejamos salir tiene como único objetivo que la otra persona cambie su parecer y se adecue a nuestro punto de vista sin condiciones.

“La violencia no es fuerza sino debilidad, nunca podrá crear cosa alguna, solamente la destruirá.”Benedetto Croce 

 Para ello no dudamos en sobrepasar los límites de su seguridad personal con alguna de estas tres estrategias, que son las más comunes:

Controlar, que consiste en insistir coercitivamente en que  tu forma de pensar es la mejor. Puedes intentarlo forzando a los demás a concluir tus puntos de vista o dominando la conversación para que nadie pueda añadir nada, preguntando directa e inquisitivamente a los demás, exagerando los hechos que aportas, cambiando los temas, apartando a personas de la conversación o con afirmaciones categóricas, como  “cualquier otra cosa es absurda”.

Etiquetar, poner una etiqueta a personas o  ideas de manera que su significado se encuentre enmarcado en estereotipos no deseados o en categorías que las infravaloren. “Tus ideas son del paleolítico”, “eres un antiguo”. Esto lo que procura es evitar tener que argumentar y defender tu posición pasando a un ataque personal que lejos de mejorar la relación o la conversación multiplica  infinitamente los efectos negativos.

Atacar, esta opción se define a sí misma. Produce una deriva en la conversación de discutir o hablar sobre un tema en el que no hay acuerdo a priori a hacer  sufrir a nuestro interlocutor, minusvalorándole o amenazándole. “ya verás como si no me haces caso te ocurre algo peor”.

Si ésta es tu estrategia y nunca has reparado en que puedes actuar como decidas y no seguir tu hábito de siempre, siendo consciente a lo mejor es el momento.

Para ser consciente de las condiciones en las que estás y de lo que vas a hacer o a decir, puedes probar muchas tácticas que te sean  útiles, la que yo practico es tener una señal o un gesto que te recuerde que por ese camino no vas bien y que ya sabes las fútiles  e indeseadas consecuencias de reaccionar instintivamente, sin pensar.

Yo tiro de un freno de mano imaginario, J para no caer por ese peligroso  precipicio. Prueba y si te sirve hazlo tan a menudo como sea necesario. Al principio tirarás tarde  y te tendrás que recomponer después de la caída pero poco a poco te irá funcionando mejor. No dejes de entrenar.

No dejes que la violencia te consuma, destroce tus relaciones y te evite disfrutar de otros puntos de vista igual  de interesantes.

“La violencia, sea cual sea la forma en que se manifieste, es un fracaso”. Jean Paul Sartre 

 

¡Hasta el lunes!

 Inspirtación: «Crucial conversations»

 

Sin etiquetas

etqueta

Cuántas veces desde pequeños habréis oído decir sobre personas “es tímido”,” es travieso”, “es despistado”, “es desordenado”…la lista sería inabarcable y quizás sobre  vosotros también haya caído alguno de  estos hechizos infantiles.

Si tu primera socialización, contacto con el mundo, con la cultura, con las reglas se produce en tu casa, en tu colegio y más tarde con los amigos y los medios de comunicación, cuando lleves en el mundo cuatro años tus reglas son las reglas de tu entorno y si ellos deciden que eres tal o cual, ¿qué herramientas posees para negarlo?,¿qué posibilidades tienes de ser lo contrario?

Seguramente tanto para no decepcionar a quien así nos tilda o porque de algún modo esa etiqueta también nos resulta cómoda, adoptamos el papel de “nuestra vida”, con unos guionistas externos, unos directores que ni siquiera reparan en las consecuencias de sus etiquetas y nosotros preocupados de no defraudar a nuestro público.

En otros casos, nuestro comportamiento similar en unas cuantas ocasiones hace que nos encasillen en un tipo de persona, sobre todo para tener que ahorrarse prestarnos más atención y valorar otras cuestiones más potenciadoras que nos harían sobresalir.

Lo peligroso de esto es que lo almacenamos e interiorizamos en nuestro yo más profundo “el ser” llegando a creer que principalmente esta faceta de nuestra vida, es la que nos define.

¿Qué oportunidades de ser vulnerables damos a quienes decimos que son “fuertes”?, ¿qué opciones les quedan a estas personas para cambiar de comportamiento?, ¿para poder ser ellas mismas? Personas normales que, como la mayoría, están capacitadas para ser como  ellas quieran y sin embargo, lo que más le preocupa es desempeñar el  papel que le han asignando los demás.

De esta situación se puede salir y se puede cambiar, sólo o con ayuda, de un coach por ejemplo.

 No necesitas seguir actuando y dando vida a un personaje que no te gusta.

Algo que funciona y que puedes introducir en tu rutina es: (Rellena el espacio con la etiqueta de la que te quieras desprender)

1)  La característica de la que me quiero desprender es _________________, en lugar de decir “yo soy_______”, cámbialo por “yo tengo momentos en los que me comporto o actúo de manera_________”

2)  Esa misma característica , si estás ensayando el nuevo comportamiento y alguien te dice “pero tú eres_____”, dile en el acto,” yo ERA__________________, ya no”.

3)  Sobre todo no esparzas este hechizo sobre otros y nos les indiques lo que son, que se definan ellos mismos.

Sólo se etiquetan los productos, no las personas.