
“Fracasamos más por tímidos que por osados” David Grayson
Algunos tienen la suerte de encontrarse pronto con un pensamiento parecido que les impacta e inspira, en sus primeros años, le echan arrestos y unos segundos de coraje. Otros, tardamos algunos años más en descubrir qué es lo que no nos está permitiendo llegar hasta donde queremos, e ir a la velocidad que nos interesa.
En muchas situaciones declaramos que “somos tímidos” con la intención de encontrar comprensión cuando erramos, buscando la aprobación de los demás, pero en realidad, no nos damos cuenta del verdadero perjuicio que nos estamos haciendo con esa aparentemente inocua declaración.
En realidad nos estamos dando permiso para que todo aquello que nos azora e incomoda, pase a formar parte de lo que aseguramos «no nos interesa», a la vez que descartamos y eliminamos, sueño tras sueño, el éxito de nuestro futuro.
Seguro que muchos de nosotros nos sentimos identificados con aquella frase de Ingrid Bergman “ Yo era el mayor tímido jamás inventado, pero tenía un león dentro de mí que no se callaba” y entonces el sufrimiento es doble hasta que lo liberas, puesto que tu “yo interior” no dejará de decirte insistentemente, la cantidad de cosas que te estás perdiendo y la de puertas que te cierras a ti mismo con esa definición estúpida, a la que no pones remedio.
Una de las cuestiones en las que más incide esa declarada timidez es, en tus relaciones con los demás, en tu vida cotidiana, donde apenas consigues sobrepasar el círculo de siempre y sin embargo sí enrocarte más en tu interior, pero donde verdaderamente se empiezan a cerrar tus puertas y a mellarse tu autoestima es en la asignatura troncal de todo aquel que quiere triunfar debe aprobar, hablar en público.
No es posible que vendas un proyecto, un negocio, tu propia persona, una idea… lo que sea, si no eres capaz de enviar tu mensaje. Capaz de levantarte y decidir que ha llegado el momento de que se escuche tu voz para que produzcas ese impacto que quieres ver en el mundo.
A lo primero que te vas a enfrentar, casi seguro, es a la pregunta de ¿qué pensarán los demás de ti cuando te escuchen?, sin ser consciente de a qué poca gente le preocupa lo que tú hagas en tu vida. Sin embargo si practicas y lo haces bien, serás capaz de atraer su atención hacia tu mensaje sacándoles de su ensimismamiento.
Desear agradar y desconfiar de poder hacerlo, a veces es todo uno, pero si encima, las posibilidades de entrenamiento son mínimas, esa explosión en la autoconfianza que es, poder hablar en público, que yo aseguraría es de las cosas que más influyen en tu éxito, se esfuma.
Esto es lo mismo que aprender a nadar sin meterte en el agua. Imposible. Hay estrategias, técnicas que puedes aprender, cursos y libros que puedes leer pero sin remover los obstáculos mentales y mantener el entusiasmo y la perseverancia, te va a costar el doble para acabar, en el mejor de los casos, con un discurso artificial.
Te has dado cuenta de que en muchas ocasiones cuando hacemos esfuerzos para salir de nuestras zonas de confort necesitamos la coartada de las masas, elixires o de otras ayudas artificiales. De eso se trata esto, de entrenar para no buscar excusas y poderlo hacer cuando lo necesites, sin más.
Comienza hoy mismo. Oblígate a decir algo, en voz alta, en cualquier reunión a la que pueda asistir, asume el riesgo de que alguien te contradiga, de que piense diferente, tu objetivo es romper esa barrera que te impide ser protagonista por unos minutos. Empieza ya solo o consigue ayuda para entrenar.
Seguro que no es la primera vez que piensas en esto. Todo el mundo quiere empezar el año, yendo al gimnasio, comiendo bien, aprendiendo idiomas, dejando de fumar, comiendo sano… todavía no he escuchado a nadie que haga esta magnífica inversión en su futuro y en su vida:aprender a hablar en público.
Libera tú a tu león y será algo de lo que estarás profundamente orgulloso toda su vida.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...