¿Imaginas a tu favor?

imaginas

 

 

Sólo pensando en para qué hemos utilizado la imaginación en las últimas veinticuatro horas, podemos llegar a la increíble conclusión de cuál es la utilidad que la damos.

Si algo debemos imaginar, casi siempre elegimos malos augurios, cuestiones negativas, finales aciagos, tenebrosas dudas. Teniendo la posibilidad de elegir finales felices; ¿qué nos hace decidirnos por las que menos nos ayudan? Acaso no nos  preocuparía que cualquier niño a nuestro alrededor acabase todos sus cuentos con un final traumático.

 Sobre lo quiero reflexionar hoy con vosotros es sobre, cómo podemos entrenar, en nuestro favor, este poder tan magnífico que puede transformar nuestros pensamientos y por ello nuestra vida.

En multitud de ocasiones nos sorprendemos con estos pensamientos negativos en marcha y a algunas personas les parece incluso imposible que éstos los hay podido producir su mente, eso sí, en modo automático.

Si somos conscientes, la mayor parte de las veces en que vemos todas esas imaginarias situaciones, las vemos desde nuestra posición, es decir, desde la que miramos habitualmente, siendo los protagonistas de estas historias .De dentro hacia fuera. Esto lo que nos produce es que, en lugar de observarnos como un actor más dentro de  ellas, que tiene más posibilidades de elección de las que ve, conseguimos que,  todo lo que hay  fuera de nosotros, lo que constituye nuestro entorno, sea lo que nos gobierne.

 Nos gobierna desde una mala cara en el ascensor, una frase en un tono raro, hasta un dato del telediario, pasando por un agujero más en el cinturón o uno menos. Alguna de estas cuestiones, que no te parecen importantes hasta que reparas en ellas, es la que tú considerarás más tarde que ha hecho que tu día sea bueno o malo. Dejando al arbitrio del azar, ¡casi veinticuatro horas! de una preciada vida, de la que nunca llegas a saber el crédito disponible.

Acaso te importas tan poco que cualquiera o cualquier cosa te puede gobernar.

Imagina ahora todas esas cuestiones tan “trascendentales” ocurriéndote a ti pero como si lo vieses en una película. » Te ves andando por la calle  tan sonriente y tras cruzarte con otra persona con el ceño fruncido que murmura, tu gesto cambia y se mimetiza con ese desagradable gesto. ¿ te parece, desde la distancia, lo mismo?

 Seguro que no estás acostumbrado a “salir” de ti mismo y verte desde fuera para poder tener otra perspectiva  diferente de lo que te ocurre. Pero si lo has pensado bien, ahora tan sólo has mirado en la dirección opuesta, es decir, de fuera hacia dentro, hacia ti, hacia quien tiene todo el control para que lo que ocurre en el exterior no afecte al interior más que para reforzarlo.

Hasta ahora has buscado todo fuera de ti, desde pequeño, ayuda, amor, comida, amistad… todo lo que has obtenido has creído que venía de fuera en lugar de buscarlo primero dentro. Haciendo depender tu vida y tu felicidad, en primer lugar, de tu entorno, eso querrá decir que estás a merced de los acontecimientos que sobrevengan, sin tener recursos propios para adaptarte o modificarlos a tu conveniencia.

Puestos a elegir para imaginar hazlo en situaciones en las que salgas victorioso, eso hará que tengas suficiente seguridad y confianza para con ellas convencer a tu entorno de tus habilidades y capacidades y así que ellos también te impulsen.

 Usa tu imaginación conscientemente y en tu favor. Sal de ti mismo y explora otra perspectiva para ampliar tu visión y tu mente. Cuanto más a menudo lo hagas mayor entrenamiento tendrás en visualizar lo que quieres. Nadie dice que venga sólo pero, cuando desarrolles una clara y potente visión, el entusiasmo suplirá al esfuerzo y  tendrás muchas más energía para llevarlo a cabo.

Para vivir distinto, piensa distinto.  

¿Te imaginas estar allí?

playa

Pensar es un verbo que suelo utilizar muy a menudo y que recomiendo encarecidamente. Sin embargo desde que me dedico al desarrollo personal y tengo claro que “el mapa no es el territorio” he podido indagar en este concepto hasta poder llegar a la conclusión de que mi pensar y el de muchos otros, no consiste en lo mismo.

He descubierto que para muchas personas pensar, implica dejarse caer por rocosas laderas de pensamientos nada gratos que lastiman y desgastan, casi siempre tiene connotaciones negativas y pocas veces constituye una herramienta de análisis exenta de juicios personales del pasado.

A veces, para algunos,  incluso es mejor no pensar nada  a que la imaginación vuele siempre a los oscuros parajes que visita. Estoy segura de  que puedes trabajarlo, ya que la imaginación bien utilizada, es una herramienta que nos puede proporcionar increíbles momentos de disfrute, de paz y de tranquilidad.

Si no cejo en mi campaña para que medites y empieces a disfrutar de la concentración y del cese del diálogo interior, es para trabajar en esta dirección. Hoy os propongo ir más allá y utilizar nuestra mente y nuestros poderes creativos para que jueguen en nuestro favor.

Seguro que casi todo tenéis un lugar favorito en vuestra vida que asociáis con vuestro descanso, vuestro refugio, donde os cuesta poco recargar la batería y disfrutar.

 Pensad por unos minutos en ese lugar, con todo tipo de detalles, colores, olores, sonidos, si tenéis una fotografía cerca echadle un vistazo y memorizarla. Asocia esa imagen con todas las emociones positivas que os recuerde, para convertirla en una imagen potenciadora.

Practica la visualización durante una semana para que la mente haga bien el almacenamiento.

A partir de entonces cuando necesites esa sensación, porque te invadan poderosos sentimientos agresivos, de orgullo, de deseo o envidia, cierra los ojos y vuelve a ese momento, siéntate en ese lugar, sereno con la mente abierta, experimenta esa calma. Abstráete de lo que ocurre a tu alrededor.

Haz ese viaje siempre que lo necesites, no requiere mucho equipaje, ¿verdad?

Utiliza la imaginación para mejorar tu estado, para modificar el sufrimiento, no para incrementarlo con agoreras profecías.

“La imaginación es más importante que el conocimiento” A. Einstein

La sociedad impredecible

imprecedible

Desde que estalló la crisis económica y se unió a los vaticinios de globalidad y mundialización, el mundo parece  estar constantemente en movimiento y para muchos de nosotros, la incertidumbre es casi una novedad, ¿es esto cierto o es parte de nuestra percepción?

Leyendo  “El cisne negro” de Taleb, te vuelves consciente de la poca predecibilidad de los acontecimientos que transforman el mundo y de las principales causas por las que esto ocurre.

Este matemático y  ensayista  considera un Cisne Negro  un suceso improbable, cuyas consecuencias son importantes y sobre el que las explicaciones posteriores no se buscan en el azar sino en modelos anteriores y perfectos.

Hace un repaso histórico por fenómenos como la expansión del cristianismo y posteriormente del islamismo, como sucesos altamente improbables en su tiempo. Viajando más adelante en él, hace alusión a la irrupción de Google y al 11 de Septiembre americano, la crisis económica de 2007. Nadie había previsto nada…

De muchas de sus afirmaciones se extrae, que el hombre sólo investiga sobre lo que conoce y por lo tanto deja que lo desconocido le sorprenda. Estudia huracanes y seísmos donde se han producido o en zonas cercanas, intentando catalogar las causas para poder explicarlo. Refleja cómo, a pesar de que economistas de diferentes escuelas dieron  distintas soluciones a las depresiones en los ciclos económicos, las causas  de éstas fueron “la  estabilidad y la ausencia de crisis que estimularon la asunción de riesgos, la complacencia y el adormecimiento de la conciencia”, ¿os suenan?

Esto es una de las causas por lo que según Taleb lo hacemos, porque los sucesos a los que encontramos causa nos parecen más creíbles, por muy rara que ésta nos parezca. Lo que hace que nuevamente la impredecibilidad del mundo nos aborde inesperadamente.

Aplicamos lo que denominamos el “sentido común” que no es más que parafraseando a Einstein, el conjunto de prejuicios acumulados a través de los siglos. Que ya de nada nos sirve…

Habiendo avanzado varios capítulos del libro, incluso me atrevería a afirmar que la información que recibimos  por los medios habituales y conforme a la que tomamos decisiones, nos perjudica más que beneficia. Disminuye nuestro conocimiento del mundo. Todo se refiere y documenta en el pasado y sin embargo es lo novedoso, lo que modifica el curso de la Historia, lo que omitimos constantemente.No estamos acostumbrados a jugar con el azar.

No aprendemos reglas, sino hechos. Tampoco ponemos mucho énfasis en lo abstracto. No dedicamos mucho tiempo a pensar y cuando lo hacemos, regresamos de nuevo  al pasado para repasar hechos y atemorizarnos con los mismos miedos. Cuando en muchas ocasiones, la probabilidad de que vuelvan a ocurrir es mucho menor.

Taleb alude a que el mundo se volverá menos predecible a medida que pase el tiempo y aconseja que lo que nos parece extremo, desconocido y muy improbable, será lo que nos domine. Por lo tanto propone la necesidad de que tomemos estos sucesos extremos, como punto de partida.

Vivir en nuestro planeta requerirá grandes dosis de imaginación.  Si seguimos reprimiéndola en los demás, nos haremos un flaco favor. Tú mismo, en qué extrema, desconocida o poco probable situación te has imaginado …

¿Realmente importa?

importancia

Mientras los hechos se suceden a velocidades de vértigo en nuestra vida. Nuestro cerebro no descansa a pesar de hacer una selección  y filtro constante  para no conseguir gripar nuestros motores, pero aún así, hay quienes se empeñan en dar a muchos de estos acontecimientos el mismo valor y someter a varias atmósferas sus neuronas constantemente.

Ocuparse y preocuparse  por hechos sobre los que no se tiene control, hace que nuestra  imaginación en un uso perjudicial nos sirva para provocar más miedos y ansiedad, en lugar de ayudarnos con las soluciones. Es lo que provoca el estrés, una merma importante en  nuestras capacidades, sobre todo en  la creatividad. Nos acostumbramos a vivir en un estado de alarma constante, siendo difícil que podamos, en este estado, trabajar para buscar soluciones.

Otro de los esfuerzos que acometemos  para aumentar nuestro nivel de estrés es darle a las cuestiones que vivimos en las relaciones con otros, más importancia de la que realmente tienen, magnificando los rasgos negativos y yendo más allá de los hechos. Añadiéndoles creencias, suposiciones y experiencias anteriores. La mayor parte de las veces no ocurre lo que imaginamos. Aunque en muchas ocasiones lo complicamos nosotros hablando de más sobre la cuestión y poniendo a nuestro interlocutor alerta, al dar argumentos y excusar comportamientos que ni siquiera había detectado, por no tener que ver con lo estrictamente ocurrido.

Muchas personas lo llaman “no tener la conciencia tranquila”, pero en muchas ocasiones también responde a circunstancias que por las  analogías de recuerdos que suscitan en nuestra mente, creemos que se repiten en su integridad y por lo tanto, nos enfrentamos a ellas, de nuevo, con las mismas armas. Si una vez no funcionaron y te trajeron complicaciones, qué te hace pensar que ahora sí lo harán.

“La manera en que vemos el problema es el problema” dice Steven Covey. Si respondemos a las creencias que los demás tienen de nosotros disculpándonos y contando una película que nada tiene que ver con los hechos, no trasladaremos  lo que queremos manifestar en realidad, ni conseguiremos nuestro objetivo.

La mejor forma de no ser presa de estos momentos es la reflexión, no actuar ni por impulsos, ni por consejo externo.  Los demás también tienen sus experiencias, creencias e intereses, que aunque no sean trasladados con abyecta  intención, pueden complicar en lugar de resolver, ellos casi nunca tendrán que soportar las consecuencias. Nosotros tenemos todos los datos, resolvamos.

Para tu diálogo mental, escribe en un papel los hechos tal y como ocurrieron, pregúntate qué importancia tienen para ti y qué importancia crees que  tendrán para la otra persona. Qué quieres hacer, cuál es tu objetivo, cómo te sentirías mejor y si con esto que vas a hacer, vas a estar más cerca de tu meta. Guárdalo, léelo en tres días y si sigues pensando lo mismo, hazlo. Si no, habrás comprobado que en un secuestro emocional es mejor no tomar decisiones.

Recuerda el proverbio chino “Si tienes un problema que no tiene solución, para qué te preocupas, y si tiene solución para qué te preocupas.”

Deja fluir el “qi”