
Si eres de los que vas al trabajo o estás en casa, armado imaginariamente hasta los dientes, pensando mal para acertar y constantemente a la defensiva, supongo que ya habrás comprobado que este nivel de estrés no lo podrás soportar mucho tiempo sin que repercuta en tu salud y en tu rendimiento.
Si piensas por un momento en qué ha podido ocurrir en ti para que llegues a ese extremo, piensa en cuándo es la última vez que recuerdas, te sentiste lo suficientemente relajado para poder crear, inspirar y ser productivo.
Seguro que en esa situación te sentías confiado, pero qué ha ocurrido hasta ahora para que ese estrés reduzca al mínimo todas tus capacidades. Si lo piensas detenidamente acabarás cayendo en que tu falta de cooperación y tu aislamiento de los demás han acabado pasándote factura.
Generar en tu casa o en tu trabajo un espacio de confianza que no sea un sumidero de energía para nadie, es una cuestión vital si quieres conseguir un buen ambiente y mejorar la productividad.
Producirá numerosos efectos, en primer lugar evitar que alguien no proponga algo por miedo a ser objeto de burla o de represalias, lo que hace que eliminemos muchas de las propuestas que podrían llevarnos a innovar o a mejorar procesos.
Además ceñirse al precedente o a lo que siempre se hace, ya no será una norma infranqueable de seguridad que evite nuevos procederes.
Poder decir que no se sabe algo o que se requiere formación o mentoring en algún aspecto minimizará el tiempo de reacción y evitará que se quemen muchas de las personas que trabajan con nosotros.
Saber que existe una confianza recíproca basada en un fin y un propósito de desarrollo compartido también supondrá que el equipo confiará más en sus posibilidades y verá muchas más oportunidades en su quehacer diario, proporcionado por esa seguridad.
Llegar a entender muchos de los “para qués” por parte de las personas que tienen que llevar tareas a cabo y confiar en quienes se las encomiendan, hacen del trabajo una labor más comprometida y menos tediosa, además de conseguir que las personas sean más responsable.
Si no somos capaces de confiar en quienes tenemos cerca y trabajar conjuntamente con ellos, da igual lo inteligente que seamos, no podremos con todo y nos desesperaremos viéndonos solos, incomprendidos y aislados.
Es nuestra habilidad para que todos cooperen la que hace que las cosas acaben hechas con los mejores resultados y el mayor ahorro de energía posible. Hacerlo en solitario, no sé si será gratificante para alguien en el efímero momento en el que obtiene el crédito por el trabajo, pero el efecto de desánimo y la falta de confianza que trasladará, acabará minando el equipo.
Incluso este modo de operar produce otro efecto y es que poco a poco las personas irán saliendo de su equipo con cualquier tipo de excusa, algunos incluso a falta de ver alguna perspectiva, dejarán su organización, sin que consiga saber el porqué.
Una cultura de confianza en la organización es la palanca de apoyo que moverá ésta hacia un desarrollo más empático y cooperativo y generará un mayor compromiso por parte de las personas que trabajan en ella.
Empiece por pensar en equipo cómo se puede generar ese espacio de confianza, debata si es mejor fuera o dentro de su oficina, si debe ser en una sala especial, si debe ser una reunión específica o incluso un chat grupal, acuerde las normas de uso para que la confidencialidad total fuera de ese espacio se respete por todos y sea una condición imprescindible del pacto.
Apueste por la confianza y verá florecer talento allí donde hasta ahora era capaz de ver tierra estéril.




