
Hace muchos años, cayó en mis manos por casualidad un libro con diferentes metáforas e historias entre las que se encontraba una de Gandhi que ha inspirado mi vida y que hoy quiero recordar al hilo de mi reflexión.
Gandhi y el azúcar
“Una mujer fue junto con su hijo a ver a Gandhi. Gandhi le preguntó que quería y la mujer le pidió que consiguiese que su hijo dejase de comer azúcar.
Gandhi le contestó: traiga usted otra vez a su hijo dentro de dos semanas.
Dos semanas más tarde la mujer volvió con su hijo. Gandhi se volvió y le dijo al niño: “deja de comer azúcar”.
La mujer muy sorprendida le preguntó: ¿por qué tuve que esperar dos semanas para qué usted le dijese eso? ¿Acaso no podía habérselo dicho hace quince días?
Gandhi contestó: no, porque hace dos semanas yo comía azúcar.”
Siempre he tenido esa necesidad de ayudar a las personas que en principio canalicé a través de las asociaciones, después continué con la política y que me ha hecho llegar hasta el coaching, impulsada por participar el crecimiento y cambio de quienes han despertado a un mundo que quieren mejorar empezando por su pequeño-gran radio de acción, su persona, en el que su conciencia y su responsabilidad son sus mejores herramientas.
Desde que me dedico a esta increíble vocación que es el coaching, siempre tuve clara esta historia, para mí el ejemplo es lo que más valor tiene en las personas porque lleva una importante parte de esfuerzo, de trabajo, de ser consciente y responsable para no hacer o hacer aquello que predicas.
¿Cuántas veces damos consejos sobre esto o aquello, a la ligera sin haberlo probado en nuestras carnes, en nuestro espíritu? ¿Cuántos deberías, tendrías…?
No lo vuelvas de decir o a recomendar si tú no eres un ejemplo de ello, primero tienes que conseguirlo para poder hacerlo y después con tu experiencia entender que uno no cambia de la noche a la mañana, que dejar de ser tú, lleva su tiempo y trabajo, sé condescendiente.
Me propuse hace tiempo dedicarme a esto con la tranquilidad y la paz de espíritu que proporciona que lo que piensas, dices y haces esté en consonancia y que cuando ayudes a alguien sepas por lo que está pasando, lo costoso que es librarse de hábitos físicos y emocionales pero lo liberador que es triunfar por encima de ellos.
Todos los días me propongo pequeños retos y he conseguido grandes avances: dejé de fumar, hago regularmente ejercicio físico, mejoré mi alimentación, perdoné, aumenté mi empatía, medito, adoro el coaching, devoro libros para ayudarme a ser mejor coach, cursos, estoy alegre, agradecida, creo en mis coachees, en su potencial, en las cosas extraordinarias de las que son capaces, aún por encima de sus propias creencias y lo consiguen…disfruto de las pequeñas y las grandes cosas que tiene la vida, sabiendo que mi mente tiene que trabajar para mí, no en mi contra. Cada día, sigo entrenando.
Seguro que vosotros sois padres, hermanos, amigos, ejemplos en los que se pueden inspirar muchas personas a vuestro alrededor, confío en que todos, si os lo proponéis y entrenáis podéis contagiaros y contagiar esa paz y esa alegría que proporciona crecer, desde dentro, en valores, objetivos y metas.
Ser conscientes de lo que queremos dejar atrás y cambiar, nos va a hacer saber qué queremos para el futuro, cuál es la huella que queremos dejar, lo que queremos pensar y hacer de nosotros mismos para sentirnos orgullosos y empeñarnos en conseguirlo.
Ayer fue ayer y hace un rato también fue ayer, no pierdas ni un minuto más para transformarte y poder sumar, ayudar, impulsar, alegrar, agradecer, animar…tu entorno está en tu mano y tu satisfacción igual. Algo que te puede parecer artificial en principio puesto que nunca te comportaste así, te enganchará a la vida de una manera genial y ya serás un ejemplo sin necesidad de esfuerzo.
“No es lo que decimos es lo que les mostramos lo que convence” Ramón Samsó
«Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo» Gandhi
¡¡Hazlo o no lo hagas pero no lo intentes!!
¡¡Buen fin de semana!!
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