En cuanto has puesto los pies en tu casa y en tu trabajo, tras las vacaciones, todas esas cuestiones que habías dejado apartadas, han vuelto de golpe a tu mente.
Preocuparte que había sido una actividad a la que le habías dedicado poco tiempo, ahora te consume gran parte del día.
Volviste a escuchar y a leer noticias sobre economía, enfermedades, sucesos, por tu configuración obviaste todas las que no significan una amenaza para ti y con las que te quedan, imaginas escenarios a cual más aciago.
Preocuparse es una actividad desde cualquier punto de vista absurda pero que en nuestra cultura, si no le dedicas el tiempo suficiente parece que no te ocupas de los demás, o de los temas, que no te importan, que eres un irresponsable mayúsculo que vive del azar o de las rentas de los demás.
Párate a pensar, en algún momento, ¿ alguna de las cosas que ocurrieron en tu pasado más reciente, se solucionó por preocuparte?
¿Cuánto tiempo le dedicaste a un montón de pensamientos absurdos que te derivaban a la peor de las situaciones para nada?
Aún en el peor de los casos, anticipando todo ese mal augurio, lo único que conseguirás es fastidiarte días sin motivo.
Parece no muy razonable que pudiendo elegir escenarios mucho más agradables, te pongas siempre negativo y lo que es peor, que esto te incapacite para ver oportunidades u otras soluciones.
En muchos casos en los que la preocupación te inmoviliza estás eludiendo otra cuestión que te es incómoda de llevar a cabo o resolver, y utilizas la preocupación como excusa para no hacer nada. Piénsalo, busca que hay detrás de esa constante.
La preocupación también es la excusa perfecta para justificar otros comportamientos que de otra forma, querrías cambiar: fumar, comer…
La preocupación también te afecta físicamente con muchas dolencias añadidas: dolores de cabeza, espalda, úlceras…¿te vas a empezar a cuidar?
Además la preocupación te impide el cambio.
Algunas estrategias para evitarla que puedes entrenar:
Pregúntate:
- ¿De qué me evado al malgastar mi tiempo en preocupaciones?
- ¿Habrá algo que llegue a cambiar como resultado de mi preocupación?
- ¿Qué es lo peor que me puede pasar y qué probabilidades hay de que ocurra?
Deja unos minutos al final del día para preocuparte, específicos y utiliza sólo éstos.
Preocúpate por algo por lo que jamás lo harías, algo trivial, y comprobarás lo absurdo de la actividad.
Párate y dile a alguien : ” Míreme estoy a punto de preocuparme”
Dyer dice que el mejor antídoto contra la preocupación es la acción, así que ¡¡ponte en marcha yaaaaa!!