No sé si algunos de vosotros es consciente de que la mayoría de las cosas que nos pasan, tienen más que ver con el papel que desempeñamos en cada momento, que con quienes somos y de donde venimos y la poca habilidad que tenemos para encajar cada cosa en su sitio sin que nos lastime en lo personal.
Seguramente alguien ha comenzado cerca de ti una conversación con «la gente siempre está quejándose» y tú rápidamente has hablado de ti, «pues yo»…
Empezamos por asumir que cada cosa que dicen tiene que ver con nosotros, que es, además, cierta por el hecho de que la dicen y con nuestra simple actitud de enfado la damos por buena. Cuando casi siempre, lo que hablamos dice mucho más de nosotros que de la persona sobre la que expresamos nuestra opinión.
Darnos por aludidos, es una costumbre que tenemos porque en muchas ocasiones no vamos más allá de lo que estamos escuchando. No contextualizamos el tema, ni lo matizamos y a veces no nos damos cuenta de que sólo con nuestra actitud damos más datos y ponemos más de nuestra cuenta que cualquier cosa que digamos. Damos por hecho que las dos personas que hablamos vemos exactamente lo mismo.
Otras veces, reconocemos nuestra actitud en los demás y no nos gusta y no dudamos en dejarlo claro con las mismas herramientas que estamos cuestionando. Entonces es cuando necesitamos que alguien ajeno a nosotros nos dé su visión sobre nosotros, tan necesaria para poder mejorarnos, trabajando antes nuestra actitud, antes de tratar de cambiar a empujones la de los demás.
Darse por aludido también implica una cierta visión de uno mismo como el ombligo del mundo, narcisista, que cree estar en el pensamiento de todos, y que vé en los demás la única intención de criticar y destruirle, cuando, si observamos la situación con detenimiento podemos comprobar como la mayor parte de nosotros, estamos casi siempre pensando y hablando de nosotros mismos y no de los demás.
Cuando recuerdas tu adolescencia criticando a tus padres, ¿querías herirlos o era una forma de tratar de separarte de ellos y reforzar tu independencia?
La calidad de nuestros días tiene mucho que ver con cuántas veces ponemos en marcha un urgente aviso en nuestra Central Mental de Alarmas. De cuántas veces asumamos que lo que nos están diciendo es algo que debe hacernos sentir de una determinada manera. Tiene mucho que ver con sentirse aceptado por los demás, algo que la mayoría de nosotros buscamos desesperadamente y que si no conseguimos ser conscientes de cómo nos afecta, puede hacernos creer que tenemos una vida dura e infeliz.
Pensar que así es tu vida y que no puede cambiar, hace que entres en un círculo vicioso en el que no sabrás que ha sido antes si el pensamiento tóxico o tu respuesta a la situación. Pronto te habrás acostumbrado a estar en ese permanente estado de alarma en el que crees que el mundo está contra ti y despertará todos esos síntomas que te hacen sentirte mal, a la vez que acostumbrarás a tu cuerpo a ellos y a las sustancias químicas perjudiciales que liberan.
Esto hará que cada situación que vivas la sobreanalices y la veas desde esa misma perspectiva en que te sientes constantemente atacado y no eres capaz de diferenciar lo que tú eres de esos pensamientos que te asaltan.
Y si preguntásemos cuando alguien habla, perdona ¿te refieres a mí? o ¿de quién hablas en realidad? ¿No avanzaríamos algo?
Un comentario en “¿Te lo tomas todo personal?”