Cuando pensamos en trabajar en equipo, algunos piensan en que el equipo trabaje para ellos, que son los importantes y que solos pueden ir más rápido así o que incluso requiere menos esfuerzo que ilusionar con la visión e involucrar en el proyecto.
Quizá confían demasiado en sus capacidades de persuasión y creen que la salvación individual es lo que necesitan pero tarde o temprano nos damos cuenta que, una gran parte de donde hemos llegado ha sido suerte y que seguramente lo que nos ha traído aquí no nos llevará más lejos. A veces no sabemos ni lo que es y lo conectamos con lo que a cada uno nos interesa sin más.
Tarde o temprano aprenderás que dar a los demás la atención y la importancia que merecen será imprescindible en tu vida si quieres marcar la diferencia y que los objetivos sean de calidad y perduren en el tiempo.
Para que puedas emprender ese viaje acompañado, los demás tendrán que confiar en ti y para que esto ocurra tus objetivos tienen que estar explícitos en tu equipo, tiene que interesarte los suyos y ambos estar alineados.
Hay veces que intuimos erróneamente que los demás tienen los mismos que nosotros y la mente en modo supervivencia empieza a hacer de las suyas, como si todo fuese escasez y solo pudiese quedar uno.
Quizá sigas estancado todavía en ser el único y enriquecerte o sacar beneficio en exclusiva. Quizá sigas tratando de copiar una idea o ganar experiencia y crédito tú solo. Todo desde fuera se nota demasiado y desmotiva.
Además esa actitud produce un efecto pernicioso en tu enfoque e imagen.Te conviertes en una fruta podrida que pudre todo lo que toca, enrarece el ambiente y destruye la confianza del grupo.
Empieza dando espacio a nuevas personas que sí tengan el compromiso y la pasión necesaria para llevar el proyecto hasta el final y deja de preocuparte por su sombra.
“Siguiendo una sombra serás la sombra de tu sombra” Melotti
