He visto compartida en redes sociales,en muchas ocasiones, una frase que dice algo así como “Dedicamos mucho tiempo a comprar cosas que no necesitamos, con dinero que no tenemos, tratando de impresionar a personas que incluso, no nos gustan.”
Si a esto le sumo unos cuantos artículos sobre la Navidad, las compras, el consumo y el materialismo que he leído últimamente, uno hoy en The Guardian , que os dejo, todo me lleva a pensar en este cuento de Jorge Bucay titulado “La ciudad de los pozos». Me parece una inmejorable reflexión para indagar en el porqué de muchas cuestiones relacionadas con estos temas.
«Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta.
Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes …pero pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sí, no solo por el lugar en el que estaban excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado.
Un día llegó a la ciudad una «moda» que seguramente había nacido en algún pueblito humano: La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido.
Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de cosas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte y fueron llenándose de pinturas , pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.
Pasó el tiempo.
La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar nada más.
Los pozos no eran todos iguales así que , si bien algunos se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior…
Alguno de ellos fue el primero: en lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.
No paso mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.
Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían hinchándose de tal manera , pronto se confundirían los bordes y cada uno perdería su identidad… Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho.
Pronto se dio cuenta que todo lo que tenia dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido…
Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo. Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho…
Un día, sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa: adentro, muy adentro , y muy en el fondo encontró agua!!!.
Nunca antes otro pozo había encontrado agua… «
Entiendo que hacerse preguntas sobre esto puede tener influencia de los propios prejuicios acerca de la imagen, el exterior o lo que ven los demás. Sin embargo a mí que me gusta la armonía, que la imagen sea agradable a los demás y una expresión de mi personalidad, dentro de mis posibilidades y gustos, reconozco que a menudo me planteo preguntas…
Sucumbir a los deseos instantáneos de poseer algo, ¿cuándo es con la intención de llenar vacíos interiores?, ¿puede que alguna vez nos lleve a que consumir sea una cuestión que no parezca tener fin?. Incluso a que alguna vez ni siquiera nos han dejado ver si nos hemos planteado su necesidad, su oportunidad, o si ya lo hemos convertido en un hábito.
Después de leer este cuento yo me planteo al menos unas cuantas preguntas que comparto contigo
¿Cómo es tu pozo?
¿Se parece a los que tienes alrededor? ¿lo has elegido o lo copias? ¿lo comparas?
¿Quieres tener el de otros constantemente? ¿para qué?
¿Lo has ensanchado o profundizado?
¿Qué metes en él?, ¿para qué? ¿qué es lo importante para ti?
¿Qué te gusta y satisface de tu pozo?
¿Estás dispuesto a profundizar?
¿Qué estás dispuesto a sacar para hacerlo? ¿Qué vas a invertir?
¿Qué sensación te produce?
¿Qué va a a ocurrir cuando encuentres tu propio agua?
Has pensado alguna vez,¿ cuántas de estas cosas te impiden comunicarte naturalmente con los demás?