“Haz lo que digo y no lo que hago”. Esta frase resume mucha de la filosofía que practicamos hoy en día y que pone una vez más de manifiesto que somos el producto automático de la ley del mínimo esfuerzo.
Con nuestros «consejitos» pretendemos arreglar ese mundo que luego no recibe una acción nuestra consistente en esa dirección. Todos llenamos nuestro alrededor de deberías, tendrías y todo clase de condicionamientos graciosos. Sin prestar atención a lo que de verdad mueve el mundo que es el ejemplo.
“Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera.”Albert Einstein. Y esta genialidad es mi reflexión de hoy unida al liderazgo.
Lo que a mi modo de entender hace a un líder no es que lo sea de manera innata, o que tenga muchos seguidores, o que su carisma sea desbordante. Lo que hace que un líder sea consistente, no una moda, ni un furor de unos días es que lo que hace, lo que dice y lo que piensa está en consonancia y lo demuestra en cada cuestión que lleva a cabo, en la ACCIÓN.
Cuando pensamos en a quiénes de verdad consideramos líderes, la mayoría de los que presiden organizaciones, instituciones y empresas no nos merecen esa consideración. Muchos pueden ser jefes pero no líderes. A un líder le pedimos mucho más para poder ponerlos cerca de Mandela, de Luther King , de la Madre Teresa de Calcuta. Les pedimos que sea su propia vida y sus acciones las que por sí mismas inspiren la nuestra y hagan nacer en nosotros la necesidad de crecer en esa dirección. En la de pertenecer a esta sociedad más allá de nuestros propios intereses y expectativas.
Si pensamos en alguno de los contemporáneos que algún día pueden ser considerados líderes , de repente saltan a mi mente tres interesantes figuras que para mí aportan savia nueva: el Papa Francisco, Mújica, expresidente de Uruguay y Bill Gates. En los tres casos su discurso ha sido rompedor en su ámbito, abriéndose a nuevas posibilidades en sus dedicaciones y manteniendo un compromiso social activista, simbólico y transgresor.
No se puede pedir que nos amemos los unos a los otros, excluyendo por razón de sexo, religión, estado civil, orientación sexual… por lo tanto que cada frase que el Papa utiliza vaya en un sentido de inclusión, a pesar de producir en sus cimientos movimientos sísmicos, merece más que un reconocimiento. La definición de un liderazgo transformador.
No se puede hablar de austeridad, de recortes o de abrocharse el cinturón cuando no se vive llevando a cabo ninguna acción que muestre que se es coherente. Algo que sí ha hecho por ejemplo Mújica en sus años de gobierno, al margen de estar o no de acuerdo con sus políticas, ha dedicado sus esfuerzos a que la gente viva mejor, demostrando su liderazgo con su ejemplo día a día y eso le ha hecho merecedor de ese reconocimiento dentro y fuera de su país. Destinando un 90% de su sueldo a proyectos de ayuda.
Bill Gates, presidente del gigante Microsoft, de revolucionar la industria informática y conseguir con ello una fortuna, ha pasado a destinarla a la ayuda a la cooperación al desarrollo ejerciendo el liderazgo desde los proyectos de su Fundación. Parece fácil decirlo…
Si, si seguro que a alguno ya se le ha ocurrido resaltar algún claroscuro sobre estas personas, seguro que es pos de proteger su conciencia de estos enormes empellones que el comportamiento admirable de otros nos proporciona para sacarnos de nuestro ensimismamiento y para de verdad comprobar en qué consiste ser un líder y como se gestan los grandes.
Lo único cierto es que si lo quieres ser, tendrás que aprender a hablar menos, a escuchar más y poner el foco en que todo lo que haces y sólo lo que haces porque eso es lo que habla sobre ti.
Con las palabras conmueves, con el ejemplo arrastras. No lo olvides cuestiona si lo que tu líder dice, lo hace, si no, no te dejes arrastrar.