Igual que este edificio con forma de torre, controla el tráfico aéreo en la zona del aeropuerto y sus inmediaciones y su labor es compleja, nuestra torre de control también lo es.
No sólo porque realiza un montón de análisis de variables como la aérea, sino porque hay veces que no controla lo que nos produce felicidad y paz interior, sino que nos complica la vida.
Hay al menos tres tipos de control sobre los que me gustaría reflexionar: el control sobre uno mismo, el control tuyo sobre los demás y cuando dejamos que ellos nos controlen.
En este primer post me gustaría reflexionar acerca de cuando dejamos que nos controlen. Respecto de esta variable se pueden deducir otras dos situaciones, la primera que sean personas quienes nos quieran controlar y segunda que sean los propios acontecimientos los que nos gobiernen, me referiré a esta última en el control sobre nosotros mismos.
En el caso de que sean las personas las que nos quieran controlar, podemos detectar a este tipo de personas a nuestro alrededor porque su sola presencia nos estresa, nos violenta, nos sentimos manipuladas y ni siquiera sabemos decir el porqué.
¿Reconoces la suma de muchos de estos rasgos?: constantes cambios de humor, uso de su “carácter “ con frecuencia, piensan que siempre saben lo que estás pensando, se hacen una imagen de ti que no cambian, buscan elogios, no aceptan un “no” o intentan cambiarte cuando actúas por ti mismo, critican a otros para crecerse, carecen de la habilidad de tolerar o aceptar diferencias y nunca es su culpa. Además de que tienes que ir con pies de plomo para no ofenderles o cualquier cosa que haces o dices les hace perder el control.
Muchas de estas cuestiones son el reflejo de problemas de las propias personas y tienen su raíz en cuestiones que “no vienen al coaching.” Lo principal es que una personalidad fuerte no implica que seas controladora.
Sin embargo sí que puede ser un cambio vital importante para ti, ir soltando lastre para poder tener una vida plena y feliz aceptando a cada uno como es. Aunque si la persona no lo reconoce o no entiende que necesite un cambio comienza a ser insoportable. Si tu malestar persiste a su lado, a lo mejor tú sí necesitas cambiar.
Responsabilizándonos de esto, nuestra actitud es la que podemos modificar antes de que sea demasiado tarde y puedan llegar a frenar tu desarrollo vital.
Las personas controladoras también sufren su propio estrés por querer controlar la vida de los demás y para ellas tampoco es una cuestión agradable, pero hay veces que sin ayuda externa no pueden salir del patrón.
Las verdaderas relaciones de amistad y de pareja no se crean sobre quienes tienes el control. Se busca un equilibrio entre el dar y recibir.
Si estás cerca de alguien así, primero intentar detectar si está hablando de límites o quiere controlarte.
Segundo, piensa si tras la detección, podrás seguir siendo tú, a pesar de tus lances y defender las cosas del modo en que tú las ves.
Tercero si continúa ejerciendo de controlador y no tiene planes de cambio, aléjate puede ser que cuando lo pretendas tu autoestima esté bajo mínimos.