Imagina la diferencia entre ver el mundo en blanco y negro o verlo en color. Te das cuenta de todos los matices, detalles y efectos que nos perderíamos sin esa amplitud de espectro.
Ser capaces de apreciar esas diferencias de tonalidad nos hace disfrutar mucho más del sentido de la vista, de las cosas, de la vida y sin embargo apenas reparamos en ello, lo agradecemos a diario o le damos importancia.
Esta idea es la que, por analogía, me hace reflexionar sobre la cantidad de matices que tiene la vida y sin embargo cuando nos enfrentamos a ella, la mayor parte de las veces la simplificamos con dicotomías, blanco o negro, fácil o difícil, posible o imposible, renunciando a toda una serie intermedia de grises que nos ayudarían sin duda.
Dice Og Mandino que “Todos tenemos un poder especial: la facultad de elegir.” Para que éste se desarrolle en las mejores condiciones son imprescindibles las opciones. Abre tu mente y comienza a practicar.
Puedes comprobar este proceder en todo, incluso en cuestiones con tanta trascendencia y tan variadas como la política. A la hora de elegir, lo hacemos entre dos partidos, entre dos políticas, el dogma del blanco o negro se impone de forma reduccionista.
La cuestión sobre la que quiero reflexionar hoy es cómo afecta esto en nuestra vida.
Únicamente nos molestamos en tener dos opciones para decidir, en un mundo lleno de opciones, oportunidades, con unas mentes creativas o innovadoras seguimos decidiendo entre si queremos más a papá o a mamá, siendo igual de difícil hacerlo.
Cuando las personas nos planteamos qué podemos hacer frente a algo, nos conformamos con poder elegir ente dos variables sin cuestionarnos más, sin hacer trabajar a nuestro cerebro hacia planteamientos diferentes, sin entrenarle para innovar, creyendo que simplificar nos ayudará en nuestra disyuntiva, pero no, seguramente provocarás el efecto contrario. ¿Qué te impide hacer un esfuerzo y multiplicar tus opciones de elección?
Ver, sentir y escucharte con esa multiplicidad de vías y caminos te hará estar más seguro de que si no obtienes los resultados deseados siguiendo un camino, siempre podrás parar, reflexionar y dirigirte en otra dirección. Nada es para siempre.
Dos opciones no son opciones, siempre tendremos la sensación de pérdida, es fácil practicarlo, provoca una tormenta de ideas, apúntalas y valóralas, cada una por sí misma. Aunque parezcan absurdas, inclúyelas. No te quedes en lo de siempre o seguirás produciendo los mismos resultados.
Piensa en qué opciones propondrías a otra persona sobre el asunto, en cuáles te propondría tu madre, tu padre, tu mejor amigo, tu jefe…Sube los colores a tu vida y llénala de oportunidades.
Recuerda a Stephen Covey: “Si alguien me preguntara qué tema o cuestión parece tener más impacto en la gente, qué gran idea ha resonado en el alma con más profundidad que cualquier otra, si se me preguntara qué ideal es el más práctico, más importante, más oportuno con independencia de las circunstancias, respondería enseguida, sin ninguna reserva, con la más profunda convicción, de todo corazón y con toda mi alma, que somos libres de elegir. Después de la vida misma, la facultad de elegir es nuestro mayor don.”
¿Te atreves a mejorar tu elección?
¡¡¡Buen fin de semana!!!