La corbata de Tsypras

corbata

Me hace pensar que la corbata de Tsypras parezca un tema simbólico que resuma la rebelión, la independencia y el triunfo de la libertad en un país, mientras otras cuestiones de vestimenta siguen siendo una forma de control, en otros, en pleno siglo XXI.

Este simbólico acto de no llevar corbata, que por cierto ya es norma en muchos despachos de Bruselas y de la City londinense, no veo cómo se podría traducir en una mujer.No acabo de encontrarle similitud, porque precisamente es a la mujer a la que más se le cuestiona todo lo que su vestimenta se refiere y dudo mucho que algo fuese a ser  tan simbólico cuando, a pesar de usar ya pantalones, tampoco nos sirven cualesquiera.

Si lo llevamos al extremo para observar el fenómeno, podemos referirnos a  países en los que se utiliza el burka, el nicab o el chador. Cualquiera de estas prendas en Occidente, apenas cuestionamos que atentan contra la dignidad y la libertad de las mujeres y lo condenamos. Sin embargo a renglón seguido y sin prohibirlo, escrutamos la apariencia de las mujeres que tenemos a nuestro alrededor para, a continuación etiquetarlas sin rubor hasta que conseguimos que vuelvan al redil, a lo que llaman “vestimenta formal”. Lo que no está tan claro es en qué consiste.

Mujeres que deben someterse a trajes de chaqueta uniformados que no les gustan, para tener un halo de credibilidad, porque un look más moderno o desenfadado no se lo daría. Como si los clientes no supiesen ver más allá de unas uñas negras o una camisa de animal print. “Lo asocian con la seriedad”, ya me contarán si también con la innovación o acaso ven salir de Google a alguien vestido de esa guisa.

Que distraen, dicen. Lo que distrae es tener un discurso anclado en el pasado que no permite ser creativo o configurar la vestimenta en función de la armonía y el gusto de quien lo presenta. Confundir seriedad con un trabajo profesional, frivolidad con el gusto personal y adocenamiento con la marca de la casa.

Hablarnos de nuestra marca personal para a continuación darnos un código de vestir es como declarar la libertad para hablar y luego multarnos por palabra.

La razón es que la excepción acaba siendo la regla, y quien  no cree que pueda decirle a alguien que su  gusto no es del jefe, impone uniformes para no complicarse la vida. Pero ¿por qué casi siempre a la mujeres?

Ahora parece una gran noticia que Mark Zuckerberg explique que se pone la misma camiseta gris para no tener que prestarle atención a su vestimenta y poder ocuparse de otros temas más importantes. Cuando la cuestión es que quienes se han dedicado a la informática han dejado de pasar por ese aro hace tiempo.

 Parece que quien se preocupa por la moda o  cambia algo más que sus chaquetas a lo Merkel tiene que pedir perdón o declararse menos serio o menos inteligente que quien tiene apariencia de sesudo por no prestarle atención o incluso manifestar desdén.

La industria de la moda, precisamente en nuestro país, tiene una clara e influyente representación en nuestra economía. Algo podíamos aprender para dejar de ponerle pegas a nuestras mujeres y hombres que quieren llevarla sin complejos. Dejando de cuestionar su intelecto por ello.

La moda es una forma de expresión, artística, creativa que también dice mucho de la armonía, de la creatividad y de la innovación. Y tras la corbata de Tsypras o lo low cost de otros, podíamos aprender que vestir lo que quieras no deja de ser una forma de reivindicar tu libertad. Si en otros países puede significar la diferencia entre seguir o no con vida, aquí se puede extrapolar a crecer o no en el trabajo o incluso a mantenerlo.

Si dudas sobre si debes seguir las pautas que se esperan de ti, o puedes disfrutar de tu forma de ver la vida, sin complejos, ni prejuicios a través de lo que vistes. Piénsalo.

Creo que en los últimos años nos han  engañado tantos los serios con corbata y trajes fantásticos, que prefiero el viernes casual.

Bien podíamos llevar a cabo una terapia provocadora, no pasando por el aro de lo que me debo poner, sino poniéndome lo que quiero. No seamos tan básicos y vayamos más allá de lo que suponemos que vemos. Este sentido a veces engaña.

2 comentarios en “La corbata de Tsypras

  1. En general estoy de acuerdo con el artículo.
    Aunque el mundo de la moda tiene cosas que no me gustan. Las mujeres están demasiado delgadas, por no decir anoréxicas.

    En mi caso, reconozco que a las clases de ajedrez en colegios no llevo mi chupa de plástico (cuero, de apariencia). ¿Debería o no debería? That’s the question!

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    1. Gracias Älex! la cuestión de la imposición del canon de belleza, estoy de acuerdo contigo, da para unos cuantos posts.
      pregúntate si quieres o no quieres? Quién debe decidir lo que tú te pones? Qué cambia? 😉

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