Si pensamos en esta práctica, el canibalismo, como mínimo, confluyen en nosotros varias emociones negativas, y son muchas las imágenes, sensaciones e historias desagradables que cruzan nuestra mente.
En principio lo vemos como algo lejano que no ocurre, a pesar de alguna película o serie, cerca de nosotros. Si bien es una práctica que al final muchos lo asociamos sólo con comernos a nuestros congéneres, tiene más que ver con rituales y actos religiosos que con el sostén alimenticio y es esto último lo que me hace pensar en la analogía que hace Covey de su relación con la comunicación.
Cuando interactuamos con alguien, ya sea en casa, en el trabajo o en cualquier otro lugar, en reuniones grupales o individuales podemos observar que nuestra comunicación tiene mucho que ver con la práctica de comernos a nuestros iguales. Agresiva, a la defensiva, no contribuyen a acordar sino a rivalizar.
En psicología el canibalismo responde a impulsos agresivos –orales no controlados , un acto originado por el deseo de dominación y es ese mismo deseo el que se impone en nuestras conversaciones.
Piensa si no en cuántas de nuestras conversaciones estamos a la defensiva, nos damos por aludidos y nos defendemos de críticas que creemos van dirigidas directamente hacia nosotros.
Cuántas veces cuando empiezas a hablar para pedir algo, lejos de ir al grano, comienzas por un reproche general que indispone a tu interlocutor contra ti. “ Como tú nunca estás disponible, ahora me puedes ayudar” Cómo apetece ayudar eh!
En cuántas ocasiones utilizas “ tú eres” colocándole una etiqueta a quien hablas seguida de un “ siempre” que le enjaula en ella. “ Tú que siempre estás a lo tuyo” . ¿Así pretendes que cambie?
Cuántas veces te mantienes callado en una reunión sin proponer, y de repente cuando alguien dice algo te abalanzas sobre la idea, mordiéndola hasta despedazarla sin apenas reparar en ello. Eso, ¿cómo se llama?
Todas estas interaccione están regidas por valores de supervivencia ancestrales en los que lo que hay detrás es “quienes quieren que tú caigas” y de los que te defiendes agresivamente.
“Tener la razón”, “dejar claro quién manda”, aparentar que sólo existen dos opciones “conmigo o contra mí” son caminos destructivos que minan nuestra energía, enrarecen y contaminan nuestro entorno y como el propio canibalismo, sólo son rituales, hábitos que no cubren ninguna necesidad básica humana.
Sólo siendo conscientes de que tenemos estos hábitos podemos comenzar la renovación. Hacer nuestros entornos menos agresivos, menos infructuosos y dramáticos.
La clave de este cambio, que no es nada fácil, es la escucha consciente, que va más allá del mensaje que la persona emite y que indaga en la adaptación al entorno habitual en el que ha vivido esa persona, tratando de entender qué nos quiere decir con su actitud que necesita. Seguramente cuestiones de supervivencia, salario y seguridad.
En lugar de dejarnos contaminar por ella, rindiéndonos por cansancio o falta de paciencia, podemos dilatar en el tiempo la respuesta agresiva que dejará salir al primitivo que llevamos dentro.
A veces parece un esfuerzo titánico, siempre merecerá la pena esa victoria personal que nos hará conscientes del poder que tenemos con nuestro propio autocontrol.
Para empezar siempre puedes pedir perdón.
¿Te animas a ser diferente? Yo sí . A entrenar 😉
«La comunicación, después de todo, no es tanto una cuestión de inteligencia como de confiar en los demás y aceptarlos con ideas y sentimientos, y de admitir el hecho de que son diferentes y ellos también piensan que tienen razón» Stephen Covey