
Desde que inauguramos la democracia y los Pactos de la Moncloa, se han sucedido entre partidos otro tipo de pactos con menos luz, taquígrafos y constancia. Mirar para otro lado sobre estos, ha sido una constante entre los que decidieron alimentar los nacionalismos en nuestro país a base de dádivas y prerrogativas.
Bastaba con representarles como abusones chupópteros para que en lugar de recaer el sonrojo sobre el grande, fuese sobre el pequeño, que hábilmente callado alimentaba su historia paralela. Engordando falsos mitos que arrasarían la mente de generaciones enteras.
Cada uno se mantenía en su poder con asociaciones interesadas a pesar de ser perjudiciales, al menos, para el país oficial. En campaña, se sacaba a relucir la necesidad de acabar con este supuesto chantaje con un cambio de la ley electoral y con ello, mostrar la necesidad de la mayoría absoluta para deshacerse de ellos.
Una y otra vez ha sido el juego practicado para que vías como la del 211 propuesta no estuviesen nunca en el imaginario del ciudadano. La imposibilidad de pacto de dos partidos democráticos y constitucionalistas, que dicen compartir el centro, era algo que se daba por supuesto a pesar de que eso produjese el expolio y chantaje constante.
De aquellos polvos vinieron estos lodos, puesto que a veces seguir siendo creíbles sin dar un paso más, se torna harto difícil. Asistimos desde entonces a fuegos artificiales cada vez más peligrosos y caros, con Planes y referéndums ilegales para, en una vuelta de tuerca más, incurrir en delitos debatidos, juzgados y parece que en breve, indultados.
Muy preocupados les noto ahora a algunos por la integridad territorial. Mientras, nosotros, renunciamos a nuestro poder creyendo que no tenemos ninguno.