Si alguna imagen sobre música tengo de pequeña es la de mi padre relajado escuchando música a veces a través de sus auriculares, deleitándose con los sonidos, sin hacer otra cosa…Ese barroco trufado de instrumentos o el jazz más americano siguen siendo sus favoritos de los que disfruta ahora a través de nuevas tecnologías.
Leyendo una entrevista de Tod Machover , compositor, investigador musical y Director del Departamento de Ópera del futuro del MIT, he recordado esta imagen al plantear que la música cuando puede ser terapéutica y cuando más se disfruta es cuando no se hace otra cosa más mientras se escucha. Es interesante leer sus experiencias con personas con Alzheimer y con movilidad reducida.
Eso me ha hecho pensar en los momentos en los que escucho música, cuando voy conduciendo, cuando estoy en el gimnasio, cuando leo… es cierto que en la mayoría de las ocasiones comparto este hobby con otros y ahora no me parece ni siquiera justo.
Tengo que reconocer que ningún tipo de música me es ajeno, ni desagradable, tengo a mi alrededor tal variedad de gustos, que el eclecticismo en este ámbito es algo de lo que disfruto a menudo, y comparto con Nietzche que “Sin música la vida sería un error.”
Es impresionante como traslada emociones e historias como evoca momentos de felicidad, de tristeza, de entusiasmo a través de su melodía.
“La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu” Miguel de Cervantes
Pero a partir de hoy me he propuesto buscar momentos para escucharla con atención, sin hacer otra cosa al mismo tiempo, para poder disfrutarla y sentirla de otra manera, de manera cinestésica, es decir que la experiencia sea a través de todos los sentidos, intentando ponerla incluso color. Si ha conseguido desplegar su magia hasta ahora, en mi versión multitarea, me entusiasma sólo pensar lo que puede llegar a ser.
“El entrenamiento musical es un instrumento más potente que cualquier otro porque el ritmo y la harmonía encuentran su camino en los más profundo del alma”. Platón.
Es cierto que cuando medito, ahora que combino la meditación guiada con mi propia experiencia personal, disfruto de la música en otra extensión, pero no deja de ser una determinada para este ejercicio de concentración. Ahora quiero ir más allá y concentrarme en otro tipo de música que también me agrade para vivir una nueva experiencia.
Además hace unos días en un maravilloso TED talk sobre mejorar la escucha, aprendí de Julian Treasure un nuevo concepto, saborear el “coro oculto”, con él nos propone buscar las melodías y los ritmos escondidos en todo lo que se encuentra en nuestro entorno, aludiendo incluso a electrodomésticos como la lavadora.
Hace muchos años cuando dormía “en comunidad” y oía ronquidos, mi mente comenzó a hacerlo sola y asemejaba éstos a feroces olas del mar, que inducían mi sueño junto a grandes aventuras. Ahora sé que eso no sólo fomentaba mi creatividad sino que me ayudaba a escuchar mejor, con lo cual ahora busco allá donde estoy y escucho más allá de lo obvio.
El resto del año tendréis alguna excusa con el tiempo pero ahora en verano no tenéis más que razones para hacerlo.
¿Y si empezáis este fin de semana? 😉