Ganar o perder, esa es la cuestión

win

 

Ver la vida entre estas dos posibilidades es dejar fuera de tu mundo miles de matices que enriquecen, eliminar cientos de cuestiones sobre lo que implica cada opción, en definitiva, reducir tu mundo a que una montaña rusa recoja tus emociones y se lance a kilómetros por hora por serpenteados caminos.

Cuando reparas en qué significa ganar o qué perder es cuando por fin puedes darte cuenta de que no son distintas caras de la misma moneda, sino que son perspectivas diferentes de la misma cara y entonces puedes elegir cuál ver.

Es cuando puedes  pensar que la vida está construída entorno a oportunidades de crecimiento que muchas veces, se esconden tras sucesos, en principio negativos y que el secreto está en, cómo los afrontas. Es cuando empiezas a entender, que  vivir se puede convertir en una aventura que sólo implique ganar.

Qué poco reflexionamos sobre estas cuestiones sosegadamente, en frío. Qué poco damos vueltas a cuestiones que te enfrentan con un para qué. Cuando ya no te sirve hacer ese primitivo análisis que te lleva a querer simplemente superar a otros por el hecho de dejarles atrás. En la reflexión, este objetivo se ve vacío, sin recompensa, baldío, espurio, nada atractivo.

Sin embargo cuando tu misión va más allá de ganar, siempre encuentra un aprendizaje personal cargado de empatía, para entender al otro mucho mejor, sus anhelos, sus pensamientos, sus razones y sentirte cerca.Sea cual sea la batalla que está librando.

Ya perder deja toda su fuerza, ya no se lanza contra alguien, se comparte, se reflexiona, se entiende. Se puede partir de lo común, sin ira que ciegue. Sabiéndose antes que todo personas y necesitando sobre todo escucha y comprensión.

No sé si es más difícil saber perder o saber ganar. Saber reponerse de los golpes, levantarse sin sentirse abatido, aprender y volver de nuevo o saberse ganador en posesión de una mínima cuota de protagonismo y poder, y usarla para que quienes no alcanzaron sus expectativas pueden intentarlo de nuevo sin temor a que su autoestima corra peligro, dispuesto a que le reconozcan que, al menos, no se rindió.

Si fuésemos más regulares en nuestras emociones y nuestros pensamientos fueran más potenciadores, éstos harían el trabajo para que de toda cuestión tratásemos de sacar la enseñanza que nos llevase al siguiente paso y no nos anclase en el camino.

Si conseguimos que esa euforia de ganar se traslade a ser mejores, a ayudar a los demás, a trabajar con ahínco y a progresar… Cuando las expectativas no se cumpliesen, no sería el fin del mundo, lo veríamos con mucha más normalidad, como las etapas de un viaje vital que nos ayudan a crecer. Lejos de ser algo de lo que avergonzarse, serían retos superados, medallas en nuestro haber.

Es tan difícil poder hacer esto sin ser consciente de lo que uno quiere y lo que uno hace, que, quizá cualquier día de estos podamos meditar sobre qué depende de ganar o perder y si las combinaciones de los elementos que lo hacen posible, no son suficientes posibilidades para reducir nuestro mundo a dos opciones.

Recuerda, la principal diferencia es, ¡ no rendirse!

¿Qué es para ti la vida?

madreteresa

 

Cuando cuentas el relato de tu vida qué eliges, enfocas toda tu energía en lo que te falta, en lo que no has conseguido, en lo que no te gusta y cuando acabas el resumen te has agotado o por el contrario tu resumen tiene en cuenta todo lo que has obtenido, con detalle, agradeces con entusiasmo lo que te ha dado la vida, lo que puedes disfrutar, todo lo que te acompaña a diario y compartes esa emoción con los demás.

De ti depende que tu vida te guste o la desprecies, que sepas agradecer todo lo que te ha puesto ante ti, tanto los momentos difíciles como los mejores, en los que has aprendido y en los que has disfrutado.

 

Hoy te quiero dejar este poema de Madre Teresa de Calcuta para que una vez que hayas pensado en su autora, su vida, todo lo que fue y poseyó, puedas disfrutar de la inspiración que supone que alguien desde su perspectiva te envíe este mensaje por si estás dilapidando tu tiempo en quejarte, en ser negativo, en ponerte excusas, en criticar, cotillear o juzgar.

Leelo, saboréalo, medítalo e imagina tu realidad de una manera diferente, siempre con gratitud.

LA VIDA

 

La vida es una oportunidad, aprovéchala;

la vida es belleza, admírala;

la vida es beatitud, saboréala,

la vida es un sueño, hazlo realidad.

 

La vida es un reto, afróntalo;

la vida es un juego, juégalo,

la vida es preciosa, cuídala;

la vida es riqueza, consérvala;

la vida es un misterio, descúbrelo.

 

La vida es una promesa, cúmplela;

la vida es amor, gózalo;

la vida es tristeza, supérala;

la vida es un himno, cántalo;

la vida es una tragedia, domínala.

 

La vida es aventura, vívela;

la vida es felicidad, merécela;

la vida es vida, defiéndela

 

Madre Teresa de Calcuta

 

¿Qué es la vida para ti?

¡No esperes a que sea demasiado tarde para disfrutarla!

¿ Qué excesos te afectan?

 

brujula

 

No puedo dejar pasar esta semana sin recomendaros el libro de  Augusto Cury , “El vendedor de sueños.” Hace tiempo que leí su “Padres brillantes, maestros fascinantes” y me  enamoré de la literatura de este psiquiatra brasileño, por cierto si tienes niños cerca o te interesa saber más sobre cómo acercarte a su mundo y ser su inspiración, léelo.

Hoy quiero compartir con vosotros algo que yo misma he notado en mi vida desde hace relativamente poco y que quiero transmitir a través de este pasaje del libro:

 “—Físicamente, vivimos más tiempo que en el pasado, pero la percepción del tiempo es mucho más rápida. Los meses corren, los años vuelan. Algunos están en la cumbre de su juventud psíquica, pero se miran y descubren que tienen setenta u ochenta años. Actualmente, tener ochenta años es como tener veinte. ¿A ustedes, qué excesos los han afectado? —preguntó a los oyentes.

Desconcertados, en un rapto de sinceridad, los oyentes repasaron su vida y expusieron aquello que los asfixiaba.

—Exceso de compromisos —dijeron algunos.

—Exceso de información —afirmaron otros.

—Exceso de presiones sociales, competencia, metas, cobros, necesidad de estar siempre al día —manifestaron unos cuantos.

Éramos la sociedad del exceso; incluido el exceso de locuras.

Bartolomé no se quedó atrás y también hizo su aportación.

—Exceso de bebida. —Y como nunca podía dejar a nadie fuera de un asunto, nos miró y dijo—: Exceso de ego, de pereza, de religiosidad.

Le dimos un par de pescozones cariñosos.

La gente empezó a darse cuenta de que los excesos habían invadido nuestra vida. Tenían la necesidad de comprar sueños. El hombre de labios y ojos hinchados quería vendérselos, al menos quería ofrecerles unos pocos.”

 

“—¿Qué podemos hacer para cambiar esta extraña vida saturada de tensiones? —preguntó, angustiado, un hombre de unos sesenta años.

—Recorten los excesos, aunque pierdan dinero y rebajen su estatus —contestó el maestro, lacónico y directo—. Si no quieren llegar a viejos reclamando una juventud que ya pasó, deben tener el coraje de hacer recortes. Y no hay recortes sin dolor.

Me quedé pensando. ¿Acaso él había tenido el coraje de hacer esos recortes en su vida, o sólo era uno de esos teóricos que hablan sobre lo que nunca han experimentado? ¿Puede una persona sin experiencia abrir la mente a otras personas? Él me hizo notar que el tiempo volaba para mí. Yo estaba hundido hasta el cuello en el lodo de los excesos. Exceso de clases, de preocupaciones, de pensamientos, de pesimismo, de exigencias, de dudas. Yo había creado «superbacterias» que infectaban mi psique.”

 

Hasta hace poco yo también era una persona saturada de excesos, impuestos por una dinámica de vida que sólo te hace pensar en ti, en tu tiempo disponible, en tus compromisos sociales, en tu agenda, en vivir cuántas más experiencias mejor, en tener un exceso de actividad. Esto era lo normal.

Cuando empecé a disponer de mi propio tiempo, mi vida cambió, ya no era esclava de llenar mi tiempo para buscar algo que hacer, para poderlo contar y seguir hacia otra actividad.

Hace poco leí que existe, algo que me entristeció de mis adoradas redes sociales, un trastorno al que llaman FOMO (Fear of Missing Out) “Miedo a perderse algo” que es fomentado por lo que colgamos en ellas y consiste en ver lo que están haciendo otros y lejos de ser un motivo de alegría que tus amigos estén pasándolo bien, empezar  a cuestionarte que tu vida es menos interesante. Una ansiedad social que manifiesta el miedo a la exclusión. ¿No es esto un exceso de locura?

Yo ya no deseo el mismo lunes que llegue el viernes para volver a la rueda y querer conscientemente que pasen rápido cinco días de la semana que suponen  una enorme proporción de mi vida. Ya no tengo que mostrar ni demostrar nada. Me he vencido.

Ya no tengo que castigar mi cuerpo y mi mente con largas jornadas maratonianas sentada en una silla, con el síndrome de la clase turista acechándome y acabar pagándolo, recompensándome con los más deliciosos manjares que podía o con una actividad frenética en mi tiempo de ocio.

Conseguí   introducir la meditación, la concentración, el mindfulness por ejemplo en la comida y ralenticé mi aceleración, dejé de engullir. Cuido mi cuerpo, no como el escaparate con el que debo impresionar a los demás, sino como el hogar en el que debo y deseo vivir la máxima cantidad de años, en las mejores condiciones y lo hago con la satisfacción del esfuerzo recompensado. Lo ejercito para mantenerlo a punto y lo alimento lo mejor que puedo, aún sigo dándome caprichos, pero ya no son excesos.

 Disfruto mucho más de mi familia, de mis amigos, de mis libros, de la música, de todas esas pequeñas cosas que me regala la vida cada minuto y por las que a diario agradezco vivir. Cada vez que inspiro, es una acción que me llena del momento que vivo, inspiro lo bueno que hay en todo y en todos. Sigo entrenando cada día para no retroceder.

 

Habréis oído miles de historias sobre personas que lo dejan todo, se van a vivir al campo, a la playa, son voluntarios, cooperantes, dejan sus fantásticos trabajos para poder, por fin, vivir. Estas personas son quienes no tienen miedo a perderse y desistieron de sus proyectos por los excesos.

“La vida, como apunta Cury, se extingue rápidamente en el paréntesis del tiempo”. Pactemos no insuflarle mayor aceleración.

Sé consciente y disfruta de lo que la vida pone a tu alcance en cada momento, no mires sólo al frente, amplía hacia los lados, arriba y abajo, enlentece tus días, siendo consciente de que son un regalo que no volverás a vivir. No corras.

 

¡¡Buen fin de semana!!