«Destruye el muro entre el éxito y tú «

muro

 

Una de las cuestiones por las que perdemos más oportunidades de tener éxito en nuestra aventura vital es el miedo al rechazo.

 Todas esas conversaciones que mantenemos con nosotros mismos en nuestro interior, en  las que nos preguntamos y respondemos con malos augurios e insolentes pláticas. Ésas, son las que nos hacen no tener los suficientes arrestos para conseguir aquello que queremos y construyen  un muro alrededor de nosotros.

 Cuestiones como pedir un ascenso, aumento de sueldo, más responsabilidad, conseguir feedback, vender nuestros productos, tener más clientes, más amigos, mejores relaciones,  incluso conseguir que la pareja soñada nos preste atención, se hacen imposibles porque, principalmente, la persecución de estos objetivos se circunscribe sólo y exclusivamente  a nuestra mente y es sólo ahí donde  tiene lugar.

 En nuestra mente es donde imaginamos, cual quijotes, que nuestras peticiones se convierten en grandes gigantes que nos miran amenazantes con la intención de amedrentarnos y en nuestro caso consiguen, que con la “certeza” de no poder lograrlo sigamos nuestra anodina existencia acomodándonos a lo que «nos viene dado», con el consiguiente castigo mental.

Si repasamos muchas de las historias de éxito y resiliencia  de grandes héroes cotidianos, uno de sus consejos principales es acostumbrarse a que no puedes gustar a todo el mundo,  a que las personas rechazan tu petición o tu producto por muchas otras cuestiones que no tienen que ver contigo y perseverar, hacerte fuerte y no rendirte, es el músculo que más te interesa fortalecer.

Si tú piensas por ejemplo en la última persona a la que le dijiste que no, seguramente comprobarás que apenas la conocías, que ni siquiera la escuchaste, seguro que para no tener que plantearte su propuesta o que una vez que te trasladó la oferta,  no te interesó por diferentes opciones tanto emocionales, no estabas de humor o dispuesto para esas cuestiones en ese momento, como prosaicas, no tenías dinero.

En primer lugar tendrás que trazar un plan para hacer que esas conversaciones pendientes tengan lugar fuera de ti, con la persona o personas que te interesen, dejando bien claro lo que quieres transmitir y asegurándote que la persona a quien te diriges, ha entendido lo que querías exponer.

A partir de ahí, habiendo puesto todo tu empeño, tu cuota de control sobre la respuesta disminuirá y entonces tendrás que estar preparado para cualquier respuesta, positiva o negativa o simplemente otra que no has contemplado. 

Si no eres capaz de ser resiliente y de transformar esas negativas en aprendizajes y deslindarlas de tu propia persona acabarás admitiendo que todas ellas son una colección que te recuerda tus propios fracasos y empezarás a minar tu autoestima cuestionándote a ti mismo.

 Puedo contar mi propia experiencia, cuando fruto de un aprendizaje sobre el trabajo de los voluntarios en las campañas electorales norteamericanas que iban a casa de los posibles votantes para pedirles el voto y explicarles sus propuestas, nosotros  decidimos hacerlo en nuestro municipio.

 Lo que empezó siendo una tortura mental por el miedo a que ni siquiera nos abriesen la puerta, se convirtió en un genial aprendizaje que me hizo perder el miedo al rechazo y empeñarme en lo que quiero. Siempre he pensado que el ejemplo era mi mejor aliado así que era mi responsabilidad comandar la expedición.

 Hubo quien no nos abrió la puerta, quien nos abrió y no nos atendió, quien sí lo hizo muy amablemente, que fue la gran mayoría, quien nos trasladó sus negativas opiniones sobre los políticos, quien nos culpó de todos los males de la Humanidad, pero aún así, conseguimos visitar casi 5000 hogares.

Si en el primer momento que me hubiesen dicho que no, lo hubiese dejado, me hubiese rendido, habría empezado a cuestionarme a mí misma. No hacerlo me ha permitido tener esa perspectiva ganadora que valora la perseverancia porque a lo mejor no era el momento, no estaban de humor, no tenían tiempo para eso, asumimos mensajes que no eran para nosotros, era una forma de mostrar su disconformidad con la política. Miles de cuestiones que no tenían nada que ver con lo que soy.

A partir de entonces para mí sólo cuenta no rendirme. soy consciente de que cualquier paso atrás es construir mi muro. Ahora sé que el fracaso sólo está en la mente de quien no hace nada y permanece en la mente del que tampoco aprende nada de él.

Tus gafas preferidas

gafas

Qué bien entrenamos hundirnos solitos. Dar a la opción de presentación y comenzar nuestra serie de diapositivas con imágenes, sonidos y sentimientos negativos y visionarlas una y otra vez.

Las vemos, a veces con auténtica fruición, quizá nos hemos vuelto adictos a ellas, o no somos capaces de revertir esa misma exposición con todo lo que nos hace felices y vivimos a diario.

Todo proceso, como la vida, tiene momentos en los que los resultados salen como esperábamos, otras veces que no y sin embargo de nuestra interpretación depende el resto del día o de nuestra propia vida.

“Los errores se transforman en faltas cuando los percibimos y reaccionamos a ellos incorrectamente. Las faltas se trasforman en fracasos cuando de manera continua reaccionamos a ellas incorrectamente” Kyle Rote

Este proceso que Rote describe requiere para su efectividad que tú tomes una serie de decisiones o al menos una en la clasificación de lo que puede ser una falta. Así que depende de ti, si sigue su curso o acaba convirtiéndose en un aprendizaje.

La aterradora palabra fracaso, que debía formar parte del acervo intrínseco de nuestro proceso de aprendizaje,  la estigmatizamos y con ello a las personas, condicionando potenciales brillantes futuros.

Como dijo Rice con gran sorna, “fracasar no es tan malo si se trata de un ataque al corazón”. Esto nos alerta de la importancia de la perspectiva en todo lo que vivimos. Acostumbramos a analizarlo todo con nuestros planteamientos de siempre, insistimos en resolver cuestiones con el mismo nivel de pensamiento en el que se crearon como refería Einstein.

Nada es tan grave como nuestro asustadizo cerebro lo pinta, si no, piensa en la de veces que has vivido algo anticipadamente y lo has hecho de forma que cuando el hecho se ha producido más tarde, ni era tan grave, ni tan horrible como imaginaste y sin embargo dejas con tranquilidad que todas tus células se hundan en tu estresante química, aún sabiendo que es el único cuerpo del que dispones para pasar el resto de tu vida.

Si puedes cambiar la forma en que te enfrentas a lo que denominarías fracasos en tu vida, ganarás fuerzas para ser perseverante y para llevar a buen  puerto tus metas y objetivos.

Hoy te planteo algo que, a lo mejor con tu actual nivel de pensamiento, 😉 te resulta incluso ridículo pero, lo que te pido, es lo de siempre, que lo pruebes y si no te funciona, lo descartes.

Busca unas gafas con los cristales de tu color favorito, tenlas lo más a mano posible y siempre que estés envuelto en una espiral que te agota y para la que nos encuentras salida, ponte las gafas y empieza a pensar en diferentes perspectivas como, qué haría en esta ocasión tu madre, tu padre, abuela, tu Coach, tu jefe, una persona alegre, positiva, otras personas, ponte en su lugar, con sus recursos.

Prohíbete que las razones o argumentos que des  sean negativos,  el fracaso no existe, es un aprendizaje, piensa en cuáles  puedes extraer, apúntalos  y con todo vuelve a revisar la historia.

Seguro que ya no se parece en nada. Ahora, ¡almacénala!

 

Al mal tiempo…

lluvia

 

 

¿Cuántas veces no hemos iniciado tareas, ideas, empresas o aventuras pensando en la innumerable lista de cosas que podrían salir mal? Excusándonos en todas esas cuestiones que nos alejan de nuestro objetivo, haciendo nuestro día más tedioso y temeroso.

Has pensado alguna vez en ¿qué es lo peor que podría pasar? Hay quien como Dale Carnegie, advierte de lo interesante que es ver esta faceta, pensar en todo lo que puede salir mal y asumirlo como una consecuencia más de la aventura. Esto nos hace que ya no temamos “lo peor” puesto que contamos con esto desde el principio.

 Cuando escuchas historias o lees biografías de triunfadores, algo que os recomiendo, están trufadas de fracasos, de intentos, de resultados no esperados pero también de valentía, de perseverancia, de empuje y motivación para no rendirse.

 Es  cierto que en España echo de menos este tipo de historias, parece que el fracaso lejos de ser consecuencia de arriesgar y de que cada paso es lo que te acerca a tu objetivo o te enseña como dijo el inventor “otra manera más de cómo no se hace” es una lacra vergonzante que hay que ocultar y suplir con un exceso de ego que al final pasa factura, al menos energética. Incluso de la mayoría de las carreras y empresas que se admiran desconocemos el esfuerzo, el tesón y los fracasos que las precedieron como si todo cayese del cielo.

 Si no cambias tu percepción del fracaso serás un mediocre que no tomará las decisiones necesarias para hacer de tu vida algo extraordinario, así que luego no admires a filántropos, actores, actrices, inventores, empresarios, millonarios… ellos no hicieron lo mismo que tú, mirar desde tu zona de ¿confort? y pensar en cómo sería fracasar sino en cómo va a ser ganar, cueste lo que cueste.

 Yo soy la primera que trataba de inventarse excusas para evitarlo pero he de reconocer que hace tiempo cambié mi percepción sobre el fracaso, entendí que daños colaterales son consecuencias no previstas,  maximizo las posibilidades que están en mi mano a tope, con mis recursos, sé que los resultados no previstos, son sólo esos resultados, y ya el fracaso no me amilana, ni me avergüenza, ni me para, aunque todavía sigo trabajando y entrenando el cambio del ganador: “todo me hace más fuerte y me acerca a  mi objetivo”.

Me reté presentándome a unas elecciones con un partido nuevo pudiendo seguir en uno tradicional, porque creo que el ejemplo es básico; me reté presentándome a una oposición que requería una disciplina inusitada y conseguí adaptarme. Cualquiera podría pensar que fracasé en ambas empresas,  defender mis valores, arriesgar en el proceso y asumir los resultados como posibles e integrables en mi vida me han hecho resiliente, invencible.

 Ser consciente de este pensamiento es fundamental porque te coloca en una óptima posición, en la de CEO de tu vida, tomador de decisiones, abierto al cambio, a la reinvención, a los sucesos inesperados, a ver la vida con cristales rosas, pensando que detrás de cada giro, hay otra oportunidad seguro, y que si te entretienes en lamerte las heridas o mirarte el ombligo, ni las verás, ni podrás aprovecharlas.

A partir de hoy piensa en “si tu percepción de la forma en que reaccionarías al fracaso cambiase, ¿qué tratarías de lograr?

 ¡Atrévete!

Tu fuerza mental

caricia

Si algo es básico en tu vida y puede hacer de ti una persona de éxito o alguien infinitamente desgraciado, eso es tu mente.

Tus pensamientos son lo más importante que debes cuidar puesto que ese “juez” está permanentemente instalado en tu cabeza, hablándote, analizando y mostrándote muchas cuestiones que incluso, sólo pensándolas, parecen reales.

La importancia de tu fortaleza mental y el entrenamiento que lleves a cabo para incrementarla es primordial. De manera que si comenzamos a ver qué cuestiones son sumamente importantes hay una que a mi me parece definitiva: malgastar el tiempo en darse pena a  uno mismo.

No creo que conozcas a nadie que sea fuerte mentalmente y dedique su energía a sentirse apenado por sus circunstancias. Esto que en principio parece inocuo y se hace mucho, produce unos perniciosos efectos en tu vida.

 A veces nos gusta dar o darnos pena para llamar la atención, para que las personas nos traten con más deferencia y cariño, para no exigirnos, ni que nos exijan demasiado, para justificar nuestra inacción, para llamar la atención sobre la infinidad de obstáculos a los que nos enfrentamos, para mostrar las diferencias que existen entre los demás y nosotros mismos… para un sinfín de cuestiones que parecen dejarnos más tranquilos si las hacemos notar, pero ¿realmente esto nos ayuda?

Las personas que escuchan la queja o el lamento desde fuera puede que te presten atención pero no conseguirás el efecto deseado, en muchos casos pensarán que eres alguien que prefiere ser una víctima a ver todas estas circunstancias como normales o como un reto y superarlas.

Además de esta imagen también les trasladarás que eres una persona pusilánime que hace de cualquier situación un drama y que la pereza de tener que luchar contra los avatares propios de vivir te cansan a la primera de cambio. A quién así contratarías, ayudarías, querrías como amigo, como pareja…

 La responsabilidad también parece brillar por su ausencia en ese discurso, puesto que empezar a tomar decisiones y cambiar el curso de tu vida está en tu mano y sin embargo no lo haces. Todos los días es un nuevo comienzo para todos, incluso durante este mismo día, en cada instante, hay una nueva oportunidad. La vida en muchas ocasiones no es justa pero no sólo para ti, para todos.

 La capacidad para sobreponerte a cualquier evento con un resultado contrario o diferente al que deseabas o esperabas te pondrá en una situación de ventaja con respecto a todos los demás.

 La próxima vez cuando ayudes a alguien a mantener esa situación o te lo permitas, piensa en que todas esas «caricias» y «mimitos» que te haces, pueden salirte muy caros.

Rompe con ese estado.Levántate y actúa, será tu mejor decisión.

¡Tú decides!

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Seguro que si en este momento no estáis dándole vueltas a un tema recurrente, lo habréis  hecho hace poco o en breve caeréis en ese estado. Cuando nos empeñamos en pensar en un asunto cada equis tiempo y no lo resolvemos, se convierte en una rémora en nuestras vidas y nuestro avance personal.
Si bien es cierto que vivir en el pasado produce melancolía y en el futuro desarrolla ansiedad, el presente lo valoramos poco, a veces como si tuviésemos toda la vida por delante para concluir temas. Pues lamento deciros que no, el tiempo pasa tan deprisa que la mayor parte de las personas convierte su vida en un lamento, sólo pensando en la cantidad de oportunidades y trenes que ha visto pasar sin detenerse.
Sólo se necesitan veinte segundos de coraje para decir que sí, para proponer algo, para hacer esa llamada, mandar ese mensaje, mañana será otro día y tendrá otras decisiones que tomar, no esquives las de hoy.
Comienza por no utilizar el condicional como tiempo verbal, resérvalo para lo negativo que pueda pasar, todo lo demás en presente: me gusta, lo quiero  y lo voy a hacer, sin deberes, sin excusas. El camino del fracaso y de no vivir, está lleno de buenas intenciones y de  no tomar decisiones.
Si nunca te parece el momento adecuado de tomarlas, ahí van unos científicos consejos: tómalas  después de haber tomado azúcar, la glucosa hace que tu pensamiento se vincule más a tu bienestar futuro, hazlo después de un sueño reparador, las emociones del día anterior se han mitigado y se está más despejado, la falta de sueño hace que tomemos decisiones más arriesgadas y hazlo sin pensarlo demasiado, si no te asaltarán muchas dudas y no la tomarás nunca.
Si eres de los que han dejado que los demás tomen decisiones por ti, durante mucho tiempo, al principio, porque te daba igual y después por desidia  o por no molestarte, no es tarde. A tomar decisiones se aprende, como todo, tomándolas. Empieza por las pequeñas, decide en todo, qué comer, qué comprar, qué vas a decir a tal persona, cómo vas a intervenir en la próxima reunión. Cada decisión que tomes será un paso en el refuerzo de tu capacidad de acción. Sé proactivo, no esperes a que las cosas sucedan, haz que pasen. Esto engancha y cuando lo practiques  algunas veces y veas su resultado, será difícil que vuelvas a esconderte tras alguien nunca más.
Si has tomado la decisión, no utilices la palabra “pero”, invalidará toda tu acción anterior, te desmotivará y te lanzará una excusa, para dejarlo para otro día. Tú no quieres eso, verdad? No sigas pensando en lo que no quieres, en lo que te produce dolor, en lo que quieres evitar, dirígete a lo que te produce placer, lo que quieres, con decisión. Te mereces ser feliz y capaz de comandar tu vida sin necesidad de otros.
El poder de decisión es el poder de cambiar tu vida, en cuanto comiences, no podrás parar. Aprenderás de ellas, de tus errores, de tus fracasos, serán tuyos, no de nadie más, ni influidas por otros. Son las decisiones lo que dirigen tu destino y no las circunstancias, si no, piensa en la cantidad de gente que conoces que triunfaron a pesar de sus circunstancias. Aquí tienes un video de muchos celebérrimos.
Piensa en la  frase de Hellen Keller “La vida es una atrevida aventura o no es nada” es cierta.
Si quieres comenzar tu aventura, escribe dos decisiones que vas a tomar, una muy sencilla y otra más difícil,lleva a cabo  la primera. Te aseguro que cuando la tomes, no tardarás mucho en seguir tu hoja de ruta.
Buen viaje 🙂

foto: imaginedreamid.blogspot.com.es

Elevator pitch

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En un país donde  está mal visto “venderse” porque eres un petulante o un arrogante o a ver qué te has creído, qué posibilidades tiene una persona que ha salido o no ha entrado en  el mercado laboral de poner su empresa o dedicación en marcha, si no tiene claro que el producto que vende es él mismo.

Ese orgullo español, mal entendido, que nos hace intentar disimular nuestras carencias, esconder nuestros fallos y “venirnos abajo”  a la primera de cambio, en qué nos es útil. Antes quizá cuando competíamos con nuestros iguales, en el país  y los tópicos se condensaban en los vasos comunicantes, pero ahora es un lastre, una rémora, un maleficio que cuanto más invoquemos, peor.

Cómo vamos a promocionar valores como el esfuerzo, la perseverancia, el aprendizaje contínuo, si después no sabemos trasmitirlo porque o nos da vergüenza o  hay que ser modesto, o humildes, qué necesidad de deslindar conceptos, adjetivos y perspectivas. Qué tiene que ver todo esto con proclamar a los cuatro vientos todo lo que te has ganado con tu esfuerzo, con tu trabajo, con tu tesón. Los norteamericanos dejaron atrás el concepto de Tocqueville de envidia democráctica, en el que quien despunta en el grupo es obligado por éste a volver al redil  o estigmatizado para siempre, de qué sirve igualar por abajo, de nada!!!

Quién se ocupa de prender en las jóvenes generaciones el entusiasmo de hacer de su pasión, un trabajo y de éste su sueño, su forma de vida y su triunfo. Quién? Quién nos aborrega como si viviésemos en un país en el que todos somos iguales, en régimen de escasez y con la única posibilidad es “colocarse”. Quién les enseña a nuestros pequeños que no son capaces de ser quienes ellos deseen y que por el camino se encontrarán miles de obstáculos pero también miles de soluciones. Qué hay que luchar!

Prueben  un divertido experimento cuenten su sueño a alguien, a quien le quiera escuchar  díganles que como piensa trabajar en algo que le apasiona, poniendo los cinco sentidos, con todo su  empeño y entusiasmo, seguro que no le va a faltar trabajo nunca. Que fruto de esto y gracias a su esfuerzo y tesón, cada vez podrá disponer de más ingresos  y que sin querer seguro que se vuelve  millonario  y no descarta aparecer en la revista Forbes.  La primera reacción será  de asombro o de risa, pero cuando vean su  entusiasmo y escuchen sus planes, pasarán a una segunda fase en la que al menos albergarán duda sobre su sueño y cuando se alejen  se quedarán pensando si ellos mismos no se estarán perdiendo alguna oportunidad. Y sin embargo usted estará más conectado que nunca a su  objetivo.

Pues claro! se pierden la oportunidad de buscar, de ensayar, de compartir, de probar, de soñar de pensar en grande, de vivir!!! Qué sería lo peor que nos podría ocurrir y si no soñásemos?

Claro ahora entiendo conceptos como la suerte, cuando pregunto -a quien lo argumenta como factor de desarrollo de sus carreras, o de sus logros o  de su vida,o de vidas de éxito- a qué se refiere con suerte, la gran mayoría no sabe definirla, pero tras mucho divagar concluyen con similares definiciones de azar.

Nada que ver con cuestiones fundamentales como  el carácter de la persona, con lo que ésta  trasmite o quiere transmitir, con su trabajo personal para dar la imagen que quiere de sí mismo y no la que cree que da a los demás, con los riesgos que corre y las oportunidades que busca, con la superación de miedos y la automotivación diaria. Todo esto es el azar?

Si lee libros de desarrollo personal, autoayuda o como quiera denominarlos, la mayoría de los autores,  ejemplos y testimonios de esfuerzo, son extranjeros, muchos de ellos norteamericanos. Tienen varias cosas en común, hablan de fracasos, de superación personal, de no tener más límites que los que uno se impone, del “tú sí que puedes”. Sabemos más de la vida de esfuerzo de cualquier Presidente norteamericano, de cualquier estrella de la NBA o Hollywoodiense que de nuestros propios vecinos. Es eso normal?

Aquí contar  los fracasos no ayuda, sino que avergüenza y conlleva una lacra vital que hay ocultar a toda costa, como si que saliese todo a la primera y perfecto, fuese marchamo de calidad español. Ah! pero tampoco los éxitos, no se debe hacer,  hay que disimular, no herir susceptibilidades. Hay que ser del montón, venga ya!!

El mundo ha cambiado y el cambio ha llegado para quedarse, así que si seguimos con esta promoción de valores. Nos espera un futuro “halagüeño”

Si queremos emprendedores necesitamos  personas que crean en ellas mismas, que tengan capacidades para sobreponerse, inteligentes emocionalmente, que sepan cuáles son su cualidades y dónde las han adquirido, para qué sirven y cómo se emplean. Que la vida no consiste en conseguir un “buen” trabajo, se trata de hacer de nuestros sueños una manera de vivir, en la que las horas que empleas en tu labor no sean de castigo, sino de creatividad, de imaginación, de construir, sabiendo que el recurso humano del futuro serás tú mismo y que está  lejos de mimetizarte con una empresa y pasar desapercibido dentro rezando para que no prescindan de tu servicios . Tu producto  eres tú y necesitas un plan de ventas ,ya que tus futuros clientes estarán igual en la cola del supermercado , que en la del banco o en el parque. Así que prepárate.

Un “elevator pitch” es un anglicismo para denominar un discurso de un minuto en el que te vendas, tú y/o tu proyecto.  Ya sabes cuáles son tus puntos fuertes, tu sueño… pues no pierdas el tiempo y púlelo. Te dejo una herramienta del  Harvard Business School que te ayudará.

A qué esperas?