¿Realmente?

realmente

 

Piensa unos minutos si esta palabra, “realmente” o términos como “la realidad”, son frecuentes en tu vocabulario y qué quieres decir con ellas. Cuando alguien las incluye en sus mensajes hacia ti o en sus preguntas, ¿cómo la interpretas?, ¿qué quieren decir?

Por ejemplo si digo “la realidad es que no puedes seguir haciendo esa tarea”, ¿a qué me refiero? probablemente a que yo pienso que no puedes seguir haciendo esa tarea pero, ¿qué efecto produzco en mi interlocutor, aludiendo a algo que es “real”?, ¿puede alguien cuestionarlo?, o de hecho, ¿lo cuestiona?

¿Cómo percibimos esa realidad? Además de a través de los filtros de nuestra mente y nuestros sentidos, tendremos en cuenta que nuestra biología, nuestro lenguaje, nuestra cultura, nuestra historia personal, todo ello compone, lo que de un plumazo llamamos nuestra realidad, que no es más ni menos que nuestro modelo mental y que, sin analizarlo,  elevamos a un imperativo incuestionable y aplicable a todos los demás.

Que tengamos frío o calor es una cuestión real de temperatura o cada uno tiene su umbral. Si somos expertos en materiales o en plantas en un puente o en un jardín veremos cuando miramos la misma realidad. Si acabamos de perder nuestro trabajo o hemos tenido un ascenso, valoramos igual la realidad de la situación económica. Un ordenador es realmente un avance en medio de la selva y  un rifle en medio de la ciudad. Si observas un atraco desde ambos puntos de vista de los intervinientes es realmente  la misma experiencia y la de quien observa.

 ¿Qué queremos provocar cuando nos erigimos en narradores de algo llamado realidad?

¿Qué supuestos damos por hecho que compartimos?

“En realidad” no quiere decir nada y no es un lugar común para casi nadie. El filósofo Humberto Maturana, afirma que “es un recurso retórico que llama a la obediencia, una falta de respeto que le exige al otro que abandone su modelo mental y adopte el propio.” ¿Posible? Porque » todo lo dicho es dicho por alguien?

Piensa de qué está formado tu preconsciente, es decir, cuál es el modelo mental que rige tus pasos y después echa un vistazo a tu alrededor a ver si encuentras a alguien que lo pueda haber compuesto exactamente  igual y  entonces, podréis hablar de vuestra realidad. Difícil, ¿no?

¿Sabelotodo o aprendiz?

sabelotodo

 

 

Hay dos conceptos que incluye  Fredy Kofman en su libro «Metamanagment» , » Sabelotodo» y «Aprendiz» que me han parecido  curiosos y quiero compartirlos contigo porque, seguro, van a ayudarte a  que te conozcas mejor.

Esta historia que narra te situará:

“Supongamos que un sabelotodo y un aprendiz caminan lado a lado hacia la oficina. Se larga un chaparrón que los empapa. Cuando llegan, la recepcionista les pregunta: «¿Qué pasó, por qué se mojaron?». El sabelotodo contesta «Nos sorprendió la lluvia en una zona sin resguardo»; el aprendiz, por su lado, replica «No pensé en traer paraguas». Uno se moja porque llueve y porque no tiene paraguas. El sabelotodo le echa la culpa a la lluvia, el aprendiz asume la responsabilidad de no haber tomado un paraguas. Las dos explicaciones son verdaderas, pero solo la segunda genera la posibilidad de modificar el efecto no deseado (mojarse) a pesar de las circunstancias incontrolables (la lluvia).”

Estas dos  categorías que Kofman aseguran conviven dentro de nosotros: el sabelotodo y el  aprendiz, se combinan de distintas formas en los distintos ámbitos de nuestra vida, en nuestra vida personal, familar, en el ámbito laboral.

Dice Kofman ahondando en el término que “El sabelotodo no es quien lo sabe todo. El sabelotodo es aquel que deriva su autoestima de estar en lo cierto. El sabelotodo es extremadamente frágil. Sin el reaseguro permanente de la certeza, se siente tremendamente expuesto y vulnerable. Su ego es como un cristal: duro, inflexible y quebradizo. No hay peor amenaza para él que las piedras de la incertidumbre que el mundo le arroja sin cesar.”

“Para salvaguardar su autoestima, el sabelotodo tiene que explicar los errores recurrentes sin asumir responsabilidades. Dado que él tiene siempre la solución correcta, la causa de los problemas, necesariamente, debe obedecer a algún tercero que no aplica en forma debida esa solución”

El sabelotodo da : “Explicaciones tranquilizantes” son aquellas que atribuyen exclusiva causalidad a factores que se encuentran fuera del control de quien explica. Permiten mantener la ilusión de la competencia personal frente a la realidad del fracaso. Explicaciones que llevan a cabo, como salida de emergencia,  los sabelotodo, para no sentir merma en su autoestima

“Por otro lado el Aprendiz es aquel que privilegia las explicaciones generativas. Reconoce la importancia de los factores que se encuentran fuera de su control, pero se concentra en las variables que puede modificar.

Para ser aprendiz, es necesario arraigar la autoestima en el éxito a largo plazo, más que en la gratificación inmediata de tener la razón.

El aprendiz comprende que todo resultado es consecuencia de la comparación entre un determinado desafío del entorno y su capacidad de respuesta (responsabilidad) frente a él.

Si quisiéramos expresar esto en una fórmula podríamos decir:

Resultado = Capacidad de respuesta – Desafío ambiental

Si el desafío es mayor que la capacidad, el resultado será negativo. Si la capacidad es mayor al desafío, el resultado será positivo. Para transformar un resultado negativo en uno positivo es necesario reducir el desafío ambiental o aumentar la capacidad de respuesta.”

En mi dedicación, me declaro aprendiz , y trabajo a diario aumentar mi capacidad de respuesta, sin infravalorar el desafío ambiental. Me encanta reflexionar sobre cuál es mi tendencia en otros ámbitos de mi vida para observar en qué extremo me sitúo en cada caso, conocerme mejor  y saber  cómo puedo equilibrarme.

Tú ¿te animas?