Pregúntame si me importa ser cuota

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A veces las cosas que veo, leo y ocurren, coinciden como por arte de magia, aunque visto con la lejanía del tiempo, si no buscas y te cuestionas todo constantemente, rara vez encuentras esas relaciones.

Viendo una, a mi juicio, excelente serie danesa sobre política “Borgen” pude comprobar cómo, a pesar de creer que los Países Nórdicos nos sacan varios años de ventaja en mejorar la democracia, no dejan de tener también sus tics atávicos.

Uno de los últimos capítulos que he visto, tenía como trama central la aprobación por parte del gobierno de una ley para establecer cuotas obligatorias en los Consejos de Administración de las empresas y como la empresa con más relevancia en Dinamarca, con su inflexible jefe al frente, se oponía y amenazaba con deslocalizarse si la obligaban. No haré un spoiler del capítulo pero recomiendo esta serie a todos los escépticos que no crean que se puede hacer política sin renunciar a los principios.

Para empezar me llamó la atención algo que aquí veo constantemente y me entristece y es que allí ninguna mujer se oponía, ni cuestionaba la necesidad de esta ley. Sin embargo aquí cualquier  periódico o revista que se precie lleva, para celebrar el reciente 8 De Marzo, Día de la Mujer, un debate  entre dos mujeres para escenificar el “a favor vs contra” de esta medida.

Dedicándome a la política es un debate que lleva ya años, y que desde el principio, incomprensiblemente, se partidizó, siendo patrimonio de unos, la defensa del uso de las cuotas y criticada la medida por otros, que a pesar de no “ver”  la necesidad, han ido integrando mujeres en sus listas para no perder el tren de la igualdad y recoger el rechazo de la propia sociedad.

Dirigidos siempre los partidos por hombres en su mayoría, algunos muy poco sensibilizados con el tema y cediendo a título honorario ciertos puestos a las mujeres, han ido reivindicando  año tras año, algo que ya por repetido carece de sentido “ Ojalá algún día no se tenga que celebrar este día porque hayamos conseguido la igualdad” y a continuación siguen sin ponerle remedio a la desigualdad salarial, desigual conciliación, desigual acceso al mercado laboral, a los puestos directivos…

Pero lo que más me molesta es que todavía haya mujeres que no desarrollen la suficiente empatía y seguridad en sí mismas como para no verse mermadas en absoluto en sus capacidades y en sus habilidades por el hecho de que existan cuotas para mejorar el acceso adonde naturalmente tardaríamos décadas en llegar. Acoplándose, invirtiendo toneladas de energía personal, al modo de vida impuesto desde parte de ese género  insolidario, al que no le importan los horarios, ni la conciliación.

La cuota para mí significa que tienen que poner el foco de la selección en otro colectivo distinto de al que están acostumbrados, en el que hay mujeres de sobra preparadas pero que no forman parte de su “habitual caladero”.

Sólo pensando en mis amigas, sobrinas, vecinas, congéneres  prefiero que me etiqueten como cuota y me den la oportunidad de demostrar lo que valgo y entonces pueda ser para muchas de ellas un modelo a seguir y un espejo en el que reflejarse, que renegar de este título y adoptar la postura que me aleja de este cupo sólo para poder  sostener mi autoestima  y exhibir mis medallas  de manera individual. Haciendo un flaco favor a mis iguales y a la  defensa de la igualdad de oportunidades.

 Se  imaginan a Rosa Parks que, después de no ceder su asiento a aquel blanco en el autobús,  y ser un hito en la historia, hubiese  empezado a justificarse diciendo que eso era porque era valiente y  se lo había trabajado ella  y no por ser  negra. Renegando. Absurdo ¿verdad?

Yo no quiero “dar la vuelta a la tortilla” ni que empeore la situación de los hombres. Tengo padre, hermanos, amigos, vecinos, muchísimas personas del sexo masculino a las que adoro y quiero y  un fuerte sentimiento de solidaridad con los demás y sólo deseo lo mejor para ellos.

Pienso en quienes tienen poder en esas empresas, organizaciones e instituciones y quiero invitarles a que  piensen en qué quieren  para sus hijas, sobrinas,  madres, hermanas, mujeres… yo sólo quiero que todos tengamos las mimas oportunidades. Y si para eso,  hay que darles un empujón .¡ Bienvenido sea el empujón europeo!

Lo cambios en cuestión de  género  no siempre son a mejor, lo hemos visto en algunos países del mundo árabe. Nuestras sociedades y políticas hacen que mientras aquí nacen 1,8 hijos por mujer, en las sociedades más tradicionales el porcentaje sube al 2,8%.  Alguien dijo alguna vez que “el destino es la demografía”.

¿Te importa nuestro destino?

¡Practica la empatía con nosotras, el 50% de tu mundo¡

           Yo soy cuota, ¿y tú?

foto: Rosa Parks (wikipedia)