Averigua lo que odian y tendrás un gran camino recorrido para cohesionar grupos de personas en el rencor.
Esa receta tan simple es la que parece el camino más corto para conseguir objetivos y es la que ancestralmente se viene utilizando, porque funciona, con la estrategia de la búsqueda del enemigo común.
La izquierda o la derecha, la casta para unos y las élites para otros, la ciudad o el mundo rural, el estado o las nacionalidades son las recurrentes excusas que ocultan la falta de ideas y de entender que en un mundo incierto solo cabe la suma del talento y la complementariedad de las visiones para asumir riesgos, evitar sesgos y amenazas y mejorar nuestras decisiones.
Con esas razones manidas es como, inexplicablemente, las personas llegan a dirigir gobiernos, a unir pueblos y a invadir países o instigar y comenzar guerras. ¿Fácil no?
No es nada nuevo que lo que más odiamos o menos soportamos de nosotros mismos a menudo es lo que criticamos o no soportamos en los demás por lo que Jung o Freud explican cómo proyección.
Si en nuestro “micromundo” ese efecto es tan poderoso imaginemos a gran escala, con ayuda de medios y redes bien dirigido y alimentado el poder que ese rencor puede tener en nuestra vida cotidiana.
Nos podemos obviar que necesitamos respuesta al malestar que nos produce este mundo para el que a veces parece no tenemos ninguna herramienta o control para enfrentarnos. Mostrarnos un enemigo sigue siendo el camino fácil para distraernos.
Conocernos mejor para enfrentarnos conscientemente a nuestro presente y no caer en viejas trampas será de máxima utilidad.
