Tu máquina de Pinball

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Reflexionar implica tiempo, parar, concentrarse, preguntarse, decidir, probar y finalmente cambiar si estás convencido.

En muchas ocasiones cuesta tanto tener tiempo, que la falta de él, es la excusa para no iniciarse en el proceso. No tener tiempo, no deja de significar que lo que te planteas no es una prioridad. Seguro que si te invitasen a embarcarte en un crucero gratis o ir a un concierto de tu artista favorito, el tiempo no sería una excusa.

Concentrarse.Con la cantidad de interrupciones que tenemos en nuestro día a día es difícil. Si no agendamos unos minutos para ello o hacemos el firme propósito de  concentrarnos en la tarea que estamos realizando sea la que sea comer, escribir, hablar…dejamos que nuestra mente salte de tarea a tarea y de pensamiento en pensamiento sin darnos cuenta de que afecta a nuestro rendimiento, a la correcta ejecución y por supuesto al disfrute y deleite.

Preguntarse. Uf eso no lo hacemos casi nunca y cuando lo hacemos, nos hacemos siempre las mismas preguntas, con la intención masoquista que nos hace querer olvidar esta tarea pronto. Nunca te quieres hacer esas preguntas que te harán avanzar por miedo a no saber o no querer admitir la respuesta.

Decidir. A cuántas personas preguntamos ¿y tú qué harías? Con unas cuantas pinceladas de nuestra situación aceptamos que los demás nos den su receta y a veces hasta la llevamos a la práctica sin pensar en si es lo que nosotros queremos, aunque quizá buscamos evitar tomar esa decisión o responsabilizar a otros de sus consecuencias.

Cambiar. Es de las pocas cosas  seguras en este mundo, que cambiamos. Acaso te ves igual que hace unos años, o piensas igual que entonces, sigues haciendo las mismas cosas. Te resistes a madurar o a crecer o salir de tu zona de confort.

Evitar este proceso, hace que vayas por la vida como si fueras la bola de una máquina de pinball. Que cada golpe que la “suerte” o el “azar” te da te lleva a un lugar diferente al que tú no tenías la intención de ir y sin embargo te adaptas ejerciendo el papel de víctima, en lugar de ser protagonista. Las luces te deslumbran y las persigues como si fuesen lo que quieres, hasta que un nuevo  golpe te envía de nuevo a lo desconocido y vuelta a empezar. Reconoces el lugar por el que has pasado cientos de veces pero no sabes cómo salir.

Cuando lees algo como “No esperes más, sal ahí fuera y haz que ocurra” sólo se te ocurren fenómenos paranormales para producirlo. En realidad no has tomado, ni planeado, ni decidido, cómo has llegado hasta donde estás.

Siempre podrás culpar a tus circunstancias, a tu situación económica, familiar y social  por lo que has hecho o por lo que nos has hecho en tu vida.

Siempre podrás esperarte a que tengas tiempo cuando seas mayor para entonces reflexionar y darte cuenta de que sólo te puedes lamentar de todo lo que no hiciste.

O puedes decidir tomar el protagonismo de tu vida. Coger esa energía que te da ponerte a los mandos y empezar a tomar decisiones que te vayan acercando a tu objetivo, a donde quieres ir.

Los mejores compañeros para mí en este camino han sido libros, aunque si quieres acelerar este proceso, descubrir tu potencial y encontrar tus herramientas para construir seguridad y  confianza haz como yo, únete al Coaching.

Crecer. Cambiar. Evolucionar. Descubrirme y hacer algo más, algo mejor o algo más importante es lo que me planteo cada mañana cuando me levanto.

 

Yo quiero salir de la máquina ¿y tú?

¿Qué dirán?

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Bailar dentro y fuera de una discoteca, cantar dentro y fuera de un karaoke, disfrazarte en una fiesta o vestir diferente, contar un chiste sin gracia, tocar un instrumento delante de alguien, participar en una competición, montar un negocio, una organización, hablar inglés con cualquiera, hacer todo eso que deseas y no atreves. ¿Qué importancia tiene?

El miedo al “qué dirán”, “al ridículo”, la obsesión por hacerlo perfecto, por no mostrarlo hasta que consigas que parezca que no te cuesta, que no lleva esfuerzo. La preocupación por no saber qué opinarán, o cómo juzgarán los demás nuestras acciones, movimientos, resultados, frases puede hacer que cualquiera de nosotros con su increíble potencial se quede en uno más del montón.

Me encanta ver cómo ahora todos los pequeños tienen la oportunidad de dar clases de teatro, de danza, de música y tener acceso a tener una relación fluida y normal con su cuerpo, con sus habilidades, con su desarrollo físico y mostrarlo en público, haciendo caso omiso a sus miedos, sin ese ego tan acrecentado que tenemos los demás y que nos impide no sólo ser nosotros, sino ser felices.

Si para algo es necesario librase de esto es para ser emprendedor, da igual si es en política, en la empresa, en tu barrio o en tu grupo de amigos. Ser capaz de entender que, complacer a todo el mundo es un planteamiento básico de la infelicidad y que no tiene que ver con éxito, es fundamental.

Pensar y reconocer que muchos de los que hoy son gurús en sus áreas de desarrollo, a alguien le parecieron no dignos de mención, de empleo o de tener en cuenta en su día, puede que te haga plantearte dos vertientes, una la fácil, la que afirma que tuvieron suerte, de manera que le quitas todo protagonismo a la persona y dos, la que sabe que son muy pocos los que soportan la presión de tener que luchar, recabar durante algún tiempo resultados no queridos, los que perseveran a pesar de lo que opinen los demás, quienes que no arriesgan y viven a expensas del azar.

¿Son esos que te juzgan y critican quienes te van a ayudar a triunfar?, ¿son ellos los que pueden estar orgullosos de su legado?. ¿son ellos los depositarios de tu felicidad y tu confianza, en quienes piensas cuando decides rendirte?

¿Qué es lo peor que podría pasar si los resultados no son los que esperas?, ¿qué problema tienes con revisar, analizar, modificar y seguir?, ¿prefieres ser del montón?, ¿rendirte?

Hace tiempo que reflexiono sobre las diferencias que existen entre nuestro espíritu emprendedor y el de los países que son punteros en esto. Mientras nosotros pensamos en el “qué dirán”, ellos ya están en el “mira cómo lo hago”.

Minimizar en espacio y tiempo que existe entre lo que pensamos y su puesta en marcha, dividiéndolo en pequeñas tareas diarias factibles, marca la diferencia.

Cuanto más tiempo transcurra, más testigos y vigilantes imaginarios tendremos, más excusas que razones, además escucharemos, seguro ampliado, a aquellos que nos desaniman por encima de quienes nos alientan. Haciendo de nuestra simple tarea una épica hazaña.

¿Qué dirán?.¡Y a quién le importa!

Serán ellos felices por ti, vivirán y llevarán a cabo tu sueños por ti, se divertirán y reirán por ti también.

¿Cuántas cosas estás dejando de hacer por lo que digan de ti?
¿Cuántas experiencias te quieres perder por poner todo tu confianza y tu seguridad en el exterior?

¿Qué es lo peor que puede pasar, que se rían, que murmuren? ¿ y si no lo haces evitarás de cualquier forma todo esto?

Da un paso al frente y empieza a reírte tú de ti mismo, así no te sorprenderá que otros se sumen.

Si dicen que digan, por cierto, ¿Quiénes?

¿Qué hay en tu caja de herramientas?

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Al principio creí que era por mi falta de conocimientos sobre la  Administración de Empresas, después que se debía a mi inexperiencia en el mundo de los negocios pero cuando indagué sobre tarifas, precios y servicios supe que la cuestión no estaba fuera de mi, en lo prosaico, sino en mi relación con el dinero y tras este descubrimiento comencé a plantearme otras muchas cosas.

Le agradezco la ayuda en especial a una persona que, cuando yo me debatía en estos planteamientos de mis comienzos, con sólo una reflexión me subió hasta el último piso en ascensor: “Tú te dedicas a esto para ganar dinero, ¿no?”. Yo me planteaba otros caminos muy diferentes. Mas tarde me di cuenta que estas cuestiones derivaban  de mis patrones  sobre el dinero y ella me abrió los ojos sobre lo que significa dedicarte profesionalmente a tu pasión. A día de hoy ya he respondido muchas veces a esta pregunta con un sí rotundo cuando me embarco en otro proyecto y lo expongo, sin sonrojo, como uno de mis objetivos.

Lo cierto es que nunca había reparado en ello pero todas mis creencias acerca del trabajo estaban vinculadas al esfuerzo en demasía, tener que hacer un montón de cosas por las que estaba segura de que debía cobrar , madrugar, estar horas y horas en el trabajo, obedecer instrucciones, pero nunca piensas en dedicarte a algo que te apasione tanto que, si no tuvieses que subsistir, lo harías seguramente gratis.

Por otra parte, sí que había comprobado que lo gratis, la mayoría de las personas, no es que no lo valoren por el mero hecho de no costar dinero, pero como no se traduce en una ganancia o pérdida económica en su bolsillo, no tienen ninguna responsabilidad sobre ellas y no las tienen en cuenta entre sus prioridades y  eso hace que no se esfuercen por conseguirlas. Yo he de reconocer por el contrario, que muchas de las  cuestiones que han influido decisivamente en mi vida, no he tenido que pagar por ellas y por eso las valoro, igual o más que si fueran dinero.

Muchas han sido las veces que después de esta experiencia, he ayudado a otras personas a encontrar su valor, tanto económico como personal, a diferenciarlo, a no mezclarlos y a tener una sana y saludable relación con el dinero y el valor de su trabajo.

La mayoría pensamos que el éxito en los negocios depende de nuestras aptitudes o conocimientos empresariales o de la oportunidad que te brinda el mercado, pero si realmente reflexionas sobre lo que para ti supone el dinero, con qué cuestiones lo asocias y creencias tienes sobre él, te darás cuenta de que se hereda algo más que la genética y que influye tanto o más que ésta.

Si tu patrón por ejemplo es de gasto o de ahorro influirá en ti, en tu negocio, en tus socios familiares o empresariales. Si crees que se debe reinvertir, gastar. Si crees que el dinero llega fácilmente o hay que luchar para conseguirlo. Si te estancas en un negocio o en una inversión o saltas de uno a otro.Todos estos pensamientos y otros muchos más te condicionan en tu desarrollo y éxito.

Puedes probar todo lo que quieras, desarrollar más conocimientos técnicos, empezar por un precio bajo y subir, viceversa. Pero sin una buena caja de herramientas interior, nunca podrás abarcar grandes sumas de dinero porque lo que tendrás será miedo. Paradójicamente, si sentías miedo cuando no lo tenías, ahora tendrás más,  porque esa seguridad que buscas, no puede estar en el dinero, trabajarla dentro de ti, será tu mejor inversión.

Obsérvate a ti mismo, sé consciente, observa tus pensamientos, tus miedos, tus creencias, tus hábitos, tus acciones e inacciones y  piensa qué necesitas en tu caja de herramientas.

 

Si no sabes ponerte precio, ¿vas a hacer siempre todo gratis?

foto: agrega.educacion