Tu manual de instrucciones

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“Si sigues a la multitud, el lugar donde llegarás será  a la salida”. No sé exactamente dónde encontré o leí esa máxima pero le agradezco al internauta que la colgó por lo que me ha inspirado.

Precisamente a raíz de mi lectura del libro “David y Goliat” de Malcom Gladwell, mis perspectivas se han ampliado considerablemente, si cabe. Si ya antes me cuestionaba todo lo que las personas asumimos como estándares o lo normal, ahora han pasado a formar parte de la clasificación de posibles fortalezas. De mí depende todo.

Si yo creo que mi timidez es un defecto, y juega en mi contra, partiré en la carrera desde posiciones negativas, por lo que tendré que trabajar el doble para llegar al mismo nivel. Además pensaré que este sobreesfuerzo me va a agotar e incluso puedo dejar la carrera antes de tiempo. Sin embargo lo veo como una necesidad de introspección para mejorar e innovar desde una reflexión más profunda, o creo que el sobreesfuerzo me hará fajarme en habilidades mejores y desarrollará otras, no sólo partiré de posiciones positivas sino que mi predisposición será la idónea para ganar. Y,¿ de quién depende esto?

En muchas ocasiones la mayoría de las personas consideramos debilidades nuestraa características personales que no casan con la media, o lo que se suponen que es lo bueno, o lo normal, o lo deseable… pero ¿quién realmente es quién decide esto?, ¿cuáles son las idóneas realmente? Si yo utilizo una supuesta debilidad como mi fortaleza, ¿qué es lo que va a ser?

Además también en la mayor parte de los casos, lejos de fortalecer cuestiones que nos espolean, nos retan, en las que somos buenos, las que nos apasionan, nos dejamos atribular por los demás poniéndonos en cuestión constantemente, comparándonos, dudando de nuestras posibilidades. Si partiendo de esto, del sentido positivo, seríamos excelentes, preferimos ceñirnos a la media, entrenando para ser mediocres en lo que no nos gusta porque es “lo que hay que hacer o creer”.

No sólo ocurre en el trabajo o con nuestras habilidades para éste, sino que en las relaciones humanas y sobre todo en las parejas también hacemos lo mismo, empeñarnos en caber en modelos estructurados por los demás, sin cuestionarnos sin ello nos hace felices. La vida es para disfrutarla a cada momento y viene sin libro de instrucciones, si utilizas el de otros, corres el riesgo de perderte lo que tus propias decisiones, metas y deseos harán de ella y por el contrario intentarás emular a otros, sin ver la realidad íntegramente, fingiendo una vida que no has elegido.

 Recuerda el aforismo chino: “El talento crece en la medida de la fuerza personal. El carácter se hace firme en la decisión”

No conozco ninguna historia de innovación o de creatividad conseguida  desde  los estereotipos o de los modelos establecidos, salirse de las normas, defender otros criterios, planteamientos y creer en ellos, te harán más fuerte.

Si te estancas en lo que supones tus puntos flacos, los denominas debilidades cayendo en la trampa del lenguaje y te lo crees, estás perdido. Sin embargo, si empiezas a pensar cómo esas cuestiones pueden jugar en a tu favor habrás emprendido el camino hacia tu éxito.: Encontrarte.

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¿Cuál es tu león?

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Estaba leyendo la importancia de la salud física positiva y cómo influye la biología del optimismo cuando este cuento cayó en mis manos.

LOS TRES LEONES
En la selva vivían tres leones. Un día, el mono, representante electo por los animales, convocó a una reunión a todos los habitantes de la selva, para poder tomar una decisión. Y les dijo:
– Todos nosotros sabemos que el león es el rey de los animales, pero frente a un problema o de tener que tomar una decisión, podemos no saber a quién dirigirnos.  Existen tres leones y los tres son muy fuertes. ¿A cuál de ellos debemos rendir obediencia?  ¿Cuál de ellos deberá ser  nuestro rey?
Los leones supieron de la reunión que se estaba realizando y comentaron entre sí:
– Es verdad, la preocupación de los animales tiene mucho sentido. Una selva no puede tener tres reyes.  Luchar entre nosotros no queremos, ya que somos muy amigos… Necesitamos saber cuál será el elegido, pero, ¿cómo descubrirlo?
Los animales que participaban en la reunión, después de mucho deliberar, llegaron a una decisión y se la comunicaron a los tres leones:
– Encontramos una solución muy simple para el problema, y decidimos que ustedes tres van a escalar la montaña Difícil – dijo el mono.  – El que llegue primero a la cima, será consagrado nuestro rey – dijo el ciervo.
La montaña Difícil era la más alta de toda la selva. El desafío fue aceptado y todos los animales se reunieron al pie de la montaña para asistir la gran escalada. El primer león intentó escalar y no pudo llegar. El segundo empezó con todas las ganas, pero, también fue derrotado. El tercer león tampoco lo pudo conseguir y bajó derrotado. Los animales estaban impacientes y curiosos; si los tres fueron derrotados, ¿cómo elegirían un rey?
En este momento, un águila, grande en edad y en sabiduría, pidió la palabra:
– ¡Yo sé quién debe ser el rey!
Todos los animales hicieron silencio y la miraron con gran expectativa.
– ¿Cómo?, preguntaron todos.
– Es simple… dijo el águila.  Yo estaba volando bien cerca de ellos y cuando volvían derrotados en su escalada por la montaña Difícil, escuché lo que cada uno dijo a la Montaña.  El primer león dijo :   ”¡Montaña, me has vencido!”. El segundo león dijo : “¡Montaña, me has vencido!”. El tercer león dijo: ” ¡Montaña, me has vencido, por ahora!  Pero ya llegaste a tu tamaño final, y yo todavía estoy creciendo.”

La diferencia, completó el águila, es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor cuando sintió la derrota en aquel momento, pero no desistió, y para quien piensa así, su persona es más grande que su problema.
Si él es el rey de sí mismo, está preparado para ser el rey de los demás. Los animales aplaudieron con entusiasmo al tercer león que fue coronado El Rey de los Animales.

Me ha hecho reflexionar sobre muchos temas: el liderazgo, el fracaso, las distintas perspectivas que tienen los temas…

Pero sobre todo me llamó la atención cómo se dibujaba una posible relación entre el texto y el concepto de indefensión aprendida “quienes se han visto indefensos en circunstancias perjudiciales luego se vuelven pasivos y se dan por vencidos en situaciones adversas”.

Es cierto que esta indefensión sería, en el caso de los dos primeros leones, una experiencia que presupongo, pero me gusta ver esa perspectiva por varias razones, primero porque son  leones, los  Reyes de la Selva, de ellos nadie lo esperaría, y eso atañe a las apariencias y como a muchas personas que mantienen su imagen de dureza y fortaleza a pesar de su salud y de que su interior está pidiendo a gritos mostrar su vulnerabilidad para poder cerrar esa brecha.

Sin embargo hay quienes no reaccionan así a las circunstancias perjudiciales y son capaces de superarlas, ¿qué es lo que le ocurre? Como explica Seligman, “descubrimos que las personas que creen que los motivos de los contratiempos son temporales y variables no se tornan indefensas con facilidad en el laboratorio […]Le llamamos optimistas. Por el contrario, quienes suelen pensar “durará para siempre, trastocará todo y no puedo hacer nada al respecto” se vuelven indefensos con facilidad en el laboratorio. No se recuperan de los reveses y se llevan los problemas conyugales al trabajo. Les llamamos pesimistas.»

 

Me gusta pensar en cómo la visión del águila que consigue despegarse de la situación con una perspectiva más amplia consigue ver que el optimismo del tercer león es el que el grupo necesita y les será más útil. El dominio fortalece a la persona,  ya que está demostrado que los pesimistas “se deprimen con más facilidad, rinden menos en el trabajo, en clase, en los deportes y en sus relaciones son más inestables”. Además de influir en las enfermedades que padecen.

Al final Churchill tenía razón cuando dijo: “»Soy optimista. No parece muy útil ser otra cosa».

¿Ofreces resistencia?

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Si has tenido la posibilidad de ser agente del cambio en alguna organización,  seguro que has pasado por diferentes etapas que pueden ubicarse más o menos en: la emoción y el entusiasmo inicial del cambio, pensando en cómo va  a tener lugar, la desesperación cuando no todo el mundo se ilusiona con el proyecto, la impotencia cuando el cambio es mucho más lento de lo que pensabas y la melancolía cuando has llegado a tu tope de energía, esfuerzo y esperanza y no has conseguido los mínimos que esperabas.

A pesar de que habrás puesto mucho empeño y bastante de ti mismo, el cambio en muchas ocasiones no lo vemos como  un trabajo fácil aunque lo que realmente hacemos es complicarlo  en exceso, cuando no estamos dispuestos a ver las diferentes perspectivas de los implicados en él. Lo que a ti te puede parecer que es ideal puede no ser visto con el mismo entusiasmo por otros actores, qué,¿ por qué? Piensa en cuando tú estabas al otro lado, ¿lo recuerdas?

Observar y tener en cuenta estas resistencias desde el principio te puede dar muchas pistas, el propio lenguaje corporal de las personas en las reuniones puede alertarte de quienes no sólo no se encuentran cómodos con el cambio, sino que ofrecerán resistencia.

Algunos porque creen que no se enteraron de la forma adecuada o no se les tuvo en cuenta, otros porque creen fruto del miedo que no se adaptarán a las nuevas habilidades requeridas sobre aplicaciones o programas informáticos y otros porque sacarles de las zonas de confort será una ardua tarea, pero en otros casos también puede deberse a que ese cambio ha sido anunciado por muchos gerentes y managers en muchas ocasiones y nunca llevado a cabo por lo tanto el depósito de entusiasmo en el proyecto es directamente proporcional a su confianza en él.

Antes de que te rindas, te enfades o decidas hacerlo solo, piensa que emplear más esfuerzo al inicio te puede proporcionar grandes réditos. Identificar muchas de estas cuestiones y referirlas con soluciones y propuestas para generar confianza será uno de los puntos clave.

Algunos de los pasos que puedes emplear en ese Plan de esfuerzo inicial son:

  • Conversa: una vez que hayas detectado las resistencias más fuertes, investiga sobre ellas. Escúchales, manten conversaciones abiertas en las que puedan expresar todas las susceptibilidades que les proporciona el proceso.
  • Insiste amablemente: trata de entender su situación, empatiza con la persona, comprendiendo sus puntos de vista y desconectando sus creencias negativas.
  • Arráncale un pequeño compromiso: cualquier paso por insignificante que te parezca será estar más cerca del objetivo. Investiga sobre sus motivaciones con la mente abierta, sin dar por hecho o asumir que tiene las mismas que tú.
  • Agradece: tanto la conversación contigo, como la confianza y la participación.
  • Mantente cerca: celebra sus logros y anímale a seguir conquistando sus miedos.
«Las cosas no cambian; cambiamos nosotros» Henry David Thoreau 
Así que ya sabes, ¡si tú cambias, todo cambia!
Fuente: «Overcoming resistance» Mary Jo Asmus

¿Cómo quién?

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Hoy me gustaría plantearte una reflexión con este cuento «Las dos vasijas» de Jorge Bucay, en primer lugar me gustaría que lo leyeses con atención y sacases tus propias conclusiones sobre qué te sugiere el texto, para más tarde adentrarte en mi perspectiva y poder valorar si es la misma, si es diferente, si te añade algo nuevo.

Además de esta propuesta, quiero que seas consciente de que mi reflexión se basa en cómo yo he interiorizado experiencias y en cómo las relaciono con mis recursos, para que la próxima vez que oigas a alguien, hablar sobre algo, sobre lo que ya tienes una opinión, abras tu mente a los matices que pueden enriquecer tu pensamiento y evalúes de nuevo tu creencia. Utiliza tu mente para pensar.

«Un aguador de la India tenia sólo dos grandes vasijas que colgaba en los extremos de un palo y que llevaba sobre los hombros. Una tenía varias grietas por las que se escapaba el agua, de modo que al final del camino sólo conservaba la mitad, mientras que la otra era perfecta y mantenía intacto su contenido.Esto sucedía diariamente.

La vasija sin grietas estaba muy orgullosa de sus logros pues se sabía idónea para los fines que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba avergonzada de su propia imperfección y de no poder cumplir correctamente su cometido.

Así que al cabo de dos años le dijo: Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir por tu trabajo

El aguador le contestó: » Cuando regresemos a casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino «Así lo hizo la tinaja y, en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo de la vereda; pero siguió sintiéndose apenada porque al final sólo guardaba dentro de sí la mitad del agua del principio.

El aguador le dijo entonces: » ¿ Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino ? » Quise sacar el lado positivo de tus grietas y sembré semillas de flores. Todos los días las has regado y durante dos años yo he podido recogerlas.

Si no fueras exactamente como eres, con tu capacidad y tus limitaciones, no hubiera sido posible crear esa belleza. Todos somos vasijas agrietadas por alguna parte, pero siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.»

Te invito a que dediques unos minutos a escribir lo que te sugiere…

Me interesan, los efectos y el proceso de la comparación. Cada uno tenemos unas habilidades y capacidades, innatas y  entrenadas, diferentes y sin embargo, nos amargamos comparándonos, pero no en todo, puesto que la mayoría de las veces nos falta mucha información y sólo nos podemos basar en lo que percibimos sensorialmente,  que es un alterado pequeño porcentaje. Pero aún así acabamos poniendo el foco, en lo que se suponen nuestras «debilidades», en lugar de partir de nuestras fortalezas, para darle una oportuna vuelta  a esa perjudicial perspectiva. 

Dudar de nosotros mismos nos hace que baje nuestra autoestima y que cada vez tengamos menos fe en nuestras posibilidades. A veces se produce de manera tan simple como escuchando hablar a alguien que no tiene miedo a destacar  sus puntos fuertes y nosotros, en lugar de llevar la conversación a nuestro terreno, caemos en sus garras, hablando de sus fortalezas y en su análisis, sin recordar en lo que nosotros somos buenos, destrozando así en minutos, todo lo construido en años.

Algunos tienen la suerte de encontrar en el camino a aquellos que ven y apuestan por su potencial, personas que no necesitan sobresalir por encima de otros para brillar, sino que sacan lo mejor de nosotros mismos y refuerzan nuestra confianza haciéndonos capaces de obviar  todas las limitaciones que nos hemos impuesto. Si no lo has encontrado todavía, sigue buscando, conoce gente nueva «que tire de ti, no que te tire a ti».

Empezar a tener una visión positiva de ti mismo, de tu belleza, comienza con un diálogo interior sincero, con cariño, al margen de las exigencias, referencias y cuestionamientos externos.

Tú también eres capaz de hacer cosas extraordinarias, solo necesitas volver a creer en ti.

Fotograma: jamesonnotodofilmfest

¿Ordenas o enseñas?

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Desde que entramos en contacto con el mundo, apenas recibimos otra cosa que órdenes.

Tu relación con tus padres cuando eras pequeño, se debatía entre “haz esto” y “no hagas lo otro”. Más tarde cuando fuiste al colegio este sistema continuó, entonces eran tus maestros los que te ordenaban, hasta que más tarde llegaste a tu trabajo y ya fuese en el ejército, en una oficina o en cualquier otro lugar ,las órdenes eran las frases que más has escuchado durante años.

Seguramente cuando tengas hijos, seas maestro, jefe u ocupes una posición que relaciones con la autoridad tu automatismo será éste y no otro, las órdenes.

Ahora quiero que pienses en los día más agradables de tu vida pasados en estos ambientes, en los que más aprendiste, en los que de verdad te impactaron, seguramente fueron experimentos, descubrimientos que hjiciste por tu cuenta y no fruto de estás órdenes, los que más te cautivaron.

Las órdenes guardan en sí mismas una paradoja, son relativamente fáciles de dar, se pueden especificar tanto que se puede dejar a la persona sin iniciativa y con poca variabilidad en el comportamiento y así creer controlar el resultado al máximo, pero seguramente en la siguiente ocasión requerirá una orden de las mismas características para poder llegar al mismo objetivo, no hay avance.

¿Quiere esto decir que no se aprende nada? No exactamente, pero hay muchas cuestiones que se pierden el proceso, una de ellas es la responsabilidad y la iniciativa durante el mismo, que la orden sea tan detallada deja escaso espacio a la innovación, a la propuesta y a sentir que se confía en alguien y además como ya arrojó el viejo estudio de IBM las mejores bazas del aprendizaje para recordar,  consisten, no sólo en decirlo sino en mostrarlo y experimentarlo, es decir, que cuanto más pensamiento propio lleve la acción, mejor se recordará y más se aprenderá.

Es cierto que para poder cambiar esta forma de dirigir, se necesita tiempo y esto es un lujo en muchos trabajos, pero si los managers siempre se dedican a lo urgente y no creen que invertir en la autonomía del trabajador es importante, habrá poco que hacer.

Acostumbrarse a mandar puede tener alguna que otra  intención  positiva para el manager, la falsa sensación de control, que las cosas se hagan más rápido, que se hagan según su conocimiento y que su figura se vuelva imprescindible en la organización aunque éstas tengan su parte negativa y es que nadie moverá un dedo sin su aquiescencia, ni planteará una solución o una respuesta. El resentimiento y la baja productividad serán los  seguros resultados de un comportamiento así, con lo que la siguiente queja del manager será hacia la poca iniciativa, responsabilidad y ambición de sus empleados, pero ¿quién patrocina esto?

Siempre se pueden cambiar estos tics y producir el efecto deseado, pero exige el entrenamiento de las cualidades más altas del gerente respecto de la empatía, el interés en los demás y una disposición a cambiar el enfoque con el que trabaja con el personal.

El  único obstáculo interno y universal, como  asegura John Witmore, descrito con diferentes términos es el miedo al fracaso, la falta de confianza, la duda sobre uno mismo y la creencia de autoestima.

Ninguno hemos nacido con el conocimiento ni técnico, ni sobre las personas para  dirigir compañías, grupos y organizaciones. Si nuestros estudios avalan los conocimientos técnicos, ¿cómo podemos hacer lo mismo con las personas? Podemos seguir la fórmula de la prueba-error y el camino difícil o podemos optar por trabajar y entrenar  todas estas cuestiones en nosotros mismos, puesto que tenemos los recursos y luego ponerlos en marcha en nuestros puestos. El fortalecimiento de la autoestima de nuestro empleados, el hacerles creer en ellos mismos y en que su esfuerzo tendrá una recompensa, pueden obrar la magia en tu lugar de trabajo.

Quienes se hayan sometido como CEOs , gerentes, managers o jefes a un proceso de coaching y reconozcan su éxito sabrán de lo que estoy hablando, quienes todavía no hayan oído hablar de ello, les ruego que se informen y quienes lo estén pensando decídanse ya, usted y sus empleados se lo merecen.

Tu huella positiva

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¿En qué nos ayuda tomarnos demasiado en serio la vida?

Parece que en determinados momentos, sobre algunos temas y dependiendo de con quién estés y  lo que hagas, la vida debe tomarse a palo seco, con seriedad, sin sentido del humor.

Cada paso parece ser tan trascendental y todo tan serio que cualquier atisbo de sorna o chanza se señala como algo extemporáneo, irresponsable y a erradicar.

Quiero compartir a modo de ejemplo  mi experiencia , lo que años de dedicación política seria, en busca de la justicia, hicieron conmigo y con mi entorno.

Desde que recuerdo, siempre mi comunidad y mi alrededor han sido para mí, una preocupación constante. El cambio y el progreso, una obsesión por colaborar en conseguir un mundo cada vez mejor para más personas. Si el fin era y sigue siendo loable lo que ahora, con el tiempo vislumbré, no tan adecuado, fue el método.

Con mis años de ciencia conseguí dar demasiada importancia a los datos y a los números, que pensé como reza el Principito ”gustaban a los mayores”. Porcentajes, comparaciones, reglas, progresiones, de todo para intentar hacer ver a los demás si todo en lo que invertían y adeudaban era digno de tal esfuerzo económico. Conseguí agotar mi vital visión optimista.

Con la justicia como uno de los valores principales en mi escala y haciéndolo erróneamente depender en gran parte de mí, la lucha era diaria, intestina, agotadora y fútil.

Todo mi esfuerzo en presentar un panorama sistémico y relacionado con todo tipo de argumentos, era entendido como un tótum revolútum que según quién, había que abordar fragmentado, “como se había hecho siempre”. Nunca llegué a entender cómo se puede hacer tal cosa y después argüir “daños colaterales”.

Recordando todos mis desvelos por conseguir el cambio empujando con mis datos desde fuera, ahora creo que si no me hubiese tomado todo tan en serio y hubiese conseguido no escorar, por mi impotencia, mi sentido del humor, hubiese conseguido más.

Mis descripciones apocalípticas trufadas de datos, que por desgracia se han hecho realidad, no conseguían más resultado que el rechazo frontal de las personas. Leyendo a Goleman he descubierto el porqué.

“Centrarnos en lo negativo desemboca en el desaliento y la falta de compromiso. Y es que en el momento en que se ponen en marcha los centros neuronales que se ocupan del estrés, nuestro centro de interés pasa a ser el mismo estrés y el modo de aliviarlo”

Realmente necesitaba un cambio de visión de 180·, una visión más positiva, que ilusionase, en aquellos momentos creo que era incapaz de hacerlo. Esto que yo viví hace años ahora compruebo que lo experimentan muchas más personas.

Esta sensación negativa que consigue captar tu atención permanentemente tiene un valor motivado limitado puesto que  lo primero que persigue la mente es el modo de cambiar ese estado y se acaba ignorando. Produciendo el efecto contrario.

“La negatividad-explica Goleman- circunscribe nuestra atención a un rango muy limitado, aquello que nos perturba”. De hecho afirma que la mejor receta para la depresión consiste en centrar la atención en los aspectos negativos de la experiencia.

Pero no sólo conseguí hacerme eso a mí misma, cerrando  mi mente a las nuevas oportunidades y soluciones, sino que a base de debatir y pensar y repensar conseguí trasladarlo a mi entorno, haciendo crecer en ellos el sentimiento de que si no se preocupaban y compartían mi visión, estaban haciendo un flaco favor a la sociedad.

Años después he descubierto que “las emociones positivas abren el foco de la atención, permitiéndonos  captarlo todo. Es cierto que cuando contemplamos las cosas con una actitud positiva, nuestra percepción cambia”. Incluso como asegura la psicóloga Bárbara Fredickson “cuando nos sentimos bien nuestra conciencia se expande desde nuestro foco egocéntrico habitual, centrado en el  “mí”, hasta un foco más inclusivo y cordial centrado en el “nosotros”.

A partir de entonces pude resetearme de nuevo, volver a cargar mis programas de serie, mi pasión por las personas y mi creencia en que todos podemos ser y hacer cosas extraordinarias. Comprendí la importancia de centrarme en las fortalezas de las personas, de los temas, de todo y avanzar desde allí.

Movilizando nuevas ideas, planes, personas. Alentando la práctica y el aprendizaje conseguí en poco tiempo estar en forma de nuevo. Entiendo que la supervivencia pasa por tener en cuenta lo negativo pero ahora las proporciones entre esto y lo positivo están en mí,  mucho más equilibradas.

Si yo lo he conseguido, tú también  puedes.

¿Quieres comenzar tu viaje?

Tu lista de negociar

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Negociar, si consideramos nuestra acepción  la que afirma “tratar asuntos públicos y privados procurando su mejor logro”. Has pensado en la cantidad de veces que debes  hacerlo en los distintos ámbitos que componen tu vida, en cómo lo haces, y en si llegas a estar satisfecho y conseguir tu objetivo.

Quizá lo hayas estado intentando sin seguir una estrategia que te dé unos réditos mejores. A lo mejor no acabas de caer en qué hiciste aquella vez que te fue tan bien. Hoy te propongo que tengas en cuenta algunas cuestiones que seguro te ayudarán.

En muchas ocasiones cuando vamos a una negociación nos obsesionamos tanto con nuestros resultados óptimos o con lo que queremos, que acabamos no prestando atención a algunos detalles que harán de ella un éxito o un fracaso. Si quieres no perder detalle lleva una lista.

Incluye:

Todos tus sentidos deben estar perfectamente alertas para no perderte detalle, todo lo que ves, oyes y sientes forma parte de la negociación.Apúntalo. Al final te ayudarán con tu intuición.

Lo que sabes de tu interlocutor, gustos, formación, situación personal, ten muy en cuenta que no prestarle atención significará un mal punto de partida. Si algo es inherente a la mayoría de los mortales es el gusto porque alguien nos haga sentirnos importantes, con lo cual, si no prestas atención y no haces de tu interlocutor el protagonista, no sabrás cuál es su  punto de vista, cuáles son sus líneas rojas en la negociación y cómo puedes adaptar tu producto, servicio o petición a sus necesidades.

Plantéate un resultado positivo que quieras alcanzar en la reunión, manifiéstalo afirmativamente. Enfócate en lo que quieres y no te distraigas con lo que no quieres, desperdiciarás energía y te alejarás de tu objetivo.

Lleva tus cinco puntos clave escritos y revísalos cada poco tiempo para no perderte en otras cuestiones. Durante la reunión haz otra lista con los de tu interlocutor, lo que queremos lo decimos varias veces cuando hablamos y suele ser en los primeros minutos, estate atento.

Puede que tu interlocutor sea más de detalles y tu de visión general adáptate o no serás capaz de interesarle. Desgrana alguno de los procesos.

Finalmente lo que será definitivo es tu estado de ánimo, éste puede jugarte malas pasadas, hacer que tu interlocutor interprete lo que no es o ponerte en una embarazosa situación al no poder gestionar tus emociones.

Si tienes alguna situación anterior en que te recuerdas en un estado potenciador, eufórico y en la que todo te fue bien, recuerda ese mismo momento, si tienes un sitio favorito de relax, piensa en él cuando lo necesites, cualquier lugar con todos los detalles que seas capaz para volver a ese estado, si no lo encuentras, pregúntate  antes de entrar ¿ por qué  soy feliz?

Recuerda. “La negociación sugiere un compromiso, una posición ubicada en algún lugar entre dos posiciones existentes”.

¿Tu organización necesita un cambio?

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Hablar de cambio significa para muchas personas un proceso, para el que su predisposición, en muchas ocasiones, no es la idónea.

La falsa seguridad que proporciona llevar años haciendo lo mismo, nos hace permanecer en una zona de confort, sobre la  que si indagamos y reflexionamos, no parece tan confortable.

Nuestra aversión a lo desconocido contrasta con la dinámica de nuestra sociedad y de los cambios que se producen en el mundo a velocidad de vértigo, así que mejor que nos vayamos adaptando para poder sobrevivir.

A esto también se le añade la poca habilidad que muchos líderes poseen para introducir el cambio, sin prever posibles resistencias y la mejor forma de hacerlo para que nadie lo vea como una amenaza y sí como un reto.

El profesor Bacharach, Director del Instituto Cornell, nos propone cuatro interesantes cuestiones a tener en cuenta si queremos predisponer positivamente a nuestro equipo:

  • Fomentar la competencia entre ellos. Muchas personas cuando consiguen un trabajo con unas habilidades y una formación determinadas, no continuamos aprendiendo y mejorando, nos estancamos confiados en que, saber hacer nuestra tarea es nuestra única responsabilidad. El cambio supone un reto, explicar con detalle las nuevas funciones y dar un periodo de tiempo para poder adaptarse son claves en este punto.

  • Miedo al fracaso. No estar a la altura de las circunstancias, no poder llevarlo a cabo de una manera satisfactoria o poderlo hacer mal, son cuestiones que frenan el cambio y el desarrollo en las organizaciones. Proporcionar un espacio en el que la seguridad de que nada de lo que hagamos o digamos será objeto de chanza o castigo, abrirá nuestras mentes y hará que la tensión y el miedo a fracasar  se relajen.

  • Asegurar el estatus. Otra de las precauciones que tenemos cuando nos enfrentamos a un cambio, es qué va a ocurrir con nuestro puesto, con nuestras funciones. Vemos amenazada la estructura, lo que lleva a que si aseguramos, en principio, el estatus de los más afectados por el cambio, colaboraremos en mejorar su no resistencia

  • Hacer de lo nuevo algo familiar. Hacer del trabajo una rutina nos permite hacerlo de modo automático y estos hábitos se convierten en algo familiar, de modo que los cambios suponen una energía extra en nuestro desempeño. Por lo que introducir los cambios de manera incremental hace que nos vayamos acostumbrando a lo nuevo sin grandes esfuerzos, sin plantearnos que nos pueda causar ansiedad. Apelar a la paciencia de nuestro equipo también ayudará.

La resistencia al cambio encubre la reticencia a aceptar amenazas a nuestra seguridad. Todo tipo de tópicos y refranes alertan de lo desconocido en el cambio, lo que hace que nuestras expectativas sobre él, la mayoría de las veces, sean negativas.

Si realmente lo piensas, te preguntarás lo que George Hebert  ¿Por qué se ha de temer a los cambios? Toda la vida es un cambio. ¿Por qué hemos de temerle?

Foto: pulso social

Fuente: Inc.com

¿Quieres ser mi líder?

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La literatura acerca del liderazgo es prolija. Sobre todo en lo que concierne a cualidades, competencias y demás. Siempre que leo alguno de esos documentos, me pregunto, a quién se dirigen esos artículos y estudios.

Son consejos para principiantes, para jefes, para personas que están catalogadas como de alto potencial o para  que todos y cada uno de nosotros, dándonos por aludidos los pongamos en práctica en nuestro entorno.Apuesto por esta última opción.

Si pienso en quienes lideran en la actualidad empresas, organizaciones, partidos políticos, en muchos de los casos, no encuentro similitudes. Para mí, muchos menos casos de los que me gustaría ,se asemejan a  lo que yo entiendo por líder.  He de reconocer que en empresas pioneras y vanguardistas, he encontrado a través del coaching ejecutivo, hombres y mujeres líderes que constituyen la excepción. Personas muy preocupadas por conocerse mejor y desarrollarse para poder ser excelentes en sus desempeños. Y que por ende ahora  son excelentes personas que, al conocerlas, se distinguen de lejos.

Escuchando una conferencia de Peter Senge sobre si el líder nace o se hace, convengo con él  que a pesar de que puedan  tener unas determinadas características de inicio, el trabajo y su desarrollo personal lo pueden “hacer”. Además de tener en  cuenta que  el puesto que desempeñen también debe tener condiciones que lo impulsen.

Muchas de las competencias y habilidades que sé que debe tener un líder, las echo de menos y me va a gustar que la sociedad  futura las valore por encima de otras muchas que permite en los  actuales, ser temido, intransigente, arrogante, egoísta, no ético…

Comparto con John Whitmore, que todas las personas llevamos una bellota dentro que se puede convertir en un fuerte y robusto roble. La cuestión es, quién más lo cree a nuestro alrededor. A veces incluso, en ellos nos trasladan más dudas e incertidumbres de las que ya por si nos generamos nosotros mismos.

Alguien debería decirnos de vez en cuando “yo creo en ti”, “sé que tienes potencial para lo que te propongas” o como apuntaba Walt Disney “si puedes soñarlo puedes hacerlo”.

Esa es la primera característica que  tiene mi líder que empodera, apoya y anima a todos lo que están a su alrededor, les inspira para que saquen lo mejor de ellos mismos. Que todo el mundo quiere estar a su alrededor y compartir la energía positiva que desprende, es lo que  hace patente la importancia del contagio que provoca  ver el lado optimista de las cosas y su preocupación por los demás. Les trata, como quiere que le traten a él.

Esta preocupación se manifiesta en que escucha más que habla, y eso demuestra que también está  dispuesto a aprender de todos.

La siguiente característica de mi líder  es su compromiso, va más allá de su simple bienestar, del de su organización, de las cuestiones básicas y mundanas que ocupan a los demás, poder,  dinero, prestigio, éxito. Le importa  hacer bien su papel, dejar huella.

Mi líder inspira confianza y lo hace de tal modo, que todo lo que lleva a cabo se acompaña de una explicación contundente y convincente en la que su propio ejemplo  es la lección más  clara de su discurso. Es auténtico, argumenta, razona, no regala el oído, ni miente, ni vende humo.

Es proactivo, no espera a que los problemas ocurran, ni espera a que se resuelvan escondidos en un cajón, es capaz de tomar decisiones meditadas y arriesgadas. No es dogmático. Le importa que todos ganen. Aprende del fracaso, no culpabiliza al entorno económico, político o social. Es responsable.

Estas son las características del líder con o para el que no me importaría trabajar durante años, que me gustaría que me gobernase y que quiero que prolifere.

Sé que podrías ser tú. Quieres ser mi líder?

Marca tu diferencia.