TÚ, ¿QUÉ PREFIERES?

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Determinados términos, han llegado a tal grado de uso, que los significados para cada uno son totalmente distintos, para algunos se convierten en algo melifluo, ridículo, reiterado, absurdo, inalcanzable, para otros poseen un elemento motivador, de entusiasmo, que les empuja a explorar nuevos campos, ensayar y probar consejos, reglas y herramientas. Si algún concepto tiene todos estos condicionantes en su máxima expresión, ese es el de felicidad.

No creo que exista una definición que aglutine lo que es, o lo que no es, puesto que he llegado a comprobar que hasta la infelicidad puede llegar a ser una suerte de «felicidad», la forma de tener un protagonismo extremo en el entorno, en la que no importa el sufrimiento propio, sino lo bueno que te reporta como víctima que, a base de quejarse, dar pena y rebajar el ambiente de entusiasmo, consigue salirse con la suya.

Después de leer bastante literatura, a favor y en contra, lo único que me queda claro es, que tanto unos como otros, hacen de su dedicación una empresa al servicio del espíritu humano que les permite vivir. Además de recordar que desde los clásicos antiguos es reiterado el fondo y la forma de esta búsqueda. Lo que hago con lo que recomiendan es probarlo, practicar y ver, si a mí me sirve algo de lo que leo y tengo que admitir que a raíz de todo esto, mi visión y misión cambiaron de repente y por eso me dedico al coaching.

Ahora veo claramente por qué hay personas que tienen éxito, hagan lo que hagan, vayan donde vayan. Qué les hace ser líderes en sus grupos, queridos, respetados y seguidos. Principalmente porque reúnen unas características que a todos nos gustaría tener. Pero ocurre eso, que lo deseamos en modo condicional, lo que quiere decir que no estamos en absoluto dispuestos a poner entusiasmo alguno en entrenar las habilidades que nos llevarán cerca de ese objetivo deseado. No tener esa autodisciplina nos deja ya en una incómoda situación de partida.

Un sencillo ejemplo, a todos nos gusta que nos den la razón, que nos hagan caso, que no tengan en cuenta aunque no dudamos en querer obtener estos privilegios de los demás por cualquier método, desde interrumpir constantemente, hasta humillar, mentir, amenazar o insultar si no nos salimos con la nuestra.

En lugar de tratar de conocernos mejor, modificar nuestra estrategia y dar ejemplo de comprensión y proactividad, utilizamos las viejas herramientas que tenemos más que usadas, sin modificarlas para obtener resultados nuevos.

No me extraña que, como en este caso, liderados por nuestra ira interior, no consigamos más que reírnos de todos esos artículos y estudios que procuran una vida feliz lejos de estos sentimientos. Eso nos da una clara excusa para no tener que invertir nada para conseguirlo y sin embargo sí a estar dispuesto a invertir tu energía y por ende, tu humor, para trabajar más horas y conseguir un montón de cosas, que por sí solas nunca te harán feliz. Nunca serán suficientes, a no ser que tu interior esté sano y libre para poder albergar nuevos y potenciadores sentimientos.

Si algo he sacado claro en estos años de lo que puede estar cerca de la felicidad es conseguir “estar bien por dentro”. Como recomendaba el ancestral Oráculo de Delfos, conocerse a uno mismo y después entrenar para ser quien tú decidas ser.

Si sigue sin convencerte qué puede ser más beneficioso para ti, quizá debas preguntarte qué prefieres.

Vivir al lado de quien te enseña el lado positivo de las cosas y cómo aprender a verlo o con alguien a quien todo le parece mal, triste, injusto y que encima puede ir a peor.

Estar al lado de alguien que te impulsa, te ve capaz y te ayuda a mejorar o al lado de quien te dice lo que no le gusta de ti o lo que debes cambiar constantemente.

A alguien que te recibe y te despide con una sonrisa y te hace sentirme querido y bien o con alguien que siempre está melancólico, enfadado o serio que incluso se permite recordarte qué te hace estar tan bien con lo que te ocurre.

Entrenar consejos y recomendaciones de investigadores y expertos para mejorar tu visión de la vida o seguir con tus automatismos de siempre que se reducen a ser tan negativo que no sabes distinguir cuando te quejas.

Estar con personas con las que creces en conocimientos, con las que puedes analizar tus creencias, pudiendo cambiar de opinión o con quienes hablan de otros, la mayor parte del tiempo mal y no para construir precisamente.

Estoy segura de que después de estas reflexiones, te has decidido a ser ese alguien.
Busca ayuda y conócete. Será tu mejor inversión.

La buena fortuna (III)

suerte

[…] […] «Tu galleta de la fortuna» […] […]

Emprendíamos nuestra marcha para parar doscientos metros más adelante y ver otra magnífica construcción, cuando alguien amablemente nos advirtió, que nuestra  llanta descansaba en la calzada.

Sin mediar gesto alguno, nos orillamos  donde pudimos parar, chequeamos la rueda de repuesto y al ver que era de las que sólo recorrían 200 kilómetros y que no podríamos llegar con ella a nuestro destino,  llamamos a la asistencia en carretera.  Nos aseguraron que en media hora estarían allí para llevarnos a un taller cercano y ver si era un pinchazo y lo podíamos solucionar allí mismo, o deberíamos cambiar el neumático.

Al saber que disponíamos de media hora, vimos la posibilidad de bajar  andando al lugar que tanto ansiábamos visitar y así lo hicimos. Un maravilloso lugar desde luego, del que no tuvimos que prescindir.

Justo cuando regresábamos al coche, llegó la grúa, y en media hora estábamos en el taller, una de las ruedas se había desgastado  demasiado  por el interior y el bordillo que subimos, la acabó de reventar. Qué hubieses pasado en carretera en caso de haber continuado, esa  hubiese sido otra cuestión a la que estábamos expuestos por lo tanto, nos alegramos del incidente.

Entre las opciones que barajamos,  pasar la noche en aquel pueblo y comprar la rueda al día siguiente en otra ciudad, ya que ellos no disponían de ella o, viajar a Madrid en autobús, elegimos la primera.

Al disponer de la tecnología necesaria para trabajar desde allí, llamamos al seguro que nos proporcionó una noche en un recién remodelado hotel de ese maravilloso pueblo del norte, que gracias a este incidente conocimos. Pudimos disfrutar de un domingo estupendo con paseo, descanso. visitas y cena en una agradable terracita.

A la mañana siguiente, descansados y encantados volvimos a viajar en grúa hasta otra ciudad cambiamos  los neumáticos y con  la oficina ambulante volvimos a Madrid. EN-CAN-TA-DOS